Entretenimientos parlamentarios
El ABC tiene más o menos el tamaño que tenía el Boletín Oficial del Estado. Alguien me contó que era para que los diputados pudieran camuflarlo y leerlo en el parlamento. Supongo que sería durante el franquismo, cuando las Cortes no servían de mucha cosa. Ahora tampoco sirven, pero está mal decirlo y sus señorías se enfadan como monas cuando lo escuchan. Como el Boletín ya no se publica, que sólo está en versión digital, los diputados se han tenido que buscar otros entretenimientos para matar el rato. Lo de seguir las intervenciones y eso que se hace en las cámaras debe ser tremendamente aburrido, aunque la verdad es que está muy bien pagado. Por esas ’pequeñeces´, que dice el Presidente del Congreso, ya iba yo a la Carrera de San Jerónimo a aburrirme como una ostra.
El día que en Madrid se privatizaba la Sanidad, un fotógrafo pilló a dos diputados jugando al ’Apalabrados’. Eran del PP, pero eso es lo de menos, porque los del PSOE, los de IU, o los de UPyD, también tienen iphones y ipads ’gratis total’ para distraerse si les hace falta. A los 15 minutos de que el periodista gráfico saliera por patas antes de que le obligaran a borrar la foto alegando la ´privacidad´ de lo que hacen los parlamentarios cuando están en sus escaños, los pobres jugadores ya estaban disculpándose a través de twitter. Sin moverse del asiento y usando los mismos aparatos con los que los cogieron in fraganti, claro. Es la suerte de contar con máquinas polivalentes que les pagamos entre todos. De dimitir, por supuesto, no dijeron nada, que no se lleva.
Qué tiempos aquellos en los que sus hastiadas señorías presentes en la sala votaban con el pie por los que también hastiados ni siguieran habían acudido al pleno. La tecnología ha dejado atrás incluso a los crucigramas de las últimas páginas de la prensa escrita. Las posibilidades 2.0 son infinitas y más divertidas.
Y con todo esto, todavía hay quién se pregunta por qué los representantes institucionales están tan mal vistos. Ya no es sólo porque parezca que vivan en un mundo paralelo al nuestro, o porque pisen poco tirando a nada la calle. Están llegando a tal extremo de desfachatez que lo mismo dejan las cámaras vacías haciendo pellas que se ponen a jugar al Scrabbel mientras endurecen con su voto el día a día de los que les hemos puesto allí. Soy pesimista con la solución porque las tiendas de aplicaciones para smartphones y tabletas inteligentes cada vez tienen más variedad de juegos. Me consuela que muchos de ellos siguen siendo gratis. Eso que nos ahorramos los contribuyentes en el gasto de sus señorías.