MONSTRUO DESPILFARRADOR
Publicado en LA GACETA de INTERECONOMIA,
5 marzo 2012
Hace más de tres décadas, para salvar una situación política concreta, se inició la creación del Estado Autonómico, transfiriendo casi todas las funciones centrales a niveles regionales. Coincidiendo con el establecimiento del régimen democrático, en la mentalidad de las gentes ha quedado identificada la organización autonómica del Estado ligada al concepto de democracia, pero desde el comienzo, se cayó en la falsedad de aceptar inexistentes pasados históricos y a su sombra, se crearon Autonomías sin más base política que actuar de contrapeso frente a las demandas de los nacionalistas.
La creencia de considerar al centralismo como una lacra es insostenible, cuando es común en numerosos países, como Francia, Holanda, Austria, Japón o los tan admirados escandinavos. Otros, como Alemania, Suiza, Bélgica, Estados Unidos, Canadá, Brasil, México, Australia, incluso el Reino Unido, se crearon como suma que edificaba una construcción nacional y no se acercan ni en sueños al sistema desintegrador español, asomado más al desgraciado ejemplo yugoeslavo. Con la falsedad de que el poder estatal centralizado era un lastre, éste fue sustituido por 17 administraciones, a las que les faltó tiempo para mimetizar la organización central con resultados opuestos a los pretendidos: provocaron la duplicidad de servicios, generaron más gasto y endeudamiento, fomentaron la desigualdad y multiplicaron los ámbitos de decisión política originando continuos enfrentamientos entre los intereses locales y los nacionales. Y a su sombra, creció un mundo de corrupción y clientelismo, que nos devuelve la España negra del caciquismo institucionalizado, donde los “barones” del poder administran sus Taifas regionales y condicionan la política nacional.
La afirmación generalizada de que las autonomías han sido fuente de progreso es una falacia que oculta su inmenso costo económico, cuya realidad se ha mostrado en el abismo deficitario creado. Se ha derivado hacia el crecimiento de un monstruo despilfarrador e insolidario donde el ciudadano se ve envuelto en una red de normativas que impiden la necesaria coordinación económica, dificultan la actividad comercial, limitan las posibilidades de trabajo fuera de una comunidad, condicionan la educación y levantan odios antes inexistentes. Todo a cambio de generar una deuda inmensa.
Todo el desvarío autonómico, derivada de una situación política que intentó garantizar la incorporación de los nacionalistas a las tareas comunes ha servido desde su inicio, justamente para lo contrario. En contadas ocasiones los nacionalistas han apoyado algo sin beneficio directo y peor aún, señalaron el camino a otros. Donde antes solo existían nacionalistas vascos y catalanes hoy tenemos ya a sus alumnos gallegos, canarios, navarros, mallorquines y aragoneses, amparados por una ley electoral que alimenta el sistema, todos ellos esforzados en una orgía de gasto y endeudamiento, despreciando la generación de recursos propios, con la seguridad de que los presupuestos del Estado se encargarían de cubrir los costos de una loca política económica.
Mientras, la Unión Europea y la globalización mundial tienden a la unificación de normas, mercados, titulaciones, y al empleo del inglés como lenguaje común, aquí seguimos el camino inverso. En España la merienda de negros hambrientos en que se ha convertido el concepto de Estado deriva a la imposible exigencia de conseguir políticos de suficiente preparación para mantener un nivel decoroso de 17 parlamentos, con sus respectivas consejerías y direcciones generales. Junto a ello sus representantes adoptan rango de paletos jefes de Estado, buscan su presencia individual en la comunidad internacional, se añade la imposición del idioma lugareño ahuyentando empresas, docentes, funcionarios o médicos por exigencias lingüísticas. Se usan traductores para los asuntos más nimios, se subvencionan estudios de localismo diferencial, se desprecia la Constitución y se amenaza con la segregación e insumisiones fiscales. Y así, tras un esperpéntico desfile de despropósitos, todas construyen identidades falsas sobre inexistentes pasados gloriosos, venerando banderas e himnos que son remedos del folklore popular.
Ninguna nación moderna puede sobrevivir ahogada en un mar de decisiones contradictorias, donde primero han de colmarse las ansias locales y luego los proyectos de alcance nacional. No hay posibilidad de mantener funciones, obligaciones, derechos comunes ni recursos económicos capaces de sostener diecisiete parlamentos con poderes legislativos propios, y una dispersión de normas y gastos cuya realidad más trágica se nos ha mostrado al surgir una crisis a escala mundial que solo en el último año, en plena crisis económica, ha incrementado sus deudas en casi 18.000 millones de euros, ignorando cualquier sentido de previsión y sensatez. En este contexto, se pide al Estado que resuelva una situación dramática, cuando éste carece de los medios para hacerle frente, tras haber cedido sus poderes a la irresponsabilidad de múltiples organizaciones periféricas incapaces de aunar sus esfuerzos, pero generosas en gastar un dinero que ni siquiera tenían.
La pregunta final es obvia: ¿para qué ha servido el Estado de las Autonomías?
By La mano invisible, 20 marzo 2012 @ 7:12
Desde la reunión del Comité Ejecutivo de UCD en donde decidimos y votamos que adelante con la cosa autonómica, nunca pude imaginar la loca deriva que se ha producido. Importante por el coste económico , pero mucho peor por la quiebra democrática que supone diferenciar obligaciones y derechos de los Ciudadanos en función del territorio de rsidencia.
By Marcelino Pelayo, 20 marzo 2012 @ 10:51
Estoy en las antípodas de cómo piensa Federico Jiménez Losantos, que hoy me ha sorprendido con una joya de opinión, y que confirma que la dinastía borbónica, como sabemos todos a los que nos gusta la historia, no ha sido nada beneficiosa para España (recorto y pego el artículo):
———————————————
LA NACIÓN SIGUE “MUY POR ENCIMA DE SUS AUTORIDADES”
Federico Jiménez Losantos/20-03-2012 (Libertad Digital)
Aunque el nivel general de los discursos del Rey sigue siendo aterradoramente bajo, casi subterráneo, a veces una frase brillante, por lo común un acto de humildad o de arrepentimiento histórico, recuerda lo que podrían ser los discursos de la Corona si la Corona tuviera quien le escribiera los discursos. Se dice que en los años de la Transición le escribieron algunos Julián Marías y el periodista Cándido, buena elección. Lo sería mejor hoy, cuando en plena crisis nacional nos gustaría ver al Rey ahorrándose banalidades que aburrirían a un alcornoque y que suenan a herrumbrosa hojalata de bote. A veces, como en el discurso a Iberoamérica emitido en la mañana de este 19 de Marzo, huelen a rancio que apestan.
Y sin embargo, basta una frase a tiempo para realzar un acontecimiento, subrayar lo importante, reconocer el mérito de personas o instituciones que derrocharon valor y sacrificio en situaciones difíciles, si no imposibles. Con la perspectiva del tiempo, es más fácil lograr una síntesis afortunada de una serie muy lejana o demasiado prolija de hazañas españolas, que lo fueron siempre de españoles, conciudadanos, connacionales, paisanos.
«La Nación»-ha dicho el Rey en el segundo centenario de la Constitución de Cádiz- «estuvo muy por encima de sus máximas autoridades, y destacó por su dignidad, su heroísmo y su generosidad». Cierto, certísimo. No todas las autoridades y dirigentes se arrastraron como su retatarabuelo Fernando VII y su padre Carlos IV a los pies de Napoleón. Pero todas las grandes instituciones lo hicieron. Como contamos César Vidal y yo en el tomo III de nuestra Breve historia de España, el Ejército, la Iglesia y la nobleza rivalizaron en cobardía y mezquindad.
Y no sólo se rindieron a los franceses sino que censuraron, persiguieron y hasta excomulgaron a los patriotas que se negaban a aceptar el yugo napoleónico. Generales, obispos y los dos reyes borbones rivalizaron en felonías por lo civil, lo militar y lo religioso. Por tanto, si cabe interpretar lo de «máximas autoridades» como una clara referencia a Fernando VII y Carlos IV, que rivalizaron en obsequiosidad ante Napoleón para entregarle la Corona de España y su enorme imperio, no es menos cierto que los dirigentes, en general, fueron igualmente viles.
Y es esa vileza generalizada, desde el Rey al último mono, esa desvergüenza, y esa corrupción compartida guarda una aterradora semejanza con lo que sucede hoy en España. La Nación ha dejado que el Estado se corrompa hasta el tuétano; las instituciones representativas son la viva imagen de los cuarenta, si no cuarenta mil, ladrones; y la Familia Real cobija émulos de Alí Babá. Bien está, pues, reconocer la verdad histórica y lamentar los errores y traiciones del pasado. Si no se repitieran en el presente, estaría muchísimo mejor».
Y yo añado a lo dicho en este artículo por Losantos, cuya beligerancia intelectual me saca de quicio mayoritariamente, que se trata de una tribunal muy interesante para cualquier clase de historia de bachillerato sobre La Pepa y los Borbones, que desde que murió Felipe II han vivido de espaldas al pueblo.
By Gunther Rebell, 20 marzo 2012 @ 12:22
Coincido en algunas cosas -no en todas, por supuesto- con Javier, pero sobre todo en ese párrafo de denuncia absolutamente lúcida. «En España la merienda de negros hambrientos en que se ha convertido el concepto de Estado deriva a la imposible exigencia de conseguir políticos de suficiente preparación para mantener un nivel decoroso de 17 parlamentos, con sus respectivas consejerías y direcciones generales».
Coincide el señor Doménech con el poeta y profesor de Instituto Luis Alberto Salcines, quien, en una reciente entrevista a doble página en «El Diario Montañés» (04-03-2012), decía en alta voz que «a cada nuevo poder le sigue la caza de brujas. Pocas veces se procura la idoneidad del nombrado con su función». Yo también suscribo lo que piensan Doménech y Salcines: el nivel de preparación de los dirigentes políticos se basa en la fidelidad al partido, y no en méritos intelectuales y de gestión. Y Cantabria no se escapa a este problema ¿a qué no don Alfonso?
By Lázaro Wolfe, 20 marzo 2012 @ 12:48
Totalmente de acuerdo con el articulista, y con el comentario de Rebell, a propósito de los relevos en el poder político, cuando se usa lamentablemente por el partido ganador esa frase tan ligada al nepotismo: “Temblad, pedazo de sinvergüenzas, que ahora nos toca gobernar a nosotros”. ¡Qué país tan cainita! O estás conmigo o estás contra mi. Por eso los que no tenemos carné político es casi imposible que lleguemos ni siquieras a los aledaños del poder.
By Torcuato Segura, 20 marzo 2012 @ 12:58
Comienzan a «desaparecer» los comentarios que no gustan al editor de «Opiniones Libres». Se acabó este reducto de libertad. Pero qué poco ha durado. Y eso que aquí nadie insulta a nadie. Se le cayó la etiqueta de liberal ¡qué le vamos hacer! Fue bonito mientras dura. La patita liberal tenía, como es lógico, estaba inclinada a la derecha. Pero usted y yo, don Alfonso, seguiremos siendo amigos, no lo dude.
By John Dos Pasos, 20 marzo 2012 @ 18:30
No puedo creer que Del Amo sea un inquisidor o un censor a la vieja usanza. Esto que cuenta Torcuato en su comentario no puede ser verdad. Alfonso es un liberal de derechas, como debe ser, incapaz de borrar los mensajes de los internautas que echan una ojeada a «Opiniones LIBRES». Pero qué se creerá esta gente de izquierdas, que arrasa con cuanto se encuentra a su paso. Un poco de respeto con los liberales conservadores que hemos luchado tanto por la libertad en España y en Cantabria.
By Juan Torquemada, 23 marzo 2012 @ 19:11
Y yo, salvo censura del editor, que a veces ocurre borrando lo que no le gusta, respondo a la pregunta final del articulista. El Estado de las Autonosuyas ha servido, en gran parte, se diga lo que se diga, para crear más empresas y fundaciones pública, asesorías y canongías y pesebres varios. De esta forma, el PP y el PSOE -más regionalistas y nacionalistas- se han empleado a fondo para colocar a todos aquellos incapaces de sobrevivir al margen de la política. Que no es tu caso, Javier, que conste bien alto, como saben tus compañeros médicos del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en donde has demostrado ser buena gente y un gran profesional.
By Miguel Tagle Diego, 29 marzo 2012 @ 2:57
Pues bien mirado, creo que tienes razón, amigo mio. Saludos.
By javier, 2 abril 2012 @ 9:16
gracias a todos por vuestros comentarios. Responderos uno a uno sería un ejercicio repetitivo e inútil. Lo que sí me parece importante es que hoy pueda hablarse abiertamente de las autonomías como problema, y este mismo tema , si hubiera surgido hace pocos años , sería motivo de escandalera global
By Alfonso del Amo-Benaite para D. Torcuato, 7 abril 2012 @ 20:22
Solicitando perdón por adelantado a D. Javier Domenech por entrar en su «negociado». Únicamente aclarar a D. Torcuato que este editor no quita ni pone comentario alguno, en cada uno de nuestros blogs el titular del mismo es quien lo hace. Por lo tanto no quito cometario alguno, porque no puedo y lo más importante, no quiero.