Category: General

QUE VIENE EL LOBO FEROZ

Publicado en el DIARIO MONTAÑES 7 septiembre 2014

lobo

“Podemos”, la agrupación que obtuvo casi un millón y medio de votantes en menos de un año, se ha convertido ya en muchos lugares, en la tercera fuerza política del momento, recogiendo el apoyo de quienes rechazan el actual sistema democrático y piden un cambio radical del mismo, de los que son víctimas de la crisis económica, de los idealistas que sueñan con un mundo igualitario, donde los gobiernos se conviertan en promotores del bienestar y distribuidores de una justicia acorde a su ideario. El aldabonazo de su aparición ha sido un terremoto disgregador para la izquierda y una sorpresa para la derecha que, incapaces de entender el fenómeno, desprecian su presencia como una simple manifestación de la irritación de muchos ciudadanos ante los reiterados casos de corrupción o las consecuencias de la crisis económica, creyendo que su fuerza se agotará en pocos meses por lo heterogéneo o radical de sus planteamientos.

Mientras “Podemos” centra la atención mediática con la aparición constante de su líder en múltiples foros, los grandes partidos siguen sin enterarse. Izquierda Unida, ve como su electorado le abandona y se empecina en planteamientos de épocas que la historia enterró hace años. Los nacionalistas persisten en su empeño en construir estados liliputienses, despreciando la fractura social y la debacle económica que generarán sus aspiraciones. El PSOE mantiene la duda de como recuperarse, sin pensar que el problema no reside en la figura de un líder nuevo, sino en su capacidad de crear un mensaje ideológico capaz de convertirse en alternativa de gobierno. Y el PP,convencido de que la pérdida de un millón de votantes en las elecciones europeas es tan sólo expresión de un electorado que le castiga con la abstención y confiados en un mejor futuro económico, descalifica la opción de “Podemos” como si fuese su peor adversario. Pero esa labor la realizan de una forma tangencial, sin asumir ningún protagonismo. ¿Por qué en los debates televisivos no aparecen los políticos populares mas atractivos, en tanto que su actuación es defendida por periodistas próximos a sus ideas?

Curiosamente, aunque “Podemos” se nutrió especialmente de los votos de la izquierda, es el Partido Popular quien mayor irritación muestra hacia esa formación, con continuadas descalificaciones a su líder y su quimérico ideario. Pero en lugar de atraer a los suyos con mensajes que ilusionen, mantiene una forma de hacer política como podrían hacer unos ejecutivos ante el desastroso balance de cuentas de una empresa. Sangre, sudor y lágrimas anuncio Churchill en un momento de especial gravedad en la historia de su país. ¿Se ha visto alguna vez al presidente español dirigirse a la nación exponiendo las dificultades, las soluciones y los logros en un lenguaje comprensible y creíble?.¿Se ha planteado en algún momento una reforma a fondo de la organización del país con el poder conseguido por la mayoría absoluta otorgada en las elecciones?. ¿ Por qué en vísperas de desafíos secesionistas no se toman decisiones firmes en lugar de enternecerse en pretensiones de diálogos imposibles?. Mientras se habla de recuperación económica ante millones de ciudadanos sin empleo o empresas incapaces de sobrevivir, los esperados beneficios tardarán años en llegar al ciudadano de a pie, y sigue el espectáculo de centenares de casos de corrupción a la espera de sentencias, el amparo de miles de aforados señalados por la justicia, la permanencia de personajes de más que dudosa honorabilidad, o la impunidad vergonzante de quienes hundieron entidades de crédito.

Pues que vayan preparándose, porque el fenómeno que aglutina a Podemos podría no de ser flor de un día, sino una muestra de la irritación y desencanto que, por encima de ideologías, es la realidad actual extendida en España. La izquierda extrema ha encontrado un líder y no es descartable que el electorado que apoyo a un PP, acabe abandonándolo , por su pasividad, su permisividad y su miedo atávico a enfrentarse a la realidad social, atento a las encuestas y dirigiéndose a sus partidarios en mítines donde se aplaude con fervor al elegido por la mano de un comité electoral encerrado en un despacho, asustandoles con la posible llegada del lobo feroz.

EL PARTO DE LA ABUELA

Publicado en DIARIO MONTAÑES; 15 junio 2014

 2013_04_14_RepublicaySocialismo_PCE_peq

Ya estamos con la tendencia suicida al mesianismo, con la expectativa de que algo providencial ha de venir a transformar y dirigir nuestra existencia, a esperar, como decía Madariaga, “el santo advenimiento” y los cambios radicales que solucionen los problemas que no estamos dispuestos a realizar individualmente. Un día nos uníamos o separábamos con el “Dios, Patria y Rey”, luego con “España, una grande y libre” y ahora con “España, mañana será republicana”, pero nunca enfriamos los entusiasmos con la convivencia pacífica al margen de banderas partidistas.

La coincidente desaparición de Suárez y la abdicación de rey parecen otorgar al destino la oportunidad para cambiar la Constitución, en lugar de las leyes electorales o la regulación interna de los partidos políticos. Las naciones no cambian sus leyes supremas a tenor de resultados electorales del momento. Inglaterra mantiene una Carta Magna multisecular. Estados Unidos ha introducido en su Constitución 27 enmiendas puntuales sin modificar su base fundamental en casi dos siglos y medio. Alemania, Austria, Rusia, Austria, Italia, el Imperio Otomano o el este europeo desembocaron en formas republicanas tras catástrofes bélicas de dimensiones colosales. Sin embargo, en España hemos elaborado en dos siglos, nada mas y nada menos, que nueve constituciones diferentes según el régimen político del momento con periodos de absolutismo, libertad, república, dictadura y monarquía alternadas por guerras civiles y levantamientos militares en el mismo espacio de tiempo.

Hoy, se pretende identificar república con democracia y a la monarquía como incompatible con ella. Tan democráticas son las monarquías de las naciones norteeuropeas, donde conviven socialistas y conservadores, como las repúblicas francesa, portuguesa o americana. Y repúblicas o monarquías de innumerables lugares son regímenes tiránicos. El problema de España es que la república no es sólo una simple cuestión de organización política, sino que se entiende como una etiqueta política claramente identificada con la izquierda, añorante del espejismo de 1931 y su triste final.

Como si fuesen pocos los problemas económicos que alimentan el actual descontento, se alzan banderas tricolores que llaman al pasado. Es habitual la tolerancia con que se admiten gestos de desprecio hacia los símbolos nacionales, desde la bandera a la imagen del Rey o la identificación de libertad de expresión con la agresión a los representantes democráticos del pueblo mientras se concede venerada atención a quienes esgrimen como modelo regímenes totalitarios, desde el comunismo asesino a formas de populismo sudamericano. Tan solo falta en este aquelarre iconoclasta la presencia de quienes busquen la salida de la crisis por la senda de la extrema derecha o que surjan movimientos xenófobos como en otros países europeos.

Una nación con historia de siglos a sus espaldas necesita símbolos permanentes pero aquí se cuestionan la monarquía y la bandera, se cambia el escudo, se ignora el himno y los poderes judiciales, legislativos y ejecutivos, figuran como los más despreciados. Sin embargo, se aspira a situar a uno de sus representantes al frente del Estado, rechazando la figura de un rey neutral que arbitre por encima de los partidos, que pueda dialogar con las Comunidades Autónomas y sea admitido en múltiples foros internacionales, donde una significación política concreta no sería aceptada. La ventaja de nuestra monarquía democrática es que el rey no gobierna ni condiciona las leyes, permite la estabilidad al margen de las diferencias políticas y es el símbolo unitario de un país por encima de sus continuos ensueños disgregadores. Difícilmente podría asumir ese papel un Jefe del Estado sometido a elección partidista.

La actual monarquía española ha devuelto y defendido la democracia permitiendo la etapa más larga de convivencia pacífica en nuestra historia, pero ha bastado la aparición de un grupo radical cosechando el voto de una izquierda sin ideología moderna y de los indignados antisistema, para cuestionar todo el edificio construido durante la transición, en un remedo del desgraciado Sísifo, condenado al esfuerzo de subir una pesada roca hasta la cima de un monte, para dejarla caer tras alcanzarla y volver a empezar de nuevo.

Como no tenemos otros problemas más graves a los que hacer frente, de la noche a la mañana nos hemos encontrado con que éramos pocos y parió la abuela.

HACIA LA CONQUISTA DE EUROPA

Publicado DIARIO MONTAÑES  13 el mayo 2014

partido                  En un reciente debate de generosa audiencia televisiva, donde un expresidente autonómico suele dar lecciones de economía y los contertulios defienden a gritos los logros conseguidos por el señor Zapatero, han coincidido varios cabezas de lista de diversos partidos políticos en busca de un escaño en el Parlamento europeo.

                     Salvo los representantes de Ciutadans y de Vox, todos aseguraban hablar, al menos dos idiomas además del español, lo que llama la atención en un país donde tan sólo un escaso 5 % puede expresarse con fluidez en una lengua extranjera, aunque lo hagan en valenciano, catalán o gallego. El inglés queda reducido al “my taylor is rich” , el francés al vago recuerdo de un olvidado bachillerato, el italiano a lo suficiente para desenvolverse en un viaje turístico y el alemán se contempla como idioma imposible. Ninguno de ellos dijo ser capaz de leer un periódico o un libro en una lengua extranjera ni por supuesto mantener una conversación más allá de un saludo protocolario. ¿Porqué no se aprovechó la ocasión para que mostraran su competencia lingüística en ese mismo momento?. Seguramente, porque ni el propio entrevistador hubiera sido capaz de dirigirles unas preguntas en los idiomas que afirmaban dominar.

                  Pero además, salvo las dos excepciones señaladas, ninguno de los ilustres aspirantes conocían el nombre de alguno de los fundadores de la Unión Europea. Un magistrado de reciente actualidad, sin el menor rubor, consideraba a Mac Namara, asesor de defensa del presidente Kennedy y Director de la General Motors como fundador de la Unión Europea, pretendiendo luchar contra la corrupción española en los foros europeos, lo que no ha logrado en su propia área de trabajo, donde ha sido desposeído de su condición de juez. El alcalde de un pueblo de 30.000 habitantes apareció como candidato en nombre de una Primavera Europea, envuelta en ecologismo, nacionalismo valenciano y federalismo de izquierda de cualquier cuño, con la intención fundamental de reducir los sueldos de los parlamentarios. Se otorgó generosa audiencia a una aspirante, cuyo programa, y ya hay que tener ganas de hacer política en Europa, se fundamenta en la defensa de los derechos de los animales y la oposición a la tauromaquia, aunque añadiese como excusa que también contempla aspectos sociales, faltaría más. Y un profesor, contertulio habitual de locuaz argumentario totalitario, basó su candidatura en las excelencias del mundo comunista y la lucha contra el capitalismo, con la pretensión de defender sus tesis en el Parlamento de Bruselas, donde confía conseguir el mismo apoyo entusiasmado que sus desgraciados alumnos de Ciencia Política en la Facultad Complutense de Madrid. Con un par.

                   Con esos mimbres intelectuales, con esa incapacidad de comunicarse con el resto de los europeos, confiados en la traducción simultánea y en sus brillantes intervenciones, pretenden defender los intereses de España. Sin el menor sentido del ridículo. Esa es la muestra que nos ofrecen los candidatos considerados como marginales, a los que había que añadir “Los Pueblos Unidos”, cobijo de Bildu, “El Partido Pirata”, “Extremadura Unida”, la “Unión de Zamora, León y Salamanca” y el imperecedero Partido Humanista, junto a otras exóticas agrupaciones, cuyas vergüenzas fueron, por el momento, ignoradas.

                Pero no hay que olvidar que la mayoría de los candidatos de los partidos mayoritarios, son igualmente incapaces de sostener una conversación normal en otro idioma que no sea el castellano, y cuyos mayores méritos para debatir en los foros europeos se basan en los adquiridos en las filas de sus propios partidos, donde como alcaldes de su pueblo o diputados de sus comunidades autónomas, se han entrenado largamente en la confrontación política nacional. Sólo basta repasar las trayectorias de la mayoría o la de algunos en concreto, que tras haber abandonado los estudios de Derecho “por aburrimiento”, proclaman su deseo de convertir a Europa en espejo andaluz, mostrando el ejemplo de la región que ha acumulado millones de euros comunitarios en usos fraudulentos. Son los nuevos Tercios españoles a la conquista de Europa, llamando a la participación electoral, con la confianza de obtener un escaño de generosa retribución, un aforamiento o la oportunidad de mostrar los éxitos o los fracasos de la actual política española. Y todos tan contentos.

                 Si Bruselas se ha convertido en un cementerio político de elefantes, los representantes españoles son los dinosaurios del mismo. Por sus ideas y por su incapacidad de desenvolverse en un mundo moderno.

DEL CAFE A LA ACHICORIA

Publicado en el DIARIO MONTAñES 2 mayo 2014

BANDERA

                El deseo independentista del nacionalismo catalán se basa en la exigencia de ser reconocidos como diferentes del resto de los españoles y creer que como país separado lograrán un mejor nivel de vida. Con esos argumentos han crecido varias generaciones, mientras en el resto de España, desde hace mucho tiempo, se considera “distintos” a los catalanes, contemplándoles como españoles a medias. Siempre se ha admitido como normal que el desquiciamiento político de la Segunda República les concediese un Estatuto convertido en base de su actual independentismo. Siempre se ha considerado a Cataluña como la zona de España donde deberían hacerse las mayores inversiones, incluso a costa del crecimiento de otras regiones con mayores necesidades. Y siempre, por desconocimiento histórico, se ha aceptado que Cataluña era distinta, contemplada como vecino circunstancial al que había de darse un trato preferencial.

         ¿En qué es distinto un catalán para hacerse acreedor de ser independiente?. Además de usar habitualmente el idioma castellano puede expresarse en su propia lengua local, tiene tradiciones y costumbres gestadas a lo largo de los siglos, una religión común y una convivencia secular con el resto de España y a todos amparan las mismas leyes. Cataluña tiene una historia propia, como cualquier otro territorio peninsular, pero si pensamos en esos términos, León, Navarra, Aragón o Castilla poseen mayor antigüedad y legitimidad sin que esgriman pasados derechos. Por otra parte, la lengua no implica la existencia de una nacionalidad propia. De ser así, muchos países deberían pertenecer a una única nación. Y si el superior desarrollo económico de una parte de un territorio nacional justificase la escisión de las zonas más empobrecidas, Madrid debería independizarse de sus vecinos de la meseta, y lo mismo ocurriría en cualquier escenario mundial: Milán del resto de Italia, California de Arizona o Baviera de Sajonia. Todo ello, en un mundo globalizado, donde las fronteras se diluyen y se avanza hacia la integración supranacional.

             ¿Por qué hoy, el reconocimiento oficial de la lengua y la concesión de una amplia autonomía no han sido suficientes para satisfacer el nacionalismo?. ¿Han surgido nuevos agravios o restricciones?. ¿Les ha perjudicado su logro para que se clame ahora por la separación?. En Cataluña viven seis millones de personas y su mayor actividad comercial se desarrolla con el resto de España. ¿Qué beneficio pueden obtener con la independencia?. La separación, junto a la huida de empresas en busca de mejores mercados o el mantenimiento de los actuales, significará la reducción de sus ingresos y deberán asumirse los costos de cualquier nación independiente que sus ciudadanos pagarían con impuestos hoy repartidos entre 40 millones de españoles: pensiones, sanidad, educación, seguridad, inversiones públicas, dotarse de energía y el pago de sus deudas.

                Pero, además de los problemas económicos surgirán otros de mayor importancia. Por lo menos la mitad de su población, no desea la separación. ¿Se verán obligados a vivir en un país que les considere hostiles?. ¿Y qué ocurrirá con los catalanes, que con independencia de su ideología, trabajan en el resto de España?. Automáticamente pasarían a ser ciudadanos no pertenecientes a la Unión Europea y como extranjeros perderán sus derechos nacionales tanto a efectos de ciudadanía como laborales. La escisión unilateral de Cataluña provocará una separación de familias, relaciones comerciales y lazos de toda índole, acrecentados por la sensación de agravio y resentimiento mutuo. Todo ello suponiendo que se no provoquen tensiones que conduzcan a situaciones de violencia.

              La confianza en que se respete el cumplimiento firme de la ley no es una garantía plena para que el nacionalismo catalán no consiga sus propósitos. En el PP se buscan fórmulas de aproximación y el PSOE contempla cambios constitucionales para solucionar el conflicto separatista, sin una postura uniforme en todo el territorio nacional, oscilante entre federalismos asimétricos y otras formas de ingeniería política. La efervescencia del nacionalismo catalán, crece a la misma velocidad que la pérdida del concepto de España como patria común. Mientras las llamadas al diálogo no logran avance alguno conciliador, muchas regiones del conjunto nacional ajustan sus gastos a la racionalidad del reparto común, y a la vez que en Cataluña se siguen demandando y obteniendo beneficios económicos, con la misma rapidez aumenta en la opinión pública española un sentimiento creciente de hartazgo generalizado. Los gritos contra España pueden volverse en un rechazo a todo lo que se identifique como catalán, desde los productos a las personas, provocando una escisión social que jamás existió.

             Es una consecuencia del “café para todos” del Estado Autonómico que puede acabar en que muchos acaben tomando achicoria para que otros sigan disfrutando excelentes capuchinos con nata montada servida por despreciables charnegos.

EL LUTO Y LA GLORIA

sc03b00d60PUBLICADO EN DIARIO MONTAÑES 24 MARZO 2014

“Mi querida España, esta España mía,
esta España nuestra…
ahora te despiertan versos de poetas”
Cecilia.

                    La muerte física de Adolfo Suarez es el final de un hombre que desde hace casi diez años iba siendo invadido por una enfermedad neurológica, probablemente relacionada con el dolor relacionado por la adversidad y el cáncer que había devorado a su mujer y a sus hijas, conduciéndole a una situación de autismo depresivo, otros dice que Alzeimer, que cubrió su memoria, y le apartó del mundo.

Hoy, nadie mayor de 35 años ha sido testigo de sus aciertos o sus errores. Y para muchos, es tan solo un político más, que logró la Transición hacia la democracia, sin reconocer las dificultades de un momento en el que España se debatía entre el mantenimiento del pasado y las ansias de un cambio. Durante aquellos años, un hombre proveniente de las filas de franquismo tardío, — “ ¡que error que inmenso error!” — se exclamó tras su nombramiento por el Rey y despreciado por todos, asumió el cambio político más trascendente de la Historia contemporánea de España. En cuatro años, desde 1977 a 1981, el país pasó de un régimen autoritario sumido en una crisis económica devastadora ya olvidada, a la aprobación de una Constitución, el reconocimiento de los partidos políticos y sindicatos, la libertad de expresión y el consenso como forma de actuación política. Mientras el mundo contemplaba sus logros, en España se seguía dudando de su capacidad y se cuestionaba su labor. Aquel advenedizo no era más que un “tahúr del Missisipi”, según le llamó Alfonso Guerra, el “cachorro de Franco”, el hombre que abrazó a Yaser Arafat, el político que sacaba conejos de la chistera para engañar a sus adversarios. Debió asumir una moción de censura parlamentaria y las intrigas de sus propias filas que le llevaron a la única dimisión de un Presidente de Gobierno en nuestra historia reciente. Quedó como recuerdo su gallardía cuando los golpistas del coronel Tejero asaltaron el Parlamento, permaneciendo firme en su escaño, convencido de que nuevamente se truncaba la convivencia pacífica entre españoles. Tras ello, Adolfo Suarez se vió reducido a la marginación política y sus intentos de recuperar un partido centrista, solo consiguieron unos pocos escaños y el desprecio de quienes, desde la derecha y la izquierda, consideraron su figura como un ambicioso fracasado, lleno de rencor.

Durante años, permaneció callado, sin intervenciones públicas e ignorado por quienes heredaban un país asentado en la convivencia y los modos democráticos. Pero jamás hubo reconocimiento expreso a su labor. Tuvieron que transcurrir tres lustros hasta que se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y otros diez años más, para serle otorgado el Toisón de Oro. Para entonces, el hombre era ya una sombra aislada del mundo. Hoy, se le dedicarán todos los elogios y homenajes que en vida se le regatearon. Hoy, quienes le despreciaron, exaltarán su imagen. Hoy, quienes le traicionaron se proclamarán admiradores de su labor. Hoy, lloverán todo tipo de homenajes, condecoraciones, días de luto oficial, calles con su nombre y veremos a toda la clase política que durante tres décadas le ignoró, recordar su gesta y reconocer su labor.

Se ha comparado su vida, con la de los héroes de las tragedias griegas. Alzado a la gloria, traicionado por sus compañeros, insultado por sus adversarios, castigado por la muerte de sus seres queridos y condenado al olvido. Pero el personaje, amado, odiado e ignorado, seguirá vivo en la Historia y ante su féretro, comenzarán a desfilar cabizbajos todos los que en día le despreciaron entre gestos de luto y palabras de gloria.

“¿Dónde están tus ojos, donde están tus manos, donde tu cabeza?
Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra… ”
Cecilia

LOS POBRECITOS PREMIOS GOYA

 

Publicado el el Diario Montañés el 16 de febrero 2014

                  Francisco de Goya, fue un pintor que destacó por sus retratos de personajes de la nobleza y reyes, escenas amables de su tiempo, desgarradas imágenes de guerra y sueños imposibles, aunque la inmensa mayoría de la gente le asocie solo con majas desnudas o vestidas. Hoy se le ha convertido en símbolo del éxito del cine español, con una ceremonia que calca la parafernalia de la entrega de los premios Óscar de Hollywood: nominaciones, alfombras rojas con paseíllo de famosos, glamour de vestimentas, maestro de ceremonias con discursito final de agradecimientos mientras se exhibe el trofeo. Hasta aquí, nada que criticar. La Academia del cine español organiza sus actos como le da la gana. Pero el ejemplo imitado esta corrompido. En Hollywood se premian películas realizadas con dinero privado, sin un solo dólar de subvención y nadie espera la presencia de ningún representante gubernamental en la ceremonia de premios. La industria del cine americana invierte dinero dedicado al ocio, de la que esperan beneficios aumentados por el eco del premio conseguido. Un ciudadano americano jamás comprendería que parte de sus impuestos se dirigiese a subvencionar una película cuyos beneficios fuesen privados.

En España, estamos tan acostumbrados a depender del Estado, que pocos arriesgan una actividad comercial si no va acompañada de ayuda pública. Con el habitual argumento de que la cultura debe ser amparada, el cine español espera la correspondiente subvención para hacer su trabajo. Así se ha venido haciendo durante años y a costa del dinero de todos se han filmado películas, la mayoría de las cuales son ignoradas por los espectadores. Aunque se argumente el alto precio de las entradas, este es el mismo para una película extranjera que para una española, y mientras las primeras llenan los locales de exhibición, las segundas difícilmente cubren sus costos en taquilla. Entonces, se argumenta que el Estado debe protegerlas exigiendo a las salas de proyección una cuota de exhibición de creaciones españolas, aunque se queden vacías y en nombre de la cultura, se solicitan subvenciones que permitan mantener una industria a la que los espectadores dan la espalda.

El cine español, se ha apropiado de la aureola de ser los representantes de la cultura, los depositarios de la intelectualidad, los portadores de la antorcha de la libertad de expresión e insiste en producir astracanadas rodeadas de zafiedad. Se empecina en revolver sobre cuestiones sociales y no encuentra más originalidad que el esperpento y surrealismo. Durante los años del franquismo triunfaba el cine folclórico, sustituido más tarde por el destape, ganándose esas películas el sobrenombre de “españoladas”. Hoy han sido sustituidas por guiones envueltos en avatares sociológicos que a los espectadores no les provoca interés alguno. Las grandes obras que en su día marcaron hitos — Calle Mayor, El verdugo, Viridiana, Muerte de un ciclista, Los santos inocentes, Plácido, El sur, Atraco a las tres, …– no encuentran sucesores, salvo muy escasas excepciones, y muchos actores solo triunfan precisamente en Hollywood, al margen de cualquier subvención, mientras se insiste en películas donde la guerra civil es contada una y otra vez desde la misma óptica, situaciones con burdos personajes, actores que escupen sus diálogos, guiones sin originalidad, que pretenden mostrarse como exponentes de cultura, merecedoras de protección oficial. Todo ello ha conducido al rechazo de los espectadores

La ceremonia de entrega de los premios Goya se ha convertido en la ocasión anual para reclamar subvenciones que nunca les colman y foro de protesta, donde se espera que quien les da dinero, sea diana de cualquier insulto. ¿Por qué debe ser subvencionada la profesión de unos señores que durante años se muestran incapaces de lograr algo atractivo mientras miles de actividades empresariales privadas deben ganarse la vida con su propio esfuerzo?. ¿ Qué les hace diferentes de un escritor, un pintor o un músico?. ¿Acaso estos no son estos cultura?. Sin embargo deben escribir, pintar o componer sus creaciones sin subvención alguna. ¿Un comerciante debe depender de las subvenciones del Estado?. ¿Y los ingenieros, los médicos, los abogados o los arquitectos?. ¿ Reciben ayudas los fontaneros, los taxistas, los peluqueros, los periodistas, el gremio de hostelería o los agentes de seguros?. ¿Bajo qué criterios la farándula del cine se cree depositaria de la cultura y merecedora del derecho a ser subvencionada?.

Los protagonistas de los premios Goya, han convertido su gala en un foro de narcisismo egoísta bajo un manto de falsedad. Desde su marco de oropeles de lujo, protestan e insultan gratuitamente a quienes les regatean dinero público para que mantengan su oficio, como en su día los bufones se burlaban de la Corte. Proclamar que sus creaciones, a las que ellos mismos otorgan el sello de cultura, deben recibir ayudas públicas es simple demagogia. No es lo mismo el Circo del Sol, que el de Manolita Chen o un grupo de titiriteros con su cabra en la plaza de un pueblo, por mucha gracia e ingenio que posean. Ninguno es cultura, sino diversión de calidad diferente. Y ninguno debe esperar subvenciones Argumentan que pierden dinero, como si fuesen los únicos que sufren la crisis económica, en una España con empresas quebrando y donde la angustia de encontrar trabajo afecta a millones de ciudadanos en paro. Si los señores del cine, que por su aspecto no son precisamente los más necesitados, se encuentran en una situación de crisis, más que pedir ayudas — aumentando mis impuestos y reduciendo los suyos– lo que deben hacer es esforzarse en que su trabajo sea la suficientemente atractivo para que la gente acuda a contemplar esas obras de arte, esas muestras de cultura que con tanto ardor dicen crear.

NI LEY, NI ORDEN

 

Publicado  en DIARIO MONTAÑES el 25 enero 2014

Decía el político socialista Indalecio Prieto que la convulsión de una revolución la puede soportar un país, pero no la sangría constante del desorden. Y a esa amenaza se está enfrentando España, con la complicidad de quienes lo aprovechan para obtener lo que no lograron en las urnas. Los desmanes y el vandalismo que producen muchas protestas son el resultado del continuo desprecio a la leyes y la resistencia a aceptar los resultados democráticos. Lo acontecido en Burgos, una ciudad tranquila donde ha estallado el furor popular contra una decisión tomada por acuerdo ampliamente mayoritario de sus regidores, habiéndolo anunciado en sus programas electorales y cumpliendo todas las normas legales, es un ejemplo de ello. Se podrá argumentar lo inoportuno de la decisión, pero nunca justificar la respuesta violenta hacia ella.

La justicia ciega y lenta, aferrada a las palabras estrictas de las leyes y no a su espíritu, conduce a la parálisis de cualquier medida. Se cuidan más los derechos del delincuente que el daño causado, se espera que las cárceles sean centros educativos de reinserción social y no lugares de castigo, donde la sociedad recluye al delincuente. Se justifica cualquier violencia como consecuencia de la crisis económica y el desempleo, y los desmanes son sólo muestras legítimas de protesta..

El recibimiento dispensado a los terroristas recientemente excarcelados y el acoso a que se han visto sometidas sus víctimas, la tolerancia a los desplantes de los nacionalistas o el anuncio de la inmediata derogación de leyes aprobadas en el Parlamento cuando llegue otro turno de gobierno, conducen a la inestabilidad jurídica de un país. El descrédito a que se han hecho acreedores muchos jueces por sus inauditas decisiones o la parálisis de las fiscalías, pidiendo informes policiales para luego ignorarlos, la tolerancia a la inmigración ilegal, la continuada criminalidad de muchos en espera de sentencias, las detenciones seguidas de inmediata puesta enlibertad, conducen a la desmoralización de las fuerzas del orden público, que se ven acosadas y contemplan como su labor resulta inútil.

En España la seguridad jurídica esta rozando peligrosamente el límite de su credibilidad. El ciudadano normal paga sus impuestos y se ve sujeto a múltiples restricciones que acata resignadamente. Es multado si aparca brevemente en un lugar prohibido o rebasa en unos pocos kilómetros los límites de velocidad establecidos, mientras que otros destrozan el mobiliario urbano, se llenan las paredes de graffiti o las calles se convierten en basureros tras el tolerado botellón nocturno.

El alcalde de Burgos inició una obra anunciada con toda la legalidad, como hacen otras muchas corporaciones municipales realizando medidas que no satisfacen a una parte de sus ciudadanos, pero ha bastado el desencadenamiento de una lucha callejera con más de cuarenta detenidos y varios heridos, mientras la Delegación del Gobierno de la ciudad se mostraba incapaz de prevenir lo que se anunciaba o garantizar el cumplimiento de la ley, para que el proyecto se abandone. De ahora en adelante , se ha tomado buena nota de como responder a las iniciativas que no gusten a cualquier grupo: la quema de contenedores, el alzamiento de barricadas, el lanzamiento de adoquines contra la policía, será la respuesta. La kale barroka ha creado escuela. Tras el ejemplo del “cojo Manteca”, destrozando farolas en nombre de una mejora educativa, se suceden las manifestaciones violentas, dirigidas por profesionales de la guerrilla urbana, amparados por el apoyo de partidos minoritarios o excluidos en las elecciones convocatorias, a través de las redes sociales de internet. Sus logros se vieron transitoriamente reducidos con la aplicación de fuertes sanciones económicas, pero la actitud del gobierno previo y la parálisis del actual han conducido al rebrote de la misma, no ya en el País Vasco, territorio comanche para cualquier ciudadano normal, sino en todo en toda la geografía nacional. Tras el turno de Burgos y sus secuelas en Madrid , los desmanes se suceden en muchas otras ciudades, siguiendo la estela marcada por los terroristas de ETA que paralizaron la construcción de la central nuclear de Lemóniz, la autopista de Leizarán y acabaron haciendo claudicar al Estado pactando el fin de la lucha armada a cambio de la liberación de sus presos.

La reforma legal que contempla sanciones contra quienes cometan actos de vandalismo, se ha visto seguida por la respuesta de muchos políticos calificándola como una exaltación del Estado policial. Hoy las leyes se reconsideran o se cambian tras las algaradas que provocan su aplicación. Los concentrados durante semanas en la Puerta del Sol, pretendieron construir una nueva forma de gobernar. El asalto a supermercados y la ocupación de fincas dirigidos por un alcalde en nombre de la justicia social, el asedio e intento de ocupación del Parlamento o los ataques a las sedes de los partidos políticos, con el aplauso de Izquierda Unida, no han provocado ninguna reacción de alarma ni de irritación. La insidia y el insulto son las formas habituales del diálogo político, sin respuesta contundente hacia quienes hacen de ello su forma habitual de discrepancia. Muchos jueces justificaron el escratch como forma de acoso e insulto contra los políticos en aras de la libertad de expresión, y los rectores de las universidades no impiden la dictadura de los estudiantes que boicotean cualquier acto no acorde a su ideología libertaria. Simultáneamente, las protestas contra los desahucios fuerzan la modificación de la ley, mientras las reformas educativas o la reglamentación del aborto convierten nuestras ciudades en campos de batalla. Frente a todo ello, la oposición y muchos comentaristas políticos consideran normal los estallidos de violencia como una consecuencia de la crisis económica y el desempleo, preguntándose cuanto tardará en producirse el definitivo estallido social ansiado por gran parte de la izquierda radical.

Y entretanto, el ministerio del Interior jugueteado con twitter para entorpecer las redadas de terroristas y la Fiscalía del Estado mirando a las musarañas.

¡AY VA,LOS DONUTS!

PUBLICADO EN DIARIO MONTAÑES     16 diciembre 2013

 

                            Treinta y cinco años de democracia, diez Legislaturas, seis gobiernos, catorce Ministros de Justicia de diferentes, todo tipo de combinaciones políticas para ocupar los puestos del poder judicial y el Tribunal Supremo, y al final nos hemos despertado con que no teníamos previsto cómo iban a cumplirse las sentencias dictadas contra quienes protagonizaron durante todo este tiempo la mayor amenaza a nuestra convivencia. Más de mil personas han sido asesinadas en diferentes atentados por la bestia terrorista y un número importante aún esperan que se identifiquen o detengan a sus agresores . Otras muchas han sido víctimas de crímenes repugnantes y contemplan la vergonzante salida de prisión de aquellos que debían cumplir condenas centenarias, excarcelados en aplicación de una interpretación dada por un tribunal extranjero con el inaudito voto de un juez español.

Pese a las continuadas promesas electorales de reformar las leyes para garantizar su completo cumplimiento, vemos salir de presidio un indignante desfile de asesinos en serie, violadores múltiples y terroristas que son recibidos con entusiasmo, mientras se consuela a las victimas con inútiles declaraciones de apoyo. La Justicia, entretanto, tan diligente en excarcelar a todos ellos, se mantiene paralizada debatiendo a qué organismo policial le corresponde tomar medidas. No tiene nada de extraño que políticos y jueces centren el desprecio y la desconfianza nacional. Los primeros dicen que las decisiones corresponden a los jueces y estos que cumplen lo que los políticos legislan. Unos por otros, la casa sin barrer.

En el Parlamento, sus señorías, dedicaron multitud de sesiones a elaborar leyes para luchar contra el cambio climático, limitar el consumo del tabaco, subvencionar lo irrisorio, reglamentar la composición de los bollos de los niños, los diez kilómetros arriba o abajo sobre el límite de velocidad en las carreteras, le denominación en lenguas vernáculas de muchos pueblos , las descargas de internet, la presencia de crucifijos en los colegios, los horarios de apertura comercial, el tallaje de la vestimenta y el etiquetado de todo tipo de productos que debe señalar minuciosamente su composición. Se ha legislado la ampliación del aborto más permisivo de Europa, la paridad de sexos sin tener en cuenta los méritos, memorias históricas que todo el mundo ya tenía olvidadas y se han cambiado siete veces las leyes educativas para seguir manteniendo un vergonzante nivel de ignorancia.

Sólo en el 2012 se han promulgado siete nuevas leyes, 29 decretos-ley, 1744 Reales Decretos, y más de 3.000 órdenes ministeriales añadidas a las casi 100.000 leyes diferentes existentes en España. En esta vorágine legislativa, se dedica más esfuerzo en legislar que en procurar que las leyes se cumplan.. Mientras los ciudadanos se ven obligados a fumar en la calle, a rellenar todo tipo de impresos de obligado cumplimiento, a cambiar las instalaciones de los ascensores o las placas de las matrículas de los coches, a circular a las velocidades que se le ocurren al director general de turno, a garantizar la protección de datos y los derechos de autor, pero aún no hemos resuelto cómo regular las huelgas, los daños públicos provocados por el vandalismo callejero , el consumo de alcohol en la calle, el botellón de fin de semana, el control de las subvenciones otorgadas a sindicatos y organizaciones empresariales, la actualización de las leyes del desahucio y, un largo etcétera. Eso si, en el Parlamento todos andan envueltos en la necesidad de una reforma constitucional, mientras siguen sin resolverse las leyes de huelga, la reforma electoral, la misión del Senado o el simple cumplimiento de las leyes en muchas Comunidades Autónomas.

Hace cuatro siglos, Rabelais ya lo señalaba: “las leyes atrapan a las moscas, pero dejan pasar a los tábanos y abejorros“. Con independencia de los indultos que han favorecido a banqueros inhabilitados, a políticos corruptos y a quienes han causado daños irreparables a personas o al medio ambiente, en este país se dictan leyes cuyo cumplimiento se sabe que acaba en humo, o sentencias con ridículos cumplimientos. Si un sinvergüenza se aprovechada de su cargo para enriquecerse, tras unos pocos años de cárcel, sale libre sin restituir lo robado. ¿Se acuerdan de aquel individuo llamado Roldán?. Hoy disfruta de libertad sin haber devuelto los diez millones de euros desaparecidos. ¿Recuerdan al Dioni que huyó con el contenido de un furgón cargado de bolsas de dinero?. Cumplió solo seis años de reclusión y hasta hace poco cantaba en televisión desafinadas baladas tras años de juerga brasileña . ¿Qué pasó con todos los mangantes de los 35 millones de euros del caso Millet del Palau de Barcelona y la complicidad de CIU que ha supuesto un expolio de 20 millones de euros?, ¿O con los olvidados protagonistas del pelotazo de Ibercorp y de las Torres KIO?. Más de cuatro años y medio lleva estudiándose el caso Gurtel. Y más recientemente, ¿ qué ridículo castigo recaerá sobre los políticos y sindicalistas que llevaron el caos a las Cajas de Ahorro?. ¿Quién pagará el dinero desviado de los ERES fraudulentos o las facturas falseadas por sindicatos acostumbrados a vivir del dinero público? . ¿Cómo es posible que personajes altamente dudosos sigan protagonizando cargos públicos? . Todos ellos se proclaman inocentes y se escudan en que la Justicia debe pronunciarse.

Mientras tanto sus señorías, con toda su dignidad y aforamiento, se dedican a concienzudamente cómo introducir enmiendas a cualquier ley, a repartirse los puestos de los poderes judiciales o debatir sobre el sexo de los ángeles. Y siguen pidiéndonos confianza en una Justicia que modelan a su capricho. Eso si, como despistados colegiales ahora se dan cuenta de que olvidaron la cartera con los deberes que habían prometido cumplir. Será para que les premiemos con los donuts.

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Publicado  en el DM 8 Noviembre  2013

                Mientras el gobierno español, con su mayoría absoluta, sigue pasivo a la espera de un diálogo quimérico y la ausencia de medida alguna que ponga fin al desafío independentista catalán, resulta que sólo la Unión Europea parece alarmar a los nacionalistas, que han visto al señor Mas recorrer las antesalas de los despachos de Bruselas intentando inútilmente ser recibido por algún alto dignatario y compensa su frustración con desplantes protocolarios a Sáez de Santamaría o al propio Rajoy.

Hoy, una parte de la burguesía catalana considera que es acreedora de mayores beneficios y un trato distinto en el conjunto nacional. Irritados por la generalización de estatutos de autonomía concedidos a otras regiones, radicalizan sus demandas, se desentienden de lo que significa la solidaridad interregional y evolucionan hacia el independentismo. Ahora se esgrime la necesidad de que un referéndum muestre el sentir de su población, se extiende el clamor de que hay que vencer la resistencia española a esta separación y se utiliza a un club de fútbol como punta de lanza de sus ansias secesionistas.

El sentimiento nacionalista ha impregnado a generaciones de jóvenes educados en la creencia de ser un pueblo dominado por un quimérico expansionismo español y que Cataluña fue una nación, lo cual es rigurosamente falso. Jamás existió tal reino, sino que originado como la Hispania Citerior con capital en Tarragona, evoluciono desde la Reconquista hacia un conglomerado de condados unido a la corona de Aragón. Con esa vinculación extendieron su prosperidad en el Mediterráneo. La hecatombe que supuso el dominio turco, con la desaparición de Venecia, les llevo a una quiebra de la que no se recuperaron hasta que, tras la Guerra de Sucesión, con el advenimiento de la Casa de Borbón, abrió su comercio hacia América. Y conviene recordar que en aquel conflicto Cataluña no lucho por su independencia sino en defensa de un aspirante austriaco al trono español. Desde entonces, figuro como la región más rica de España. La gran paradoja es que, precisamente unida al resto de España, Cataluña ha sido mas próspera. Incluso con Franco, disfruto de privilegios que no se dedicaban a otra regiones de España y con el Estado Autonómico se ampliaron los beneficios. Hoy, la actividad comercial mas importante ya no reside en Cataluña, sino que ha sido sustituida por Madrid, Valencia y el País Vasco. Aun así, se esgrime que España actúa como parásito de su economía, sin reconocer la mala gestión de quienes la han dirigido

Las cifras, sin embargo, son contundentes. Cataluña esta hundida en una deuda colosal a la que el Gobierno actual ha dado, nada mas y nada menos que 24.0000 millones de euros, es decir lo recaudado con la reciente subida del IVA en todo el país, y se piden otros 9.000, cifra equivalente al ahorro proyectado para todas las Comunidades Autónomas en los próximos dos años. Pero se insiste en que en que aportan mas de lo que reciben y persiguen una independencia donde deberán pagar con su nueva moneda la deuda contraída, y asumir el costo de sus pensiones, suministro energético, sanidad, educación, justicia, obras publicas, ejercito, etc… Junto a ello, surgirá el problema de como mantener en su deriva independiente a millones de catalanes que se sienten a la vez españoles y al empobrecimiento que producirá la pérdida de una economía aunada al resto de España.

Aunque la responsabilidad radica fundamentalmente en la política nacionalista sembrada a lo largo de estos últimos años, también son culpables los gobiernos centrales que cedieron ante las demandas continuadas y estuvieron ausentes en un mensaje integrador. Sin embargo, empresarios, intelectuales y una gran parte de la sociedad catalana permaneció silenciosa considerándose merecedores de una distinción superior a la de cualquier otra Autonomía. Es seguro que muchos catalanes no se identifican con ese sentir pero cuando se dijo que Cataluña era una nación, callaron. Cuando el sentimiento antiespañol se extendió en su seno, no reaccionaron. Cuando vieron cómo sus hijos eran educados con una falsa historia, lo toleraron. Cuando se ignoraban las leyes del Tribunal Constitucional lo consideraron un atentado a sus derechos. Confundieron el amor a su tierra con un ansia de ser un país diferente y continuaron votando a dirigentes políticos que fomentaban la creencia de que separados de España, aumentarían sus privilegios. Ahora, ante el temor a verse excluidos de la Unión Europea, despiertan algunos signos de alarma, limitados al mundo empresarial. Pero llegan tarde, porque el desprecio hacia el resto de España ha extendido un sentimiento de hartazgo frente a las demandas nacionalistas que va a ser difícil apaciguar. E incluso dentro de la propia sociedad catalana, aunque no se logre la independencia ansiada, se ha abierto una brecha de sentimiento diferenciador que permanecerá durante varias generaciones con la creencia de no pertenecer al mismo entronque nacional.

A lo largo de la Historia ha sido frecuente el caminar plácido de los rebaños conducidos mansamente por los pastores hacia el matadero. La fractura social que producirá la separación de Cataluña, se traducirá en la hostilidad del resto de España hacia ella y la consideración de sus ciudadanos como miembros extranjeros voluntariamente escindidos del conjunto nacional. Y en su propio seno, sufrirán las consecuencias quienes se sienten con igual intensidad españoles y catalanes.

Es el resultado del silencio suicida de los corderos.

EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES

Publicado en DIARIO MONTAÑES 22 octubre 2013

 

Cada vez, con mayor frecuencia, las calles se inundan de gentes portando banderas republicanas: estudiantes universitarios o de primaria rechazando nuevos planes docentes, obreros amenazados por ERES, sindicalistas despertados tras años de plácido silencio, jubilados estafados por emisiones de productos bancarios, familias desahuciadas por falta de pago ante compromisos adquiridos libremente,  asociaciones proabortistas, gays o ecologistas… Hoy, la bandera constitucional se exhibe de forma masiva tan solo en los acontecimientos deportivos, — incluso es ignorada el día de la Fiesta Nacional –, pero ante  cualquier protesta se sustituye por la republicana, pretendiendo representarla como el régimen adecuado para salir de la crisis y garantía de buen gobierno.

República no es sinónimo ni de ética, ni de democracia ni de modernidad. No hay que dar muchas vueltas al mundo para ver cómo muchas naciones, con repúblicas o monarquías, prosperan o permanecen en continua crisis, con independencia de su forma gubernamental. Son cuestiones que ningún país moderno se plantea. La experiencia republicana acabó dramáticamente en dos ocasiones: duró menos de un año en su primer intento y enfrentó a dos Españas en 1931, conduciendo a una sangrienta guerra civil. Pero se insiste en  ello, olvidando que nuestra nación esta constituído por diecisiete autonomías de organización similar a una república, unidas por la Corona,  y en vez de resolver los problemas que esta ineficaz descentralización ha generado, nos empecinamos en acabar con la única institución que las aúna.

La monarquía española tiene un carácter exclusivamente representativo, y carece de cualquier potestad decisoria. Los males de España no dependen de las decisiones reales, ni el Rey puede tomar medidas no sujetas a la aprobación parlamentaria. Aunque se esgriman datos no ejemplares en la conducta de algunos personajes de la Casa Real o incluso del mismo monarca, estos no condicionan la vida del país. Por razones muy similares, podríamos rechazar la democracia ante los comportamientos personales de algunos dirigentes políticos actuales o la corrupción que  infecta a  sindicatos o Comunidades Autónomas.

La época de las revoluciones y la decisión de las formas de representación democrática desaparecieron de Occidente hace más de cien años. No es difícil adivinar la reacción de rechazo que provocaría un intento de restauración monárquica en Francia, Austria, Portugal o Italia, una protesta republicana en Holanda, Suecia o Dinamarca y cómo actuaría un alemán con la exhibición de las esvásticas hitlerianas o símbolos comunistas ante sus problemas económicos. Algo inconcebible salvo en una España que sigue empecinada en debates del siglo XIX, olvida  su pasado y pretende continuamente volver a él. Pero además, las banderas republicanas en nuestro país se exhiben junto a otras que representan la ideología más criminal de la Historia reciente. Las hoces y los martillos, presentes en muchas manifestaciones, son símbolos de una ideología que ha sido responsable de millones de muertos, se exhiben libremente, y se convierten  en los estandartes del descontento, olvidando su trágico pasado y los millones de seres humanos exterminados en su nombre en Europa Oriental, en el Gulag ruso, en Camboya, en movimientos revolucionarios africanos, y sigue presente en Cuba y Corea del Norte, sin provocar reacción alguna de rechazo.

La izquierda debe reconocer su propia responsabilidad en los acontecimientos del siglo acabado, su tendencia a preferir el poder a la libertad y en protagonizar un estado de protesta permanente. Hay que  olvidarse de las barricadas y asumir que para enfrentarse a la acción del Gobierno no  puede colocarse al país al borde de una crisis institucional. Ayer con la resurrección de la memoria histórica y los fantasmas de la guerra civil. Hoy, con la controversia entre Monarquía o República. Mañana será la organización federal, simétrica o asimétrica.

Es el regreso del cartero llamando nuevamente a la puerta de la Historia de España, con la aceptación de muchos que no ven en ello ninguna amenaza y creen que es portador de la lámpara de Aladino. El problema es que le abrimos la puerta cada vez que toca el timbre.

Opiniones Libres