VIGÉSIMA OCTAVA HISTORIA – CUANDO LLEGA LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS 2 – LA NOCHE DE LAS BRUJAS BUENAS

El día señalado para la noche de los hechizos no tenía siempre la misma fecha, porque era indispensable que el tiempo acompañara para que las velas mantuvieran la llama viva, pero la fiesta coincidía con los últimos días del mes de octubre. Los niños y las niñas de San Salvador en esta noche fantasmagórica distribuíamos las calabazas preparadas con las velas por todo el maizal y equidistantes de las tucas. Continuar leyendo »

VIGÉSIMA SÉPTIMA HISTORIA – CUANDO LLEGA LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS 1 – LA NOCHE DE LAS BRUJAS BUENAS

Los niños de los pueblos conocíamos las costumbres y las tradiciones de la comarca, aunque la mayoría de las veces desconociéramos el significado de lo que hacíamos, porque sólo  imitábamos  a los mayores. Continuar leyendo »

VIGÉSIMA SEXTA HISTORIA – CANORÓN EL FERRAOR

Canorón el ferraor es uno de los personajes que forma parte del retablo histórico de San Salvador, digo histórico porque aparece a través de la tradición oral de las gentes del pueblo. Lo apodaban el ferraor porque ejercía en el pueblo el oficio de herrero, pero a estos relatos se acerca por las características  de su mezquina personalidad más que por el oficio que ejercía. Continuar leyendo »

VIGÉSIMA QUINTA HISTORIA

LA PENA FINGIDA DE COLASA

La pena fingida

          Colasa formaba parte del paisanaje del pueblo de San Salvador. Su simpatía, su ingenio, su llaneza y su naturalidad ante la vida la hacen atractiva y singular entre el vecindario del pueblo.

Colasa es una mujer de aspecto voluminoso, de altura normal y de atuendo descuidado. Tiene la cara redonda, grande y gorda como una pamesta[1]de pan de escanda. Sus ojos vivarachos bailan al son de sus palabras y peina el pelo lacio con brillantina. Es ancha de hombros y esta proporción se prolonga hasta las rodillas rollizas. Tiene el carácter alegre, extrovertido que muestra con una sonrisa permanente en el semblante. A los niños, compañeros de sus hijos, siempre nos acogió en su casa con paciencia y cariño a pesar de las necesidades que pasaba. Continuar leyendo »

Vigésima cuarta historia. Mercedes García la de Petimale

Mercedes García García (1876-1965)


La familia de los Petimalé es una de las familias llamativas del pueblo. La figura de Mercedes la panadera sobresale de una manera señera. Mercedes nace en Cabañaquinta en el año1876, era hija de Xuanín, el alcalde que trasladó el Ayuntamiento de Aller desde Collanzo a Cabañaquinta, personaje que ya cité al hablar de Xuanón. Mercedes es una mujer sencilla, simpática, ocurrente, caritativa por naturaleza con los desamparados, tanto los huérfanos de la guerra, ya que estamos en los años de la posguerra, como con los disminuidos psíquicos; los pobres de espíritu del pueblo. Era una mujer trabajadora y desprendida. Continuar leyendo »

Vigésima tercera historia. La familia de los Quijano

La familia de los Quijano fue fundamental en estos mis primeros pasos en la doctrina cristiana. Cuando los describí al comienzo de mis recuerdos de infancia, ya adelanté la fe contagiosa que vivían, en particular la señorita Angelita y la inocencia alegre de su hermano Alvarín. El personaje de Alvarín aparece por primera vez, pero está siempre presente cuando hablo de la familia de los Quijano. Alvarín jugaba conmigo como si de un niño se tratara, llegaba muy cerca de mí, porque sus explicaciones eran más simples, más inocentes, más infantiles. Continuar leyendo »

Vigésima segunda historia. La Escuela 3. El director de la graduada

Alumnos de 2º grado en la escuela de la Cabañaquinta

El aula, que utilizábamos en el tercer grado con don José, era amplia,  rectangular, con ventanas a ambos lados y detrás de la mesa del señor maestro. En la pared de enfrente estaba el crucifijo y dos cuadros; uno con la fotografía del General Franco y el otro con la de José Antonio Primo de Rivera. Continuar leyendo »

Vigésima primera historia: La escuela 2. Don José Hevia, maestro director de la graduada

Alumnos de la Escuela Graduada de Cabañaquinta 1950

Escuela Graduada de Cabañaquinta 1950

Don José era el hombre que marcaba la pauta de la escuela. Ejercía el cargo de director de la graduada y representaba a la institución en la vida pública del pueblo. Don José llevaba muchos años de maestro y venía a ser el decano de todos los maestros de la comarca. Había sido profesor de nuestros padres y era un hombre de edad avanzada, hay que tener en cuenta que en los años cincuenta los maestros se jubilaban a los setenta años. Don José era bien parecido, a pesar de la edad. Tenía el pelo completamente blanco, más grueso que delgado, de estatura media y tenía una voz con timbre singular, fuerte, porque los domingos en la Iglesia rezaba el rosario en voz alta, cuando todavía no habían instalado altavoces, y se le oía desde todos los rincones del templo. Vestía siempre de traje y corbata, con sombrero clásico gris, que utilizaba todos los días del año, salvo cuando llovía o nevaba que lo cambiaba por una boina negra amplia parecida a la que usan los vascos. Continuar leyendo »

Vigésima historia: parroquia de San Salvador de Cabañaquinta

Fotos modernas:

Iglesia parroquia de San Salvador de Cabañinta

Ayuntamiento de Aller en Cabañaquinta, capital del Concejo

Vista panorámica de la Villa de Cabañaquinta

Vista panorámica de San Salvador de Cabañaquinta en 1919

La plaza de la Villa con la casa de los Quijano en la parte izquierda en 1950

Carrera ciclista durante las fiestas de Nuestra Señora del Rosario en 1964

San Salvador de Cabañaquinta es la capital del Concejo de Aller. Es una villa pequeña que tiene zona rural y un término más urbano, pero en definitiva un pueblo. Aunque, por accidente, había nacido en la capital siempre me he sentido de mi pueblo. Los niños en los pueblos tenemos un mayor contacto con  la naturaleza y con el entorno. Conocemos y distinguimos mejor la fauna y flora, así como los distintos pasos en el mundo vegetal y animal. Reconocemos las distintas aves, cómo y dónde anidan según la especie, o las distintas clases de árboles por el tipo y tiempo de hoja. Es un aprendizaje de generación en generación. Se va pasando de jóvenes a niños a través de la escuela, los juegos y la convivencia.

San Salvador de Cabañaquinta es un pueblo metido en un valle que se ensancha desde el río Aller, que corre, bordeando el final de la ladera del monte Renorios, hasta la falda de la Colladona.

La carretera de la Laviana es el mejor observatorio para contemplar el pueblo en vista panorámica. Es una carretera famosa porque a través de ella se comunican los dos valles mineros  más importantes de Asturias; el del río Caudal y el del río Nalón. También le viene la fama porque, en los tiempos de la posguerra,  fue territorio que frecuentaban los maquis, o los huidos al monte, que era la manera como el pueblo los llamaba.

La curvona es un lugar singular y privilegiado en esta carretera para divisar el pueblo desde lo alto. Es la primera curva más pronunciada, que está a un kilómetro del pueblo y asciende en tan poco recorrido unos trescientos metros por encima de él. Este trayecto hasta llegar a la curvona es un paseo agradable, porque el trazado de la carretera de la Laviana se dibuja a todo lo largo y ancho de la ladera sur de la montaña hasta llegar a la cumbre que se denomina el Alto de la Colladona.

Desde la cima hasta Pola de Laviana se extiende el valle de la Aldea Perdida que describe, en la novela del mismo nombre, el escritor asturiano  don Armando Palacio Valdés. A mí me gusta más el valle de San Salvador.

Es una carretera muy soleada en la que caminas muy a gusto durante las cuatro estaciones del año, pero de una manera especial en la primavera.

Todos los años inicio la subida con alegría pero siento pronto en las piernas lo empinado del camino. Se hace necesario el primer descanso en el muro protector de la calzada, justo enfrente de la pumarada de Serafín, víctima éste del primer hurto de manzanas de todos los niños del pueblo. En este lugar disfruto contemplando el deslinde, entre carretera y pomarada, cuajado de rosales con flores blancas y rojas a lo largo de toda la zarza.

A partir de aquí existe una zona más sombría por las copas de los árboles a ambos lados de la carretera que impiden con las hojas el paso de los rayos del sol.

Más adelante llaman la atención los restos de un viejo cargadero de carbón, que contrasta con el verde fresco que lo invade por todas partes.

Sigo caminando hasta enfocar los últimos metros para llegar a la curvona. Esta curva más pronunciada no tiene muro protector, porque la franja que mira hacia el pueblo sobresale como un amplio balcón natural donde  puedo descansar y a la vez contemplar el inmenso, hermoso y atractivo cuadro de San Salvador de Cabañaquinta.

Destacan en esta vista panorámica tres pinceladas paralelas de arriba abajo que enmarcan la parte derecha de este gigantesco paisaje. La verde transparente salpicada de espuma blanca del río Aller,  mojando la ladera del monte Renorios, pegada al marco derecho del lienzo. La plateada y reluciente de las vías del ferrocarril que corren paralelas al curso del río. Y la pincelada negra más ancha y centrada, la carretera general que divide al pueblo en dos zonas; la rural al lado izquierdo y la más urbana al derecho.

En la parte más centrada de la zona rural destaca la mancha rojiza de los tejados apiñados entorno a la plaza del pueblo. Me atrae no sólo por su colorido sino porque instintivamente busco el tejado de la casa de los Quijano donde pasé toda mi infancia.

En la parte superior de la pintura aparece la iglesia del pueblo, con la imagen sobresaliente del Sagrado Corazón de Jesús con los brazos abiertos,  como queriendo abrazar  a todos los feligreses de San Salvador de Cabañaquinta. Avisto por encima y detrás de la Iglesia,  el cementerio que se posa sobre una pequeña loma luciendo los mármoles blancos que resaltan en la parte superior del lienzo.

El resto de la parte rural está salpicada a lo largo del margen izquierdo del cuadro por los dos barrios sobresalientes. El barrio de la Vallina en la parte más alta y el del Barrero a la altura de donde estamos, centrado y bajando disperso hasta la gran mancha rojiza de la plaza.

En la zona más urbana del pueblo distingo la torre del Ayuntamiento del Concejo con el viejo reloj coronado por la campana y los jardines que rodean el edificio, justo en el centro de este hermoso paisaje a la orilla derecha de la carretera general.

La naturaleza humana, animal y vegetal de las cuatro estaciones del año ponen el colorido, la música y el ambiente, para mí sugestivos, en la vida de San Salvador de Cabañaquinta.

Décimo novena historia: El paisanaje de San Salvador 7

El cura y el carretero

Otra vez traigo a colación a don Valentín, el cura de Vega, pero en esta ocasión nada tiene que ver con los amores de Escolástica, la sobrina del cura, con Angelín, el cariñosu. Ahora lo traigo a esta crónica por culpa de un carretero republicano que contrastaba opiniones en verso con este cura monárquico. Continuar leyendo »

Opiniones Libres

?>