DE FIESTA
Articulo publicado en LA GACETA de Interecono mia el 29 de diciembre de 2011
Tengo ante mí la relación oficial de días festivos del año transcurrido: catorce a nivel nacional, dos de ellas en domingo, que se trasladaron al lunes. Observo además, la existencia de tres «acueductos«: se inició el año con un “macro puente” desde el miércoles 5 de enero al lunes 10 al que siguió a una Semana Santa desde Jueves Santo a Lunes de Pascua, para completarse con el tradicional “puente” de diciembre, con fiestas en martes y jueves (Constitución e Inmaculada). A estas festividades hay que añadir las de carácter autonómico, y las de poblaciones importantes o locales, variables de unas comunidades a otras. Y así resulta que todos los meses del año están llenos de días festivos: siete en febrero y agosto, ocho en mayo y nada menos que diez en septiembre y octubre, correspondientes a sus respectivas vírgenes, santos, patronos y conmemoraciones oficiales, en muchos casos prolongadas como “Semanas grandes”, “Carnavales”, “Ferias de abril”, «Fallas» , “Sanfermines” …
A este jolgorio hay que sumar los 53 domingos y sus correspondientes sábados, más los seis «moscosos» de los funcionarios del Estado y las festividades patronales de muchos gremios, empresas o profesiones. Para el mercado laboral español entre vacaciones, festivos de todo tipo y fines de semana se descansa más del 40 % del año, lo que convierte a España en el quinto lugar del mundo con el mayor número de vacaciones.
Muchas fábricas, bancos, empresas de servicios, industrias del transporte, etc… reducen marcadamente su actividad al encontrarse con los festivos de sus clientes, proveedores o administraciones públicas. A estos números hay que añadir las horas perdidas por huelgas y sus consecuencias en otros sectores laborales. Bien es verdad, que las centrales sindicales no se han significado mucho en este aspecto a lo largo de la legislatura socialista, — una huelguita general simulada con gesto crispado — pero con toda seguridad, despertarán de su modorra reivindicativa en los próximos meses.
No voy a hacer cálculos respecto a la realidad de las horas en que se trabaja, pero sí recordar que España es el único país del mundo desarrollado donde se contempla la «media hora del bocadillo” o del “desayuno«, incluida en la jornada laboral y donde el “cafelito” es un ritual al que nadie renuncia y que nunca figura en las estadísticas oficiales. Según los datos aportados por la Organización Internacional del Trabajo, en la Unión Europea y España trabajan una media de 1.700 horas anuales, Canadá, Estados Unidos y Japón 1.780. Singapur, Tailandia, Malasia y Corea del Sur, 2.100 y en Hong-Kong, 2.222. Nos encontramos por tanto en el podio por el escaso número de horas trabajadas y, peor aún, conseguimos el primer puesto con un rendimiento mínimo en la “zona Euro”, donde casi todos los países triplican la productividad horaria española. Por si fuera poco, a estas cifras hay que añadir quienes han construido sus vidas sobre la subvención por desempleo y quienes, dramáticamente, carecen de él.
Pero, ¿para qué nos vamos a engañar?. En nuestro fuero interno aún se mira al trabajo como maldición divina, y vivir sin dar golpe, cumplir horarios leyendo la prensa o comentando el partido del domingo, obtener una baja laboral prolongada, etc… son prácticas habituales. De igual forma que el fraude fiscal se contempla con irritación y envidia, el laboral no se queda a la zaga. Al trabajo, frecuentemente mal hecho –la chapuza– se añade el simplemente, no realizado: la holganza. Por mucho que los sindicatos acusen a los empresarios, el verdadero adversario del trabajador español es el trabajador extranjero: aquel que disfruta de muchos menos festivos al año, produce con mayor calidad y posee menor intervencionismo sindical de por medio, cobijo donde muchos han preferido la más cómoda y segura misión de liberarse para, sin dar golpe, regular las condiciones de quienes de verdad trabajan.
¿Se puede seguir con esta falsa actividad es un país que carece de productividad frente a sus competidores?. ¿Se puede hacer frente a la actual crisis en estas condiciones?. Salvo que busquemos la riqueza en los juegos de azar o, lo que no es raro, por algún chanchullo más o menos disfrazado de legalidad, el único modo conocido de ganarse la vida es mediante el trabajo. Y además, ha de estar bien hecho. La crisis de multitud de empresas españolas radica en su escaso rendimiento, en que sus productos no tienen mercado por elevados costos, impuestos, contratos laborales, convenios colectivos…y por la escasa laboriosidad.
Si no estamos dispuestos a aceptar estas realidades, a corregir esta holganza nacional, seguiremos engrosando el número de parados y un progresivo descenso en nuestra calidad de vida. Eso sí, estaremos de fiesta, con toros pero quizás sin pan.
2 Comments
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By La mano invisible, 30 diciembre 2011 @ 15:46
Es vd.un subversivo, pretender que se trabaje más…que cosas ¡¡
By El Excéntrico Memorable, 30 diciembre 2011 @ 20:56
El reciente decreto aumentando las horas de trabajo de los funcionarios incrementará los costes asociados al uso de internet, electricidad, y aseos. El que los funcionarios permanezcan más horas en sus oficinas no implica, en absoluto, que trabajen más y mejor sino todo lo contrario. Allá por 1978 las limpiadoras de mi empresa me pidieron una carta solicitando que no hubiese despidos. Mi texto incluía la frase «nos compremetemos a una mayor productividad en nuestra jornada laboral». No aceptaron mi carta. Hoy todavía hay quién se resiste a ser controlado por la empresa para ver el uso que hacen de internet a lo largo del día. Y tampoco han desaparecido los que se llevan grapadoras, bolis y papel a casa. No todo el mundo es así, de acuerdo, pero…