La Undécima historia : El substrato Religioso 6. Los veladores alegres

Esta conducta plañidera, ya en desuso, de las mujeres del alto Aller en los entierros, contrastaba con el proceder más alegre y poco edificante de los veladores en las casas de los fallecidos. En este caso los hombres eran los protagonistas de velar a los difuntos desde la media noche hasta la madrugada. Las mujeres y vecinas de la familia eran las que preparaban café  y proveían de anís y coñac en abundancia, para que no faltara de nada a los sacrificados trasnochadores. Esta práctica solía jugar alguna mala pasada a los familiares del muerto cuando se excedían en su generosidad con los licores.

No quisiera pasar por alto el suceso que ocurrió en Bello, un pueblo cercano a San Salvador, que aunque pudiera interpretarse como macabro, no debiera tener esta significación porque el uso de los licores era costumbre común en los velatorios de muchos pueblos de Asturias. Este episodio, aunque fue muy comentado en toda la comarca, me lo contó uno de los protagonistas de la historia. Resultó que el exceso de alcohol llevó a alguno de los más jóvenes a la incontinencia de la canción asturiana, este hecho actuó de estímulo para el resto de los veladores que acto seguido acompañaron al protagonista cantando todos juntos a coro. Tanto se animó la reunión que uno de los presentes quiso traer al gaitero del pueblo para que los acompañara en sus tonadas. Al escuchar esta petición, uno de los familiares replicó a los asistentes de esta manera:

- Cantar, cantar lo que queriáis, pero de gaita nada.

Este dicho corrió por toda la comarca como reguero de pólvora y es el día de hoy que todavía se dice, aunque muchos no sepan su origen.

Con estas historias sacadas de la realidad pretendo contar lo que mis ojos y oídos de niño vieron, escucharon y las impresiones que me causaron, en modo alguno tienen la más mínima intención crítica. Las he sacado en el capítulo del substrato religioso porque, de alguna manera, tienen que ver con este contexto. Vienen a ser como las acotaciones de este relato que nos dibujan las costumbres funerarias de las gentes de los pueblos del Alto Aller.

7 comentarios

  • Por Renato Carosone, 5 agosto 2010 @ 9:33

    Ahora entiendo lo del gaitero.

  • Por Gonzalo, 5 agosto 2010 @ 11:27

    Estas ocurrencias,antes de usar los tanatorios, eran con una cierta frecuencia motivos de algunos disgustillos. Yo asisti a un velatorio del padre, de dos hermanos amigos, los cuales al recibirnos a toda la cuadrilla,en otro cuarto pues la habitacion en donde estaba el fallecido, estaba bastante completa,familia y demas amistades. Pues ocurrio, para animar a los huerfanos contar un chiste, despues otro y otro…. acabo en risas de escandalo, de tal manera que una hermana de estos nos invito a callar o marcharnos. ! Y sin bebidas.!

  • Por Roma, 9 agosto 2010 @ 17:41

    Pues es lo normal, el vivo al bollo, y el muerto al hoyo.

  • Por Honofre, 17 agosto 2010 @ 7:45

    Que placer poder leerle D.Alberto

  • Por Luis Felix, 25 agosto 2010 @ 10:10

    ¡Que tiempos aquellos! ¡Como le hubiera gustado leer estas historias a mi madre, Ana mari la sifonera!. Gracias por hacernos revivir en aquella españa que nos ningunean como si no hubiera existido.

  • Por El Hereje, 4 septiembre 2010 @ 18:46

    Creo que lo hicieron muy estupendamente y hasta el alma que andaria todavia cerca tomo parte en la fiesta.

  • Por Miguel ligero, 9 septiembre 2010 @ 10:35

    Como siempre excepcional. Sólo echo de menos las moralejas. ¿Para cuando una?

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