¿NO TIENE USTED DECENCIA?
Publicado en LA GACETA de INTERECONOMIA el 8 abril 2012
En Alemania un ministro dimitió por haber copiado parte de su tesis en sus años de juventud universitaria, hace unas semanas lo hizo el presidente Wulff por haber recibido una serie de regalos y aceptación de un coche de lujo… y ahora , se descubre la copia de una tesis doctoral que provoca la dimisión del presidente de Hungría. En Inglaterra, otro ministró cesó por no haber pagado una multa de tráfico ocurrida diez año atrás. En Estados Unidos, un presidente fue expulsado de su cargo por haber mentido a los jueces que le interrogaron y varios de sus consejeros – equivalentes a ministros en el sistema europeo – fueron encarcelados por encubrimiento de prácticas ilegales realizadas en la Casa Blanca. En Francia, los ex presidentes Giscard y Chirac, envueltos en escándalos financieros, debieron someterse a los tribunales de Justicia.
En este país, el estraperlo de la postguerra, el aceite de Redondela, el caso Matesa, y otros escándalos económicos se solucionaron con la condena de algunos testaferros, mientras quedaban indemnes los mayores responsables. En la España actual nadie se ha visto obligado a dimitir como consecuencia de una actividad económica inmoral. Hay que remontarse a los viejos tiempos republicanos cuando cayó el gobierno Lerroux por escándalo de las ruletas trucadas y los regalos que dieron origen al estraperlo, o mucho más atrás, cuando el duque de Lerma fue públicamente ajusticiado por enriquecimiento ilícito.
Los años del socialismo felipista fue época de continuada corrupción iniciada en un despacho del hermano del vicepresidente Guerra distribuyendo favores a cambio de dinero, al que siguieron los escándalos originados en la Dirección de la Guardia Civil, la inmobiliaria PSV patrocinada por la UGT, la opacidad del caso de Banca Catalana, el Boletín Oficial del Estado, el comportamiento del Banco de España y su presencia en la ciénaga de Ibercorp, la Comisión de Valores de Bolsa, el asunto Filesa, la Expo de Sevilla, las torres Kio, la construcción del Ave… y fueron necesarios largos procesos para que sus responsables acabasen encarcelados, pero durante largo tiempo se les amparó fervientemente bajo un manto de presunción de inocencia. Ahora, Andalucía hierve en una caldera de corrupción por el continuado desvío de fondos públicos en provecho de los políticos locales. Desde las subvenciones a los hijos del presidente Chávez, hasta la desviación de los dineros dedicados a los desempleados, desde los sobornos de Mercasevilla, hasta la elaboración de informes fraudulentos. Por una casta política asentada en su moderno sultanato.
En los últimos tiempos, el uso del poder y la relación con la distribución del favor económico y de la influencia dirigida ha tenido su mayor esplendor en la Agencia Intermoney, epicentro de los mayores escándalos dirigidos con la connivencia de los responsables políticos, cuyos tentáculos incluían el asalto al BBVA, la OPA de Gas Natural a Endesa que acabó con la mayor compañía energética española en manos italianas o con los turbios asuntos de la operación Gurtel, la corrupción generalizada bajo el manto de la Junta de Andalucía y las actividades del duque de Palma y su entramado de empresas asesoras. Ahora, junto al derrumbe económico del país, sabemos que un ministro negociaba sus comisiones en las gasolineras, algunos se enriquecían con negocios de hípica e intercambios inmobiliarios, mientras otros, más sagaces, se aseguran puestos millonarios en consejos de administración de empresas eléctricas a las que favorecieron con sus decisiones de ordenación energética o pasan a ser miembros del Consejo de Estado, al cual hundieron en una catástrofe económica.
En Estados Unidos al final de los años cincuenta un viejo senador casi desconocido, Joseph Welch, plantó cara al temido McCarthy que había desatado en su país una caza de brujas y una política de terror en los ambientes políticos y culturales mediante la utilización de documentación y amenazas falsas:
–¿No le queda a usted un mínimo de decencia?
Fue suficiente. No hubo que recurrir a tribunal alguno. El sentimiento de la decencia, firmemente anclado en el ser humano, se convirtió en el arma principal para arrinconar a un inquisidor que había utilizado su poder para amedrentar a un país.
No es el caso de España, donde es un valor oculto, arcaico, casi vergonzoso. Ya que no la justicia, al menos, alguien debería preguntar a cualquiera de los responsables donde guardan el más elemental sentido de la decencia. Pero tengan por seguro, que en un país donde testificar ante un tribunal es tan solo un trámite desagradable, donde el falso testimonio no se tiene en cuenta, y donde la fidelidad de la tribu es más firme que los principios éticos más elementales, no ocurrirá nada. Todo lo más, el llamado “pago político”, que apartará al condenado de su actividad pública, pero nunca la devolución del dinero robado.
Denlo por hecho.
By La Mano Invisible, 8 abril 2012 @ 20:43
Me habría gustado estar viendo lo de Lerma.
By Monte Louro, 9 abril 2012 @ 14:37
Es curioso que la izquierda española haya ocultado los grandes desmanes de la derecha cuando le ha convenido pactar el silencio de los suyos. Tanto derechas como izquierdas han acordado un «no» a cualquier regeneración. La izquierda se beneficia de ese pacto porque ante los militantes siempre será «pura», mientras la derecha se pierde en sus complejos. Cuando Albert Camus le cantó las verdades a la izquierda francesa se convirtió en un apestado. Su rival más envidioso, Jean Paul Sartre, renunció al Premio Nobel para intentar ponerlo en evidencia (?). Hay alguna sospecha de que el accidente que causó la muerte de Camus pudo ser premeditado. No lo sabemos, pero sí sabemos que tanto Sartre como su insigne compañera Simon de Beauvoir se valieron de la plataforma universitaria e ideológica para acostarse con cuanto jovencito o jovencita les apeteció. La izquierda española se ha esforzado, cuando ha tenido el poder, en crear una sociedad dócil, acostumbrada a la autosatisfacción y al mínimo esfuerzo. Es como una endogamía de masturbadores que prefiere sus soledades a la relación con los que piensan de otra forma. Como se vé en algunos personajes consuetudinarios, el odio de algunos izquierdistas a la derecha es tan grande que hasta prevalece sobre los propios afectos e intereses. Prefieren hundirse a sí mismos con tal de hundir también a la derecha. Cuando alguién haga el estudio marañoniano de esta sociedad nuestra se sorprenderá de ver que pudieron existir alguna vez este PSOE y estas autonomías de psicópatas y manipuladores. O, lo que es peor: de cómplices a uno y otro lado del espectro político.
By leetamargo, 11 abril 2012 @ 12:30
Hablar de ética suena a demagogia cuando la política se ha convertido en un negocio que ha arruinado a este país, y al que ya no le basta para sostenerse con sangrar a los ciudadanos que trabajan, cada vez menos, por cierto. Todo un desafío para cualquier Justicia que se precie…
¡Un saludo ,Javier!