EL FIN DE UN MAL SUEÑO
Publicado en EL DIARIO MONTAÑES, 30 octubre 2011
Al parecer, obligado por las circunstancias económicas y con toda sensatez, el actual Gobierno de Cantabria ha decidido abandonar definitivamente la construcción del discutido proyecto de Moneo. El anuncio de esta medida constituye todo un signo de sensatez en los tiempos que corren.
La iniciativa que se tomó hace años fue muy discutida desde el principio, tanto por su ubicación, como por su gasto y por sus características arquitectónicas. Por mucho que se alabe la genialidad del diseño, el señor Moneo proyectó para Santander un remedo del hotel Hilton de Praga, como puede apreciarlo cualquier visitante de la capital checa. La ubicación constituía un mazazo urbanístico encajando un gigantesco cubo acristalado que reflejaría en sus muros las fachadas de los edificios circundantes, sin belleza alguna, y el resultado era similar a encajar la pirámide de Keops entre calles estrechas, carente de perspectiva, que obligó a reconsiderar sus dimensiones y forzar cambios en las normas urbanísticas de la ciudad. Finalmente, su costo desbordaba las posibilidades económicas de una comunidad en vísperas de una crisis que todos, salvo los dirigentes políticos, preveían.
El despropósito de construir el proyecto ideado por Moneo en esa zona, se ha acompañado acompañó de otras medidas sin sentido, la peor de las cuales fue el derribo del antiguo palacio de la Diputación, un edificio que sí poseía características nobles y que podía haber sido destinado a albergar el continuamente demandado Museo de Prehistoria u otro organismo que exigiera un marco noble. En su lugar, hoy tenemos un magnifico solar al que se busca comprador o se convertirá en zona ajardinada.
El desaguisado de las decisiones tomadas por quienes decidieron su construcción, su reforma, el derribo del palacio existente, la construcción del llamado “Anexo provisional ” y finalmente, la parálisis de la obra, constituye toda una muestra de lo que nunca debió hacerse y la falta de previsión económica de los responsables de las cuentas públicas de Cantabria.
No ha sido un caso aislado. La anterior administración autonómica se caracterizó por su afán de dotarse de espacios para sus sedes, añadiendo a sus ansias de expansión, numerosas obras y alquileres, como la Casa de Piedra para una Consejería de Economía que consideró insuficiente las modernas instalaciones del viejo Palacio Macho, la desmesurada construcción del hospital Valdecilla, o la reconversión de un edificio para Archivo y Biblioteca en plena época de Internet, mientras la crisis económica paralizaba toda las obras públicas.
Hoy, el proyecto de Moneo queda felizmente abandonado y en su lugar se contempla el aprovechamiento de otros edificios sin uso en la actualidad, como el Banco de España, o la utilización de zonas que demandan dotaciones, como los amplios y bien comunicados espacios de las Llamas o el Parque Tecnológico.
Por fin, finalmente, se pone fin a una política de construcciones desmesuradas que pretendía igualar la riqueza de una comunidad creyendo que esta se mide por el tamaño de sus edificios públicos, mientras la economía de la misma languidece por falta de inversiones y gastos inútiles. Quienes en su día proyectaron el edificio de Moneo han reconsiderado la idea inicial y quedan perdidos el tiempo y las inversiones gastadas. Y sobre todo, un mal sabor de boca que estaba en la mente de todos cuando se contemplaba cómo las máquinas destruían para siempre el noble palacio de la antigua Diputación para convertirlo en un solar, mientras la crisis económica mostraba la parálisis de obras públicas, muchos mas importantes en nuestra Comunidad.
Cuando creemos que el dinero público no es de nadie, cuando se invierten fondos públicos en empresas fantasmagóricas, cuando se subvencionan proyectos de dudoso futuro, el final suele acabar en desastre o en la necesidad de acabar con los sueños faraónicos y poner los pies en tierra. El buen gobernante hace eso en vez de clamar por deudas históricas, llorar por inversiones inadmisibles en tiempos de crisis o lamentarse por la escasez de los dineros, que le impiden crecerse en gloria y boato.
Muchos tendrían que tomar nota de lo realizado, aunque ninguno asumirá su responsabilidad. Eso denlo por hecho.
1 comentario
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By La mano invisible, 1 noviembre 2011 @ 22:19
D. Gato, ya lo dijo la reputada intelectual Carmen Calvo siendo Ministra de ZP y desgraciadamente del Gobierno de España : «El dinero público no es de nadie»