EL GRAN LEVIATAN
Publicado en LA GACETA de INTERECONOMIA el 9 de mayo de 2012
A veces quienes dirigen la economía mundial sorprenden con declaraciones dignas de un catálogo de horrores. La presidente del FMI ha pedido retrasar la edad de jubilación conforme aumente la esperanza de vida y aplicar simultáneamente una bajada de las pensiones con el fin de mantener un sistema que permita sostener con cotizaciones más prolongadas a una población envejecida. Así, los ciudadanos no solo han de trabajar más años pagando una parte sustancial de sus ganancias y su esfuerzo, sino que además, cuando esperen verse atendidos, el Estado de Bienestar que contribuyeron a mantener, les reducirá las aportaciones y sus servicios. Y todo ello argumentando la presencia de un inexorable envejecimiento de la población “inesperado” – según la presidenta del FMI – y que implica un grave “riesgo financiero para los gobiernos” (sic). Si se llega a conclusiones de tal calibre, mejor será que nos replanteemos todo desde el principio. Por ejemplo, por qué debe sostenerse globalmente a un Estado de Bienestar, convertido en situación de pesadilla, que pretenda asegurar una situación cuyo final es trabajar más años para recibir menos prestaciones a lo largo de una vida más larga.
De momento es la última aportación sugerida ante el aumento demográfico y la imposibilidad de atender a todos, aunque aún pueden proponerse medidas más drásticas: si alguien viviese más tiempo del que las estadísticas señalan, podría procederse a una proporcional reducción de las pensiones con el fin de no desestabilizar el sistema de garantías sociales. De ser así, lo mejor será llamar a las cosas por su nombre: el actual Estado de Bienestar es insostenible y cada vez su situación se hará más crítica. El reconocimiento de esa realidad, llevará a que sea el propio ciudadano quien deba preocuparse de su futuro, sin seguir aportando una parte sustancial de sus ingresos para mantener un sistema condenado a la quiebra.
En la antigua Grecia, se forzaba la emigración en busca de nuevos asentamientos cuando, en épocas de carestía, ocurrían excesos de población. En Roma se esclavizaba por deudas impagadas. Como se ve, nada hay nuevo bajo el sol: emigrar, vivir amarrado a la hipoteca, perder la empresa o el trabajo, son hechos que siempre ocurrieron. En la Edad Media, los siervos dependían por completo de sus señores feudales, a quienes entregaba gran parte de su trabajo, a cambio de que les defendieran ante las amenazas. Era un sistema de cobertura social que funcionó durante siglos. La misma Alemania que inició la sustitución de la caridad por una misión a cargo del Estado, en su época nazi eliminaba a aquellos que supusieran cargas o se consideraban incurables inasumibles. Ahora somos más civilizados: les hacemos trabajar más para pagarles menos y que sean capaces de sostener las cuentas del Estado. No importa tanto el bienestar de los ciudadanos sino mantener la “salud financiera” de los gobiernos. La máquina gubernamental se convierte en un poderoso Leviatán que mantiene, dentro de los límites acotados por estudios estadísticos, a una población inerme, un mundo orwelliano donde el Gran Hermano vela por todos.
En sociedades que alcanzan un nivel económico suficiente para satisfacer sus necesidades e incluso otras prescindibles, la labor asistencial del Estado podría limitarse a cuidar de los realmente desfavorecidos y reducir las tributaciones que ahogan la iniciativa privada y el crecimiento económico. En vez de dedicar una gran parte de los recursos generados por el propio trabajo en mantener estructuras ineficientes, ¿por qué no se libera al ciudadano de esas cargas o se deja a la iniciativa privada la asunción de éstas cargas?. La sanidad, la educación, la vivienda, las jubilaciones se consideran derechos básicos, pero también es una necesidad primaria la alimentación y a nadie se le ha ocurrido – por el momento – que el Estado asuma el control de los supermercados. Entretanto, otros países, sin las presiones sociales que soportan los viejos gobiernos europeos, avanzan económico a la primera línea de prosperidad y sus ahorros están contribuyendo a salvar el naufragio global de las depauperadas economías occidentales.
Mientras, una población asfixiada por el gasto público e incapaz de prosperar en función del trabajo personal, mira con horror a la prima de riesgo, las agencias de rating, la cotización del euro, la deuda y el déficit público, etc…que condicionarán el nivel de impuestos que ha de sufrir. Es decir que el mundo está volviendo a sus orígenes: lo importante es el Estado, que cuida del pueblo mientras este se desloma construyendo pirámides para gloria del Faraón.
By La Mano Invisible, 12 mayo 2012 @ 17:26
Esta vd. atravesando una época de producción y contenidos muy notables. Si no le conociese diría que es un colega de Stajanov.
By margot, 14 mayo 2012 @ 20:11
Otro de los artículos con que periódicamente nos deleita.
Como dice la Mano invisible cada vez escribe mas, pero sobretodo cada vez lo hace mejor. Le sigo en el DM, en La Gaceta, en estas paginas, en la Cope,… ¿ hay algún articulista o líder de opinión en Cantabria que presente un historial y una actividad como la suya?
By Miguel Tagle Diego, 16 mayo 2012 @ 2:26
Esta estupendo, como todos los suyos, don Javier. Un estudio esplendido de lo que nos puede venir en el futuro. Gracias por compartirlo con nosotros. Saludos de un amigo de la UNED.
By leetamargo, 26 mayo 2012 @ 13:10
…A los políticos de este país les gusta pasar el testigo al mundo, pero en España ya no se trabaja más años por menos sueldo, sino que no se trabaja. Al trabajador mayor de cincuenta años se le cargan directamente; es el estado del malestar, donde pierde la vivienda y los derechos que construyó con su trabajo hasta ahora, convertido en moneda de ahorro, pero traicionado. Uno se pregunta, intentando no alarmarse, por lo que viene después del malestar, después del Leviatán… Apocalíptico suena, desde luego. Saludo, Javier:
LeeTamargo.-