NO SOLO ECONOMIA

Articulo publicado l LA GACETA de INTERCONOMIA el 11 noviembre 2011

Con las arcas públicas vacías y endeudadas por la inoperancia socialista, nadie tiene la menor duda de que el futuro gobierno deberá hacer frente a una situación de auténtica emergencia, ante la gravedad de una situación económica que ha conducido a la proximidad de quiebra nacional y el mayor número de desempleados de Occidente. Una preocupada ciudadanía teme reducciones de los sistemas públicos de educación, sanidad y prestaciones sociales, imposibles de mantener si no se reduce el desempleo y se revitaliza la vida económica. La gente ha detenido el consumo y teme por sus ahorros, los empresarios se han visto obligados a reducir su actividad ante la falta de crédito y los bancos intentan sobrevivir a sus deudas, buscando dinero en lugar de prestarlo, mientras todo se paraliza, en un infernal círculo vicioso que conduce al marasmo y empobrecimiento generalizado. Se habla de los gigantescos intereses de la deuda pública, del diferencial con el bono alemán, de la amenazante intervención de la economía española. Para todo el mundo, la percepción del futuro es que la fiesta se ha acabado, que las alegrías de otros tiempos tardarán en regresar y que se imponen años de sacrificio y esfuerzo. Y este deberá ser el sincero mensaje del gobernante si pretende recuperar la confianza perdida, exponiendo con claridad la situación en que nos encontramos, no solo como una maldita herencia recibida, sino como un desafío al que es preciso hacer frente.

Pero, aunque el vil dinero es algo muy serio, serán necesarias también, la toma de medidas inmediatas que permitan asumir los sacrificios que se van a pedir. España precisa acometer con urgencia tres retos fundamentales: la normalización de la justicia, la recuperación de la dignidad nacional y la reforma de la educación.

No existe democracia sin separación de poderes y en nuestro país ésta es casi una quimera. El descrédito del sistema judicial ocupa un lugar destacado en la mentalidad de las gentes. En los últimos años, la justicia ha derivado hacia la servidumbre política, lo que desnaturaliza su misión. Junto a la independencia de los comportamientos judiciales hay que tomar medidas inmediatas que acaben con la algarada callejera permanente, la impunidad y reiteración de muchos delitos llamados “menores”, la lentitud de los procedimientos, el incumplimiento de sus dictados, la permisividad frente a quienes vulneran la convivencia o las constates provocaciones hacia la Jefatura del Estado, bajo la excusa de proteger la libertad de expresión. Existen fronteras que si se cruzan, conducen a futuros inciertos, cuando lo que necesitamos son certidumbres.

En segundo lugar, hay que recuperar el sentimiento de dignidad nacional. Tras humillantes concesiones en aras de una supuesta pacificación, hoy el terrorismo ha alcanzado las metas que se propuso, dejando tras sí casi un millar de víctimas. Un Estado digno jamás negocia con delincuentes ni se rinde a sus amenazas. Ninguna pacificación justifica la claudicación a las demandas de quienes usaron el terror durante décadas dejando tras sí un sangriento reguero de víctimas. La disolución de ETA no puede acabar en pacto alguno, sino con su rendición y el cumplimiento de las penas dictadas por los tribunales.

La recuperación de nuestro dignidad incluye también una revisión del Estado Autonómico, que se ha convertido en un lastre económico inviable en la situación actual, no solo por su costo, sino por haber puesto en riesgo el concepto de unidad nacional, derivando hacia un taifismo de regulaciones, incompatibles con la eficiencia del mundo moderno. Hemos sido testigos de cómo se desprecia el aprovisionamiento energético o se eliminan planes hidrológicos, mientras los representantes autonómicos se enfrentan adjudicándose la titularidad de las aguas, como quien reclamara la posesión de las lluvias o del sol. Hemos soportado el chantaje del localismo y financiado inventadas deudas históricas sin rechistar. La sociedad europea tardó siglos en alcanzar unos niveles equiparables de derechos y obligaciones comunes pero hemos descuartizado la Constitución en 17 interpretaciones, donde se cuestionan los símbolos únicos y se cede ante las demandas de cualquier nacionalismo que reniega de España. Es una labor que otros países ni se cuestionan, donde cualquier ciudadano carece de las dudas existenciales que envenenan nuestra convivencia.

Finalmente, debe acometerse como prioritaria, la reforma de la educación, donde asienta la mayor riqueza de un país moderno, cuando las materias primas y la producción masiva de bienes ya no son patrimonio del mundo occidental. Una gran parte de nuestra lamentable política educativa procede del vergonzoso nivel formativo de la enseñanza secundaria, desorientada por continuos vaivenes, donde los informes periódicos elaborados por la Unión Europea repiten las señales de subdesarrollo que nos lastran: insuficiente base en matemáticos y ciencias afines, ausencia de bases humanísticos, incapacidad de expresión hablada o escrita y mínimo conocimiento de idiomas en un mundo globalizado.

No todo es por tanto economía, aunque en la mente de todos está la necesidad de medidas decididas que reaviven la actividad de un país al borde de la quiebra por ocho años perdidos, que ha dejado tras sí una quinta parte de su población activa en el desempleo.

Casi nada.

2 Comments

  • By La mano invisible, 14 noviembre 2011 @ 0:26

    Por supuesto, no es la economía, es hora de la política digna.D. Gato con su permiso recomiendo en este su espacio la lectura del primero de los libros de Adam Smith, el escocés lo escribió en 1759 y fué traducido pro primera vez a lengua española en 1997, se titula «La teoría de los sentimientos morales»

  • By El Excéntrico Memorable, 20 noviembre 2011 @ 23:27

    Efectivamente. «Ke tora katharsis!» gritaban los griegos cuendo Papandreou «el viejo» dejó a su joven azafata Mimi enquistada en el PASOK. Ahora, aquí también, es el momento de la catársis. «Sin acritú», eso si, que no tema Alfonso por su sueldo. Pero alguien, algún día, tendrá que terminar con el aprobado general, el buenismo estúpido, el aborto de las menores de edad, las banderas republicanas (al menos mientras sigamos siendo monarquía), las subvenciones, el guerracivilismo, etc.etc. Como leí o escuché hace poco «el día que en España los niños dejen de llevarse las tizas a casa y los funcionarios no manguen los bolígrafos» estaremos en el camino de la salvación. Entre tanto, Rodríguez Zapatero ha dejado este país en la ruina económica y moral. No sé como tan pocos pudieron hacer tanto daño.

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