EL TEA PARTY EN ESPAÑA

Artículo publicado en «El Diario Montañés» el 13 de noviembre de 2010

 

Durante los últimos tiempos está adquiriendo notoriedad un anteriormente desconocido movimiento social, llamado Tea Party. Desde nuestra resignación y holganza al compromiso civil, los medios de comunicación y muchos periodistas  en quienes prima la ideología sobre la información, rápidamente le han identificado como la caverna donde asienta la ultraderecha americana. Los rescoldos de Bush enfrentados a Obama,  siguiendo nuestros habituales enfrentamientos entre derecha e izquierda.

Un supuesto Tea Party español tendría muy claras sus prioridades: convivir en paz, conservar o encontrar  trabajo, el apego a la familia, el respeto a los valores que son el asiento firme de una sociedad – la decencia, el trabajo, el respeto mutuo y la solidaridad —  y pedir al Estado que se limite a administrar los bienes comunes y que no se introduzca en  la intimidad de nuestras vidas y decisiones. Que procure una buena enseñanza, pero que no imponga en qué lengua deben hablar los niños, que fomente el orgullo de sentirse españoles y no desprecie todo  el pasado salvo al que interese al gobierno. Que  limite las extravagancias de comportamientos morales censurables en cualquier sociedad sana: desde el fomento del aborto como procedimiento de control de la natalidad, hasta la condescendencia con la eutanasia, desde la hipersexualidad de cualquier manifestación cultural, hasta el fomento bochornoso de muchos  programas televisivos.

La sociedad española también tiene muy claro las cosas que deben cambiar: por ejemplo la ley electoral, que después de 30 años, sigue primando que minorías nacionalistas se impongan sobre partidos de ámbito nacional. Por ejemplo, las listas electorales que siguen siendo un muestrario de los favoritos de los partidos políticos absolutamente apartados de las preferencias del electorado.  Por ejemplo, el abuso de las subvenciones que se otorgan a sindicatos y organizaciones patronales  domesticados, donde van a parar una parte importante de los impuestos, sin que la inmensa mayoría de los trabajadores o empresarios autónomos, se identifiquen con ellos. Por ejemplo de una reforma de la justicia, para que sea rápida e independiente del poder político.

Un supuesto Tea Party español, exigiría la modificación de una enseñanza que desde hace décadas sigue su pendiente en descenso, pese al clamor de los profesores, el desconcierto de las familias y las estadísticas que reiteradas veces nos colocan a la cola de los países civilizados. O del  sistema autonómico, que ha convertido la nación en  un guirigay de reclamaciones  de derechos para luego ser incapaces de asumir sus obligaciones, jefecillos locales con aires de estadistas, duplicidad de cargos, parlamentos, instituciones, procedimientos y  empresas publicas  que suponen un desperdicio económico y el fraccionamiento de un mercado único y eficaz para hacer frente a los competidores internacionales.

Un Tea Party español,  condenaría el despilfarro y el cobijo de la corrupción, que sigue subvencionando las más esperpénticas manifestaciones supuestamente culturales, mientras se dilatan los pagos a empresas y proveedores de una administración hipertrofiada, llena de empleados públicos, y de conmilitones premiados con  sabrosas encomiendas.

Un Tea Party español que miraría  con irritación, cómo, en vez de ocuparse de los asuntos que preocupan, se dedica el esfuerzo legislativo a reconstruir  memorias históricas, a retirar crucifijos de los colegios, a subvencionar mezquitas, a regular el idioma que los niños deben hablar en los recreos, en vez de forzar la enseñanza de las matemáticas o del inglés,  a  adoctrinar con sectarias «educaciones para la ciudadanía» s – lo ha dicho el Tribunal Superior de Andalucía —  o a promocionar “igualdades de género”  marginando la formación y la capacidad.

El Tea Party americano ha estallado en plena conjunción planetaria del mandato entre los presidentes Obama y Zapatero. Al primero se le ha dado un serio aviso electoral.  El segundo,  ya es un caso perdido en el futuro español. Ni los socialistas más afines, sienten confianza en su liderazgo, aunque se encuentren atrapados en una crisis de la que saben no habrá más salida, que  la sustitución del  actual presidente. Pero ello les exigirá una temporada apartados del poder político.  Mientras tanto, el cadáver de Zapatero seguirá dirigiendo un país, donde se congelan sueldos y pensiones, donde se aumentan los impuestos, donde se eleva el número de funcionarios y la deuda de las administraciones públicas, donde se legisla sobre el órden de los apellidos o se truecan millones por los votos necesarios para mantener su agonía política.

Todo ello en un país donde nadie pretendió  revivir el pasado de nuestros abuelos, pero se elaboran leyes que reabren las antiguas heridas y conducen a nuevos enfrentamientos. En un país  donde se ha cuestionado lo español, y solo la victoria en un campeonato de futbol ha permitido manifestar el orgullo generalizado de pertenecer a una  misma  nación;   donde es necesario que venga un Papa para reconocer que acude más gente a Misa los domingos que a  los campos de fútbol,  lo que no es obstáculo para que se ejerza una política de hostigamiento hacia los sentimientos religiosos mayoritarios y de tolerancia constante hacia confesiones, desde las que frecuentemente se llama a la guerra santa contra Occidente. Un país donde se dialoga con terroristas, y se margina a sus víctimas., sin reconocer que cuatro decenios de asesinatos   no pueden acabar sino con vencedores y vencidos, nunca como hermanos reconciliados.

Un Tea Party español que haga normal, lo que es normal y abandone el mesianismo  de transformar una sociedad cuya misión nadie le encomendó.  Lo está comenzando a hacer Estados Unidos, y como siempre ocurre, dentro de varios años, ocurrirá también en nuestro país.

5 Comments

  • By La mano invisible, 16 noviembre 2010 @ 22:39

    Es intolerable lo que nos cuenta D.Gato , gente organizándose por su cuenta…!además sin subvenciones!

  • By Garfield, 17 noviembre 2010 @ 13:49

    Don Javier, yo me tomaría un Darjeeling con dos terrones de azucar, que lo empiezo a necesitar.

  • By manolo ruiz, 18 noviembre 2010 @ 10:46

    ¿por que no se organiza algo parecido en España?. Nos pasamos la vida quejandonos en las tertulias de los cafes y a la hora de actuar, nada

  • By gatorabioso, 19 noviembre 2010 @ 20:43

    porque en España existe un sentimiento reverencial hacia la autoridad desde hace varios siglos. Pese a lo que se dice sin conocimiento de la historia, probablemente España haya sido el pueblo de Europa que menos se ha alzado contra sus gobernantes y que menos enfrentamientos civiles ha mantenido. Nos dejamos gobernar dócilmente … «dios, que buen vasallo si hubiera buen señor»

  • By La mano invisible, 22 noviembre 2010 @ 8:33

    Caramba D.Gato…llamando a estas alturas a las barricadas.

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