Dos fotos de campaña

Las campañas electorales dan para muchas fotos, sobre todo de candidatos a los que cuesta recordar hablando de lo que hablan o visitando los sitios que visitan antes de serlo. Es ley de vida, tanta como que después del día de las votaciones, la mayoría de ellos, por no decir todos, desapareceran hasta las siguientes, «y si te he visto, no me acuerdo». Ahora, que si se miran bien, además de este remedo de película de fantasmas, las fotos de campaña dejan otras muchas perlas.

Que me perdonen en el PSOE (o no, que son muy libres de eso y de más), pero dos fotos de las suyas estos días son el paradigma de esos despropósitos, leves eso sí, a los que se llega por la falta de cuidado o el exceso de entusiasmo. En una se puede ver a la candidata Gallego acompañada de muchas mujeres con las manos abarrotadas de bolsas de plástico que van sacando de un carro de la compra que empuja otra mujer. Nos hemos tenido que acostumbrar a que en el super nos pregunten desde hace casi un año si queremos bolsa para llevarnos la compra, y a que nos la cobren si decimos que sí, porque el gobierno anterior fijó una tasa por su consumo para fomentar la reutilización y de paso fortalecer el sentimiento ecologista de los ciudadanos (cartera por delante, claro).

Cuesta entender que a los que se les ocurrió lo del cobro junto con los regionalistas las usen ahora en su campaña para repartir la propaganda, y no sería raro que alguien les pregunte si han pagado la tasa. La otra paradoja visual, la del carro de la compra, las mujeres y las bolsas, que de haberse parado a pensarlo un poco la exdirectora general de la Mujer, que por cierto sale en la foto, no hubiera permitido, la dejo «a beneficio de inventario», no sea que tenga una explicación que no alcanzo ahora a encontrar.

La otra foto seguro que es fruto de un desafortunado descuido, y lo que yo veo lo sea del vitriolismo que me achaca con cariño el director de este medio. En un paseo de candidatos por el Barrio Pesquero, el número dos al congreso por el PSOE parece que está como tirando del revoco de una de las fachadas, ayudando a que se caiga antes de lo que ya lo están haciendo ellas solas. Vaya por delante que ni el joven Casares ni los socialistas tienen la culpa del abandono del barrio por parte de las instituciones, y que lo está dejando hecho unos zorros. Pero la pose en la que le ha pillado el fotógrafo está a medio camino entre la que provoca la inocente curiosidad de un chiquillo, y la que resulta de estar demostrando algo que es evidente sin necesidad de reforzamientos. La foto, en cualquiera de los dos casos, no creo que le haga bien, teniendo en cuenta que tampoco está saliendo en muchas, centrada como está la campaña en la número uno al congreso.

Las campañas electorales se parecen cada día más a las que monta cualquier marca comercial para vender sus productos. El marketing y la imagen cuentan más que los programas y las propuestas. Por eso debe cuidarse lo que se quiere que salga en una foto y lo que no, porque mucha gente será con eso con lo que se quede, más que con el mensaje. Estas dos fotos de los socialistas dicen lo que seguro que ellos no quieren que digan, más allá de lo que hubiera en las bolsas que repartían o de lo que les contó a los vecinos de El Pesquero el candidato Casares. Para evitar eso, basta con poner más atención y más cuidado cada vez que haya un objetivo delante.

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1 comentario

  • By Libertario, 13 noviembre 2011 @ 12:30

    Argumentario fino, si señor. Además bien escrito.

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