La decimocuarta historia: El substrato religioso 7. La Virgen del Rosario

scanLa Virgen del Rosario, Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682)

Museo nacional del Prado, Madrid, España.

La conmemoración de la fiesta de Nuestra Señora la  Virgen del  Rosario fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la madre de Dios, invocada por la oración del rosario. El papa designó el siete de octubre de cada año para conmemorar esta fiesta cristiana. Es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.

Recuerdo homenaje a la Patrona de San Salvador

Las primeras enseñanzas religiosas las recibí de mis padres, de la familia de doña Fermina y en el catecismo semanal que había en la parroquia de San Salvador todos los domingos del año. Estos primeros pasos en mi aprendizaje religioso son lo que yo denomino el substrato religioso.

Las primeras oraciones que conozco nacen del hábito al que mi madre nos acostumbró diariamente a la hora de las comidas y de acostarnos. También nos inculcó su devoción mariana y la fe que mi padre tuvo siempre en la Virgen del Rosario, patrona de San Salvador. Cuando tuvimos uso de razón, mi madre fue exigente con nosotros en el cumplimiento dominical y en las obligaciones que derivaban  del año litúrgico, así como la asistencia inexcusable al catecismo en la Iglesia del pueblo todos los domingos. Recuerdo como también rezábamos juntos el rosario en casa, de una manera especial, en aquellas ocasiones más delicadas por las que pasó nuestra familia.

Siendo yo muy niño, recuerdo la visita que nos hizo la imagen de Nuestra Señora del Rosario a nuestro domicilio por motivo de una larga enfermedad por la que pasó mi padre. Por aquellos días se celebraban unas jornadas misioneras en la parroquia de San Salvador y cada día visitaban en procesión la casa de alguno de los enfermos del pueblo, dejando la imagen de la Virgen toda la noche en nuestro domicilio.

Mi madre fue siempre muy aficionada al cultivo de las plantas y tenía gran variedad de ellas en el largo corredor de nuestra vivienda, el segundo piso de la casa de doña Fermina. Cuidaba tan bien las plantas que las vecinas del pueblo la animaron a presentar alguna de ellas en el concurso provincial que organizaba todos los años la Diputación Provincial de Oviedo y en el que ganó el primer premio con un cactus hermoso que adornaba el comedor de la casa. En aquella ocasión engalanó toda la escalera de la casa con las plantas para recibir a la Virgen, improvisó un altar en la habitación, donde estaba acostado mi padre, sobre un gran mueble palanganero de madera tallada, con una luna horizontal, con la encimera de mármol rosa y la palangana central de cerámica blanca. Tapó con sábanas todo el mueble y lo adornó con floreros cuajados de rosas y ramas verdes, candelabros de cristal con las velas que alumbraron durante toda la noche a la Virgen de Rosario.

Tener tan cerca de mí, por primera vez, la imagen de Nuestra Señora, fue una impresión inolvidable. La miré con respeto, con fe, con esperanza, con ojos de niño y corazón limpio. Tenía el Niño Jesús sobre un brazo y sobre el otro colgaba el rosario de nácar blanco. Me impresionaron y aterrorizaron los agujeros de los balazos que sufrió la imagen durante la guerra civil. Cuando nos quedamos solos con la Virgen, nos pusimos de rodillas y rezamos el rosario todos en familia. Luego acerqué una silla hasta el improvisado altar, me encaramé en ella, alargué la mano para tocar el manto, besé los pies de la Virgen con cariño. Fue una emoción muy parecida a la del beso limpio de niño enamorado, pero más sagrada, más espiritual, más llena de agradecimiento por el privilegio de la visita de la Señora.

Nunca más se borró de mi mente la imagen serena y tranquila de Nuestra Señora del Rosario que sanó la larga enfermedad de mi padre.

2 comentarios

  • Por Honofre, 11 octubre 2011 @ 14:08

    Un placer, que satisfación leerle D. Alberto. Además como tiene vd. la “mala costumbre” de respetar el idioma….

  • Por Ventolin del Voltio, 20 octubre 2011 @ 13:31

    En estos tiempos tan poco proclives al recuerdo intimo/religioso/filosófico, que casi todos hemos experimentado ayudados por una educación basada en la ética y moral Católica (tan lejos de la “educación para la ciudadanía”, G. a D.) sorprenden y agradan estos relatos.
    Recordemos a todos aquellos que los ven tan lejanos, otras devociones que les “sonaran” más y las consideran más próximas e incluso íntimas para ellos. En la Cantabria de costa en la que he nacido y vivido con proximidad e intensidad, se venera a la Virgen del Carmen.
    No creo equivocarme cuando digo que “TODOS” los que nos hemos relacionado con la Mar la sentimos igual, aunque no seamos “de Comunión diaria” ni mucho menos, pero es Nuestra Señora. Es por eso por lo que le agradezco su recuerdo, porque también nos hace recordar al resto…. y no esta de mas.
    Ahora permítame en atrevimiento de ofrecerle un esbozo de la historia de nuestra devoción marinera:
    En la Edad Media se alababa a la Virgen como ‘Estrella del Mar’, ya que los marineros dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con la Virgen María quien, como estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
    Con la invasión de los sarracenos, los Carmelitas tuvieron que abandonar el Monte Carmelo. Una antigua leyenda afirma que antes de partir, se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina, prometiendo ser para ellos su Estrella del Mar.
    En el siglo XVIII, cuando ya era muy popular la fiesta de la Virgen del Carmen en España, el almirante mallorquín Antonio Barceló Pont de la Terra (1716-1797), impulsó su celebración entre la marinería que él dirigía.
    Fue a partir de entonces cuando la marina española fue sustituyendo el patrocinio de San Telmo, por el de la Virgen del Carmen.
    Gracias una vez mas D. Alberto, continúe despertando nuestros recuerdos en los suyos.

Otros enlaces a la entrada

RSS feed para comentarios en la entrada. TrackBack URI

Deja un comentario

Opiniones Libres