TERRITORIO COMANCHE
Articulo publicado en LA GACETA de INTERECONOMIA ( 13 agosto 2011)
Viaje usted al territorio comanche, a la reserva salvaje en que se ha convertido el País Vasco. Disfrute de sus playas, sus valles y su gastronomía, forastero.
Después de casi cuatro décadas, ETA ha ganado. En el camino hemos dejado casi mil muertos y nadie recuerda cuántos heridos. Todo ha acabado con una simple rendición frente a quienes hicieron del terror su arma política. Si hacemos memoria, las primeras víctimas fueron antiguos alcaldes, policías y guardias civiles… — “algo habrá hecho” — y pronto fueron seguidos por secuestros previos a ejecuciones en bosques. Después se pasó al empleo del coche bomba que eliminaba sin distinción a militares, civiles y niños, en casas cuartel, un supermercado, un aeropuerto o una calle. El siguiente paso fue el asesinato selectivo de políticos. Y continuó la matanza, mientras se alternaban treguas y excarcelaciones.
Para apaciguar a la bestia, se comenzó con expatriaciones, seguidas de varias amnistías, luego con la concesión de todo lo que solicitaban sus cómplices para su autonomía, y se acabó claudicando ante cualquier signo de presencia nacional, desde una bandera hasta el cumplimiento de las leyes, mientras se liberaban presos a cambio de falsas promesas de reinserción. Todo en vano. La sangre de los muertos, la dignidad del Estado, el cumplimiento de la ley es algo ignorado más allá de Pancorbo, donde comienza el territorio comanche del horror.
¿Para qué han servido tantos años de sufrimiento, pomposas declaraciones políticas de condena y manifestaciones públicas contra el terrorismo?. ¿De qué valieron las concesiones hechas?. Sencillamente para que al final, ETA ganara. Los hijos del nacionalismo, han comenzado a recoger las nueces del nogal apaleado. El actual presidente de la Diputación de Guipúzcoa ha sustituido a un olvidado Araluce, ametrallado junto a sus escoltas en mitad de una calle céntrica de San Sebastián, hoy capital cultural europea. Toro Sentado se ha convertido en presidente tras masacrar al general Custer en Wounded Knee. Las cabelleras cortadas, hombres, niños y mujeres, son ahora los trofeos que sustituyen al retrato del Rey o la bandera española.
Hoy el País Vasco es territorio comanche donde los nuevos sheriffs imponen su ley. Allí vive una sociedad que siempre miró hacia otra parte mientras los asesinos cumplían su labor. En sus bosques se ejecutaron al empresario Barazadi, al ingeniero Ryan, al farmacéutico Barrios, al concejal Miguel Angel Blanco. En sus pueblos, se encerraba bajo tierra a Ortega Lara y otros secuestrados. En sus cafés murieron multitud de policías, periodistas, militares, empresarios, concejales y alcaldes. En sus tabernas se recogía el dinero para comprar explosivos, y se seguía jugando al mus mientras alguien moría desangrado en una acera próxima o se brindaba por el nuevo atentado. En sus iglesias obispos y curas negaban funerales a las víctimas. En sus escuelas se enseñaba la pureza del Rh vasco y se fraguaba el odio. En sus estadios deportivos se jaleaba a los asesinos. De su universidad partía la kalebarroka nocturna y se concedían títulos a los etarras encarcelados. En sus ayuntamientos se colgaban los retratos de los asesinos y se arriaban las banderas de España. Aquella sociedad contemplaba condescendiente cómo sus cachorros luchaban por la patria vasca y cubiertos con capuchas, prometían socialismo y libertad.
Mientras tanto, íbamos a buscar a los asesinos en el centro de la tierra, pagarían sus culpas hasta el último día, no se cedería al chantaje, tendríamos siempre presente la memoria de las víctimas… O, más ridículamente, se condenaba la violencia “viniese de donde viniese”. En los tribunales se dictaban condenas milenarias, y los presos amenazaban a sus captores y jueces. Y así durante cuatro décadas.
Al final, casi un tercio de guipuzcoanos, vizcaínos, navarros y alaveses, han elegido a los asesinos, porque la gloria de la patria vasca es lo más sagrado de sus vidas y se festeja el triunfo a la sombra de una bandera tiznada de crímenes exhibida en balconadas junto a retratos de bravos gudaris que, desde sus cárceles, esperan turno para volver al territorio comanche.
No sé a ustedes, a mí me produce asco.
3 Comments
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By La mano invisible, 13 agosto 2011 @ 14:20
Me sangra el alma, nunca pensé que los terroristas terminarian ganando.
By ronaldo, 14 agosto 2011 @ 18:16
pues yo si k staba seguro i a las prubeas me remito
By LeeTamargo, 16 agosto 2011 @ 9:03
…Esos «políticos» que se permiten jugar con vidas humanas. Lamentable.
Un saludo: