NUESTRO COMETA HALLEY

Publicado en LA GACETA DE INTERECONOMIA, el 12 octubre 2011

          Dicen los astrólogos que el cometa Halley suele anunciar desgracias. Su maldición llegó a España sin que hubiesen transcurrido las cinco décadas fijadas para la próxima visita del maldito visitante cósmico.

          Aquella conjunción planetaria que suponían los gobiernos de Zapatero y Obama está terminando su ciclo. Lo que se inició con la entusiástica predicción de la astróloga oficial, proclamando un futuro esplendoroso, ha devenido en un mundo en quiebra, donde se tambalean las grandes economías y la incertidumbre invade los países que se enorgullecieron de un euro brillante o del todopoderoso dólar.

           El dirigente español de uno de los planetas emergentes en ese universo de progreso, afirmaba poseer la mejor banca del mundo, y tras haber alcanzado a “su amigo Berlusconi”, se preparaba para morder los talones a la economía francesa. No hubo despedida con su alter ego de conjunción planetaria de quien la única sonrisa la obtuvo junto a sus góticos retoños. La Moncloa jamás fue visitada por el presidente americano, quien como gesto más cordial le dirigió un “Hola, amigo”, en una olvidada reunión de dirigentes europeos. Mientras se organizaban “alianzas de civilizaciones” con Angola, Mongolia, Cabo Verde, Nigeria, Kazajistán, Venezuela y Turquía, quedaban para el pasado los acercamientos a las naciones punteras del mundo. Se había despreciado a “una tal Merkel”, se había hecho campaña contra Sarkozy, se había insultado a Blair, se dejó plantado al presidente de Polonia en un aeropuerto, se abandonó a los aliados en Iraq, se llamó a una sedición contra la política americana en Túnez, se plegó ante Marruecos y de Putin recibió una sonora reprimenda. A la vez, nuestro ínclito dirigente sideral, proclamaba en Dinamarca que la tierra pertenece al viento y tras hacer el ridículo ante cerebros de la economía en la cumbre de Davos buscaba un asiento prestado en el G-20 y exponía al mamarracho de MIguelín como ejemplo de la nueva España.

          Cuando la ola de la crisis llegó a estas costas, alardeó de tener la banca más sana del mundo mundial, a la que ayudó con 30.000 millones de euros del dinero público – ese que no es de nadie, pero que ponemos todos — y la solución consistió en vender las reservas de oro en su momento más bajo e invertir más de 4.000 millones en reconstruir las aceras de todos los pueblos de España, mientras abría las puertas a millones de inmigrantes para subvencionarlos cuando el paro iniciaba su sombra siniestra entre la población. Como ejemplo de política social se reducían las prestaciones sociales, se recortaban los salarios, se dictaban leyes sobre infaustas memorias históricas o se subvencionaba a los afines y a sindicatos domesticados. Pero las malditas agencias de calificación, no cejaban. Un día, se hundió Grecia, luego siguieron Irlanda y Portugal… y España aguardaba su turno, mientras la otra esfera sideral, conducía a la economía americana a su peor situación desde hace décadas con más de la mitad de quienes le votaron renegando de haberlo hecho.

          Nuestro dirigente cósmico, no tuvo tiempo ni para despedirse de lugares donde fue recibido a hurtadillas. No se recuerdan sus actos en los despachos de Londres, Paris o Berlín. En Roma, Berlusconi le dejó plantado entre risas. Su reunión más recordada con Sarkozy ocurrió en un hangar de Barcelona, para recoger a los rehenes liberados por la gestión del dirigente francés. Jamás recibió los cuerpos de quienes murieron en Afganistán o Líbano, pero acogió a un presidente boliviano de jersey raido y al tirano Chávez que amenazaban los intereses económicos de España. Le encantaron los chinos, a quienes pretendió engañar como tales y en su última fantasía presumió de obtener millones del adinerado Qatar. Jamás tuvo un gesto de simpatía hacia Israel, pero si rindió honores al sátrapa Gadafi y sonrió satisfecho al tirano sirio. Retiró tropas de Iraq para enviarlas masivamente a Afganistán. Negoció con terroristas etarras y les facilitó el acceso a las instituciones vascas. Condujo a la derrota electoral a las arruinadas comunidades que había gobernado durante décadas. Provocó el desmembramiento del país con su concepción de España, como concepto “discutido y discutible” y se rodeó de los políticos menos capacitados para transformar una sociedad, cuyo cambio nadie le había pedido, pero que fueron capaces de hundir una economía brillante y generar cinco millones de desempleados.

          Al final, el deslumbrante dirigente sideral se apagó, con el rictus de su sonrisa fosilizada, abandonando un escaño que no volverá a ocupar y con la aspiración de inspeccionar las nubes, tendido en una hamaca. Todo un genio de la política. Todo un ejemplo de dirigente mundial.

         Menos mal que al cometa Halley no se le vuelve a esperar hasta el año 2061.

2 Comments

  • By La mano invisible, 20 octubre 2011 @ 15:40

    Tengo mis dudas que este sepa andar y mascar chicle al mismo tiempo.

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  1. taxis a ezeiza — 6 junio 2013 @ 19:13

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