Décimo octava historia: El paisanaje de San Salvador 6

Angelín el cariñosu

Angelín, el cariñosu, es un personaje típico de novela romántica porque estoy seguro que su incontinencia amorosa lo hubiera llevado a buscar aventuras en los lugares más insospechados y recónditos del universo. Sin embargo no hubiera aparecido en estos relatos si no fuera por el contratiempo que tuvo en sus cortejos amorosos con Escolástica, la sobrina de don Valentín, el cura de Vega.

Angelín, el cojimu, le llamaban con diminitivo para distinguirlo de su padre Angel, le pusieron el mote de cojimu porque su padre era cojo y le apodaban el cojín. Los hijos comenzaron recibir en el pueblo el sobrenombre de los cojinos, pero luego evolucionó por razones filológicas en cojimos y posteriormente tomó la terminación asturiana en u convirtiéndose en el singular cojimu. También es posible que su origen se debiera a un error lingüístico, como tantos otros que hay en nuestra lengua, con más razón tratándose del bable que tiene modalidades distintas en cada comarca asturiana. Pero no es tema de mi conversación el uso de los diminutivos y su evolución filológica en la comarca del concejo de Aller, sino las aventuras amorosas de Angelín, el cojimu.

Angelín, a pesar del nombre, era de estatura normal, bien parecido, con el pelo de color azafranado, que le hacía de aspecto y origen céltico, de talla proporcionada, presumido, muy exigente en el atuendo y en el aseo personal. Tenía mucho éxito con las mozas del pueblo, aunque el amor de su vida era Escolástica, una muchacha más del pueblo que pasaba desapercibida, sino fuera porque era la sobrina del cura de Vega.

Escolástica era una niña bajita, pero proporcionada, tenía la cara redonda, la tez morena con el pelo ensortijado, discreta en el vestido pero excesivamente pulcra en el atuendo y arreglo personal, en lo que coincidía con Angelín.

Las gentes del pueblo conocían los sentimientos de la pareja, pero ni los padres de Angelín, ni don Valentín, el cura, conocían estos amores. Con el tiempo tenían los cortejos a hurtadillas por los sitios más recónditos del pueblo, hasta que los impulsos amorosos llevaron a la pareja a los encuentros nocturnos en la propia casa rectoral de la parroquia de Vega sin que el cura se enterara.

Don Valentín, el cura, era un hombre de costumbres sanas y piadosas, porque en cuanto terminaba de cenar pasaba un rato por la iglesia para rezar las últimas oraciones del día y se retiraba a descansar a sus aposentos a hora muy temprana. Esta costumbre la hacía compartir a doña Ruperta, el ama de llaves, Jacinta, la criada, y a su sobrina Escolástica.

La rectoral de la parroquia de Vega está pegada a la iglesia y es una casa pequeña de estilo rural asturiano con corredor y portalada. El corredor exhibía, casi siempre, las ristras del maíz de la cosecha del año, no en vano la parroquia de Vega es una de las más ricas, en propiedades rústicas, de la comarca, por lo que siempre fue muy apetecida por los clérigos de la región.

Escolástica dormía en la habitación que daba al corredor de la casa y había convenido con Angelín que hasta que no viera la ventana abierta no tenía paso libre para acudir a su encuentro nocturno. Debajo del corredor, en uno de los laterales del soportal, estaba colgada la escalera de madera de la parroquia, que Angelín utilizaba para encaramarse al corredor.

Con el tiempo las habladurías sobre los cortejos nocturnos llegaron a oídos de don Valentín, el cura, por parte de las mujeres que frecuentaban la parroquia. Don Valentín, el cura, era un hombre bondadoso, inteligente y sagaz, no comunicó a su sobrina, ni al resto de las mujeres de la rectoral las murmuraciones que había recibido de la feligresía y quiso comprobarlas personalmente. Cuando llegó la hora de ir a la cama comunicó a las mujeres que esa noche dormiría él en la habitación que daba al corredor, porque de esa manera podía abrir la ventana y no pasaría el calor que había soportado la noche anterior en la habitación interior. De esta manera esperó que todas las mujeres se fueran a dormir para evitar que Escolástica pudiera avisar a su enamorado. Don Valentín, el cura, se retiró a la habitación, cuando comprobó que todas las mujeres estaban en sus aposentos, subió y se acostó en la cama que habitualmente utilizaba su sobrina, pero después de haber abierto la ventana para que el amante confiado, que esperaba inquieto en los alrededores,  al ver la señal iniciara la escalada como Calixto al encuentro de su Melibea. Don Valentín, el cura, cuando oyó la maniobra y los pasos de Angelín en el corredor, se tapó bien el rostro para que no lo reconociera el amante furtivo. Angelín, cuando se vio en el cuarto, se abalanzó sobre el cura y comenzó a llenarlo de besos, hasta que don Valentín le dijo con voz muy pausada y amable:

- ¡Qué cariñosu estás¡ ¡Angelín!

Angelín cuando reconoció la voz del cura huyó como alma en pena y de un salto bajó del corredor  al suelo sin utilizar la escalera del pecado. Con que pánico no huiría que en la caída rompió una pierna y no se enteró hasta llegar a San Salvador, que está a kilómetro y medio de la rectoral de Vega.

La escayola de Angelín fue la penitencia que sufrió, además del interrogatorio  de los vecinos.

Así fue como Angelín, el cojimu, pasó a llamarse Angelín, el cariñosu.

5 comentarios

  • Por Honofre, 7 junio 2012 @ 13:01

    Nada nuevo que decir, gran artículo. Bueno, como todos.

  • Por jose manuel, 10 junio 2012 @ 22:26

    GRACIOSO,SIMPATICO NO HE PARADO DE REIRME HASTA EL FINAL…..EN AQUELLOS TIEMPOS DONDE NO EXISTIA LA TELEVISION NI LA RADIO,SUPONIAN LA COMIDILLA Y MURMURACION…DIARIA PARA PASAR EL TEDIO…..HOY TENEMOS LA TELEVISION BASURA…PARA NUESTRA DESGRACIA…….

  • Por p.p, 10 junio 2012 @ 22:54

    ya es hora de leer algo que ademas de bien escrito te rias y entretengas,espero impaciente por el proximo..y arrimando al pareado…que no sea muy moroso….

  • Por jose manuel, 10 junio 2012 @ 23:00

    Entretenido,bien escrito y hasta me hace reir gracias don Alberto por estos momentos de lectura,que a muchos nos hacen recordar viejos tiempos ya pasados.

  • Por rosuca, 11 junio 2012 @ 12:24

    Buenísimo, me ha encantado.

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