GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE LAMENTOS
Publicado en DIARIO MONTAÑES 13 agosto 2013
Hace unos años tuvo lugar el centenario de la pérdida de las últimas colonias españolas –Cuba, Puerto Rico y Filipinas — y el acontecimiento pasó desapercibido. Han transcurrido tres siglos de la pérdida de Gibraltar y vuelven los conflictos ante la Roca.
El Tratado de Utrecht cedió en perpetuidad el uso de la plaza, reservándose la propiedad del suelo y sus aguas jurisdiccionales. La población española abandonó voluntariamente la ciudad tras la ocupación anglo-holandesas y fue reemplazada por inmigrantes malteses y genoveses, quienes han constituido la raíz de los actuales habitantes, forjando su identidad y vinculación con Inglaterra. En varias ocasiones se intentó recuperar sin éxito el Peñón por la fuerza. A lo largo del siglo XIX hubo una ignorancia completa del problema, en una España envuelta en continuos enfrentamientos internos prolongados al XX. El aislamiento internacional de la época franquista, cuando se afirmaba que Gibraltar caería como «una fruta madura» reforzó su unión con Inglaterra y el desafortunado alzamiento de una reja alejó aún más los vínculos, convirtiendo a Gibraltar, junto con Berlín, en el único lugar de Europa donde una valla impedía el paso de las gentes. Para sobrevivir, la ciudad se convirtió en un foco de contrabando, donde asentaron miles de compañías financiares, transformándose en un paraíso fiscal que enriqueció a su población frente a la pobreza del territorio español circundante. Aunque los pronunciamientos de la ONU reconocieron su carácter colonial, también reforzaron su estrecha vinculación con Inglaterra, concediendo al gibraltareño su derecho a la autodeterminación, lo que en la práctica significa la imposibilidad de integrarse en España. Cuando, en fechas recientes, Gibraltar votó su propia Constitución, consolidaba su estatus desvinculado de España.
Esa es la historia abreviada de una realidad. Se podrá decir que fue una usurpación, lo que no es estrictamente cierto, ya que fue una cesión a perpetuidad firmada tras la Guerra de Secesión en 1716; se podrá esgrimir la unidad geográfica de los territorios españoles, pero con iguales razones habría que cuestionar la caprichosa línea que separa a Portugal de España, el aislado enclave español de Llivia en pleno territorio francés. Y no le faltarían razones a Marruecos, en base a la geografía, para reclamar la soberanía de Ceuta y Melilla. ¿Cederíamos su titularidad incluso manteniendo un estatus especial para la población española?.
La españolidad legal de Gibraltar, a tenor del Tratado de Utrecht, se limita estrictamente al suelo, pero ¿qué hacemos con la población?. ¿Alguien puede ignorar su hostilidad hacia los vecinos de La Línea o de Algeciras?.¿Seguiremos con la actual situación económica que posibilita la prosperidad de los llanitos?.¿Aceptaríamos una autodeterminación?. ¿Concederíamos un convenio de Estado asociado, en una España dividida por amenazas secesionistas en varias esquinas de su mapa?. El empecinamiento en reclamar la soberanía española de Gibraltar, implica el no rotundo de su población, el mantenimiento de un conflicto constante con Inglaterra y la incomodidad de una Unión Europea, que acoge los paraísos fiscales de Jersey, Guernesey, Luxemburgo, Mónaco o Liechtenstein y en cuyo parlamento de Bruselas se admite a representantes gibraltareños. Y la adopción de medidas restrictivas al tráfico de personas, fundamentalmente perjudica a los miles de trabajadores españoles que acuden diariamente a Gibraltar. Otra cosa, son las provocaciones que reiteradamente se producen y el foco de contrabando y evasión fiscal, aprovechado por múltiples compañías asentadas en la plaza, sobre las que no se ejerce medida alguna.
Conviene recordar que en Utrecht no solo se perdió Gibraltar, sino también otros territorios como Sicilia y Nápoles, virreinatos que habían pertenecido a la Corona española desde 1442, tres siglos atrás. Sorprende el olvido de esos territorios que fueron españoles durante muchos más tiempo. El mapa de Europa ha sufrido numerosas modificaciones como consecuencia de herencias dinásticas y guerras. Calais y Normandía fueron inglesas durante siglos, el Rosellón fue territorio español, Polonia alcanzaba el corazón de Ucrania, Alsacia y Lorena han oscilado entre alemanes y franceses varias veces a lo largo de la historia. La milenaria república veneciana desapareció integrada en Austria y luego en Italia. Mónaco, es un Estado en plena Riviera francesa. En el siglo XX, Noruega se separa de Suecia, Finlandia de Rusia e Irlanda se independiza, el imperio de los Habsburgo se disgrego en múltiples naciones y Prusia Oriental dejo de ser alemana tras la Segunda Guerra Mundial. El Alto Adigio italiano es una reclamación austriaca, como Istria lo es italiana. Israel surge en 1948 arrebatado a la población palestina, Malta es independiente desde hace solo 50 años y Chipre, también antiguo enclave británico, es una nación disputada entre griegos y turcos.
Es difícil buscar una solución razonable cuando el sentimiento patriótico sigue alimentando un Gibraltar como territorio español tras su última conquista en 1467 a los musulmanes, que la poseían desde el 711, es decir desde siete siglos atrás. Fueron dos siglos y medio de españolidad seguidos de tres bajo titularidad inglesa y esa es la realidad de los hechos. La obsesión por recuperar un espacio geográfico, perdido tras una guerra ocurrida en 1713, solo ha conducido a un lamento incrustado obsesivamente en el subconsciente nacional, alimentado por los abusos cometidos en ese territorio por Inglaterra, sin más respuesta que protestas inútiles. y declaraciones pomposas ignoradas por toda la comunidad internacional. Desengañémonos, por muchos argumentos históricos que se esgriman no se va resolver un problema enquistado durante tres siglos entre la arrogancia británica, la ineficacia diplomática española y el deseo de independencia del 98 % de la población gibraltareña.
Va siendo hora de afrontar las realidades de nuestra propia Historia y, después de tres siglos, buscar la solución olvidando un problema que sólo nos ha conducido a una frustración continuada.
By libertario, 27 agosto 2013 @ 12:25
Razonado y alejado de histerismos. Buen artículo.
By Miguel Tagle Diego, 10 septiembre 2013 @ 1:57
Muy buen articulo. Se nota que sabes de que va el asunto…
By leetamargo, 10 septiembre 2013 @ 19:36
…Hay que estar loco para querer formar parte del pobre panorama español. El gobierno debería ocuparse de otros asuntos más necesarios y urgentes, ¡como crear empleo ya!
By Montañes, 22 octubre 2013 @ 9:21
un enfoque atrevido y realista que se agradece en estos tiempos. Felicito al Gato Azul por su valentía y le animo a que siga deleitandonos con sus comentarios.