TREINTA AÑOS DESPUES

Articulo publicado en el D.Montañes el 16 de marzo de 2010 con el título: «El tiovivo de las conspiraciones»

¿Quién asesinó a Prim en la oscura noche de la calle del Turco?. ¿Unos republicanos resentidos?.¿Una venganza del general Serrano?. ¿Monárquicos conspiradores isabelinos? ¿Los partidarios del duque de Montpensier?… ¿Qué motivó al general Martínez Campos la proclamación apresurada de Alfonso XII como rey, cuando el propio Cánovas contemplaba otro escenario? ¿Fue aquel un enfrentamiento entre la vía civil del político malagueño y la militar del generalote que en Sagunto estuvo a punto de hacer caer la Restauración?. ¿Cómo pudo ser asesinado Carrero Blanco el día siguiente de la visita de Kissinger a España?. ¿Cómo nadie detectó la construcción de un túnel a cien metros de la embajada americana?. ¿Era razonable que el ministro del Interior, Carlos Arias, responsable de la seguridad del Estado, fuese precisamente su sucesor?
El 23-F, del que acaban de cumplirse treinta años, como parte del aniversario, desata las elucubraciones. ¿Promovía el rey un golpe de Estado?. ¿Cuantos políticos estaban comprometidos con los militares?. ¿Actuó Armada por su cuenta?.¿Salvó Tejero a la joven democracia española?. Siempre el mismo tiovivo de preguntas y dudas, pero nunca será suficiente. La teoría de las conspiraciones, las manos negras de los poderes fácticos, la venta de verdades ocultadas, da mucho más carnaza para la distracción del personal, que siempre estará receptivo a cualquier nueva teoría, especialmente si incluye la siembra de la duda.
La historia no sufre grandes cambios, contra lo que se ha creído, por el hecho de que algunos acontecimientos no aporten respuestas que satisfagan a todos. Con Prim asesinado, llegó Amadeo de Saboya quien abdicó al poco tiempo por la inestabilidad parlamentaria española. Alfonso XII iba a ser rey de España con o sin Martínez Campos. No existía otra solución política, tras la fracasada búsqueda de otra dinastía y el experimento de la Primera República. Carrero Blanco es probable que tuviese mayor sentido de Estado que Arias Navarro, el sucesor de Franco, defenestrado por el rey Juan Carlos
El 23 F fue la última muestra de fuerza de los mandos militares, incómodos con la democracia y especialmente con los constantes asesinatos de ETA. La traición de sus propios compañeros y el acoso de la prensa condicionaron la dimisión de Suarez, a quien no se perdonaba ni la legalización del partido comunista ni el devenir de la política parlamentaria. Ni siquiera se estaba dispuesto a esperar a un Calvo Sotelo. Desde tiempo atrás, se fraguaba la quimera de un cambio político y en las listas de los gobiernos de concentración elaboradas por los golpistas figuraban al alimón los líderes de la derecha junto a los del socialismo. Eso sí, bajo la presidencia de un militar. Lo que no se aceptaban eran políticos de UCD. Fue aquella, una noche de subsecretarios gobernando un país en situación crítica, de parlamentarios secuestrados, de cuarteles en situación de alarma, de mensaje real de “ordeno y mando” y de un pueblo asustado recluido en sus casas. Quizás esa mala memoria de lo que la inmensa mayoría de la gente no hizo y, a toro pasado, le hubiera gustado hacer fue lo que ha fomentado la continua aparición de interpretaciones y dudas.
¿Por qué treinta años después reverdecen con especial fuerza las dudas de lo ocurrido el 23 F?. De una parte porque desde hace tiempo se viene cuestionando de una forma temeraria la figura de la monarquía. En segundo lugar, porque la generación de los protagonistas ya no puede aportar nada. Los que vivieron en primera fila aquellos acontecimientos son hoy restos venerados de la historia española, a quienes todo el mundo homenajea pero nadie hace caso. La fotografía del rey con una muestra de nobles ancianos es la mejor expresión de ese pasado. Los protagonistas de la actual política eran unos desconocidos entonces. Zapatero se licenciaba en Derecho, Rubalcaba daba clases de química, Chacón estudiaba en el instituto, a Rajoy era elegido diputado en la Junta de Galicia, Llamazares estudiaba medicina, Aznar ejercía como funcionario de Hacienda en la Rioja, y muchos de las actuales figuras políticas nacionales o autonómicas eran solo adolescentes de ignoradas inquietudes políticas… Ya no hay protagonistas. Tan solo el Rey, y quizás eso incomode.
Hoy, la situación política es, desde el punto de vista económica y social bastante peor que los días de aquel 23 F, cuando ya se habían firmado los pactos de la Moncloa, la inflación había iniciado su descenso, el número de parados no llegaba a dos millones… pero ETA mataba casi a diario y no se había aceptado claramente la solución de la vía civil a los problemas del Estado, en un país que solo llevaba cinco años de democracia, pilotada por una clase política a años-luz de la actual.
Se puede elucubrar, se puede fantasear… pero los problemas económicos, los abiertos separatismos catalanes o vascos, la corrupción generalizada, la escasa preparación política, la politización de la Justicia…nada de esto motivaría un quimérico nuevo 23 F. Y si ocurriera, habría que preguntarse si la clase política actual mostraría el mismo nivel de responsabilidad y dignidad exhibidos hace treinta años. Otro misterio, aunque para ello bastante hemos tenido con lo ocurrido el 11-M. ¿O no?

1 comentario

  • By La mano invisible, 16 marzo 2011 @ 21:32

    D. Gato cada nuevo artículo supera al anterior.

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