JUGUETES ROTOS
Publicado en LA GACETA de Intereconomia, sabado 25 febrero 2012
Siguen apagándose dramáticamente los artistas más admirados del mundo musical. Son estrellas fugaces que dejan una estela de admiración, y se extinguen para caer en la negrura de un oscuro mundo. Cuando aún no nos habíamos quitado el luto por el funeral de Amy Winehouse, emborrachada de alcohol y drogas, Whitney Houston, el alma del soul y el góspel, acaba de entonar su último “I always love you”.
Murieron víctimas de sus propios excesos cayendo en los pozos sin fondo de la desesperanza o haciendo equilibrios, con el alcohol y las drogas, sobre la oscilante cuerda de la vida.. Cuando les acosa la amenaza un mundo sin paraísos de heroína, cuando la juventud se disuelve en la decadencia del cuerpo, es frecuente que los ídolos del momento aparezcan muertos en la soledad de sus mansiones o en anónimas habitaciones de hotel, sin más compañía que un tubo de pastillas, tras el cual cae el telón de su última actuación. Aún no hace tres años en que Michael Jackson, el artista de color incalificable, detuvo el ritmo sincopado de su corazón tras ingerir uno de sus habituales cocktails de sedantes pese a una vida envuelta en máscaras protectoras o burbujas de oxígeno reparador. Así desapareció Jimmy Hendrix, el guitarrista héroe del festival de Woodstock e ídolo del movimiento hippy que se durmió para siempre tras una borrachera de drogas. Así, hinchado de estimulantes, Elvis Presley, agitó por última vez la pelvis en el váter de su mansión de Tennessee, para iniciar su inmortalidad. Lo mismo ocurrió con Sed Vicious, del provocador grupo Sex Pistols, disfrutando de la heroína hasta morir ahogado en ella. Y Jim Morrison, quedó sedado para siempre en su bañera con la jeringuilla colgando de un brazo. Mucho antes, un lejano verano, Marylin Monroe se durmió eternamente envuelta con los aromas de Chanel nº 5 y fenobarbital, Violeta Parra se pegó un tiro en una vacía carpa circense olvidando su inmortal “Gracias a la vida” y Judy Garland cantó su último “Somewhere under the rainbow” entre anfetaminas y alcohol.
Los artistas siempre mostraron una línea trasgresora enfrentada a la apacible tranquilidad de las sociedades burguesas. En épocas pasadas, admirados por su público o ignorados por él, morían devorados por la tisis, como Schiller, como Bécquer, Schubert, como Chopin, como Modigliani, como Kakfa, o por fiebres fulminantes como ocurriese pasó con Tschaikowsky, con Rimbaud, como Rilke, como Mahler invadidos por la sepsis y tratados con cataplasmas. Algunos decidían apartarse del mundo y matarse, como Mariano José de Larra, como Van Gogh, como Rothko, como Hemingway, hundidos en las nubes grises de sus depresiones. Y muchos se ahogaron en alcohol como Alan Poe huyendo de sus terrores, como Toulouse Lautrec en sus noches de cabaret o como Edith Piaf que nos cantaba “Non, Je ne regrette rien” con voz de ginebra y soledad.
El Sida mató a Rock Hudson, acabó Freddy Mercury y su «Bohemian Rapsody», a Víctor Nureyev, mientras otros esperan su turno. Y la velocidad por llegar rápido, no se sabe adónde, acabó con James Dean, aplastado en su descapotable en el desierto de Nevada, con Jackson Pollock, que esparció su sangre como un último dripping sobre el asfalto de una carreta. También, un atardecer, junto a Central Park, John Lennon cayó abatido por uno de sus fans, que le quiso eternamente muerto, mientras silbaba despreocupado su “Lucy in the sky with diamonds” la canción dedicada al LSD.
Otros, envejecen y se convierten en iconos de su arte. Aun nos quedan Bob Dylan, Charles Aznavour, Barbra Streisand, Tina Turner, Elton Jhon, Joan Manuel Serrat, junto al recuerdo de un Frank Sinatra con smoking o con sombrero borsalino ladeado, y la nostalgia de aquellos Beatles de la década prodigiosa con sus sorprendentes disonantes acordes, del alegre estallido de ABBA, de un imposible dúo entre Louis Armstrong y Diana Ross, de María Callas con el metálico timbre de una voz inigualable o de Leonard Bernstein enseñando a los ángeles la coreografía de “West Side Story “.
¿Quién será el próximo juguete roto que apagará la estela de su brillo?
By La Mano Invisible, 27 febrero 2012 @ 13:06
Del insondable misterio de The Rolling Stones vivitos y de gira continua que podemos decir….el lider intelectual del liberalismo cántabro tiene respuesta para ello…?
By leetamargo, 28 febrero 2012 @ 14:25
…Asimilar el éxito también es un arte. No es fácil resistirse a estar siempre en la cresta de la ola. Vértigo fatal.
Saludo, Javier:
LeeTamargo.-
By simeon, 5 marzo 2012 @ 12:48
Los Rolling nunca me gustaron. Personalmente creo que no pueden compararse a los Beatles ni otros grupos de los 70, como Queen o Abba
By javier, 5 marzo 2012 @ 12:53
gracias Luis por el comentario. El éxito, junto a la droga, ha vuelto loca a una generación de grandes artistas, desperdiciándose su talento.