Relaciones nada políticas

Cuando alguien se dedica a la política, tener hermanos es una putada como un piano. También tener cuñadas, primos y hasta un tío en La Habana. Las relaciones filiales y los árboles genealógicos se llevan fatal con el trabajo en la cosa pública. Si el hermano o cualquier otro de la parentela es un quinqui que va luciendo afinidad familiar para sus chanchullos, al político se le ha caído el pelo y por aproximación acabará tan pringado de mierda como su pariente delincuente. Y si este no es un sinvergüenza, pues también le pasará, porque cualquier cosa que se curre y genere la envidia suficiente servirá para colgarle al político el sanbenito de mangante. Es lo que tiene la familia, que la mía siempre es la más honesta pero la del concejal, el diputado, el consejero, el ministro y hasta la del bedel del parlamento, seguro que algo se lleva por la patilla en una distracción.

Tampoco faltan los políticos fulleros que tiran de dinastía para sus trinques. Cuántas madres, tías y suegras septuagenarias figurarán sin saberlo en los registros mercantiles como dueñas de empresas SL y SA que son tapadera para los untes y los sises de corruptos electos o de nombramiento. Lo de los testaferros consanguíneos en línea directa y colateral es un recurso muy utilizado por chorizos con poltrona de medio pelo, que no llegan a los niveles de tener compañías offshore en las Islas Caimán pero que se hacen sus apaños con deneises prestados y firmas en blanco en transferencias internacionales. A veces la sangre tira mucho, y para qué buscar cómplices fuera de casa si con los del linaje se puede hacer cambalache en el desayuno, la comida o la cena, y salen más baratos.

La tercera desgracia es que la pareja también comparta ocupación, en la misma orilla o en la de enfrente. Si van en el mismo barco, esa caterva de incapaces que hay en todos los partidos políticos pululando por los pasillos por si cae algún carguito dirán que uno se aprovecha del otro para medrar, y viceversa, y que tienen una estrategia para asegurarse el poder. Y si militan en la confrontación, pues alguno saldrá escaldado por los chismes de portera de compañeros y enemigos poco cultivados sobre las oscuras intenciones del maridaje, y la desconfianza de los idólatras de la ortodoxia. Sea como sea, la pareja puede darse por jodida y camino de la picota para el despiece más descarnado.

Hacer compatibles libro de familia y dedicación pública es de una enorme dificultad que poca gente supera sin una primera página de escándalo en cualquier periodicucho de pueblo. Si la familia es honesta, algún capullo habrá que diga que no. Si algún pariente tiene los dedos largos, se los cortarán también al político. Y si la pareja se aplica a idéntico trabajo público, uno de los dos acabará en el río. Así que mala ocupación la política para tener familia.

 (Este artículo ha sido publicado en la página 4 de la edición del viernes 17 de diciembre del diario AQUI DIARIO CANTABRIA)

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1 comentario

  • By Libertario, 17 diciembre 2010 @ 13:24

    Bueno…muy bueno D.Victor. Es reconfortante leerle.

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