Democracia interna pero menos…
El PSOE es un partido descarnadamente democrático. Esa es una de sus señas de identidad, un valor que se pregona como diferencia cada vez que encara un momento interno de elección. No hay dirigente que pinte algo que, cuando toca congreso o hacer listas, no proclame transparencia, respeto, decisiones de la mayoría y selección de los mejores. En el PSOE, se dice, lo digital sirve para muchas cosas pero nunca para elegir líderes ni representantes.
Las intenciones, como el papel, lo aguantan todo. Y debiendo estar en la base de cualquier organización que tiene en su propio sentido la representación ciudadana en las instituciones y el ejercicio del poder, tanta transparencia y tanta democracia no siempre son reales. O por mejor decir, no siempre lo son tanto como se cuenta. El que gana, gana mucho (prestigio, popularidad, dinero,…), en el presente y para el futuro. Por eso, la cruz de las reglas de la máxima y más sana participación a veces tienen huecos y recovecos que los que ansían quedarse o estar saben encontrar y usar. Aqui y en Sebastopol, y quien diga lo contrario, sencillamente miente.
Supongo que en otros partidos también, pero en el PSOE quien se enfrenta al aparato y al status quo pierde inexorablemente. No hay proyecto novedoso que valga, ni mareas de militantes entusiasmados. Frente a la organización, cualquier verbo suelto acaba en la oposición unas semanas, y en el ostracismo más elocuente el resto de su militancia. Una vez me enfrenté a un par de mandamases que me querían convencer de que dimitir del puesto orgánico que ocupaba no era buena idea. No les hice caso, y la última vez que me llamaron, 7 años después, fue para cubrir el expediente colocándome de florero en un comité. Aún espero que alguien me explique qué tan malo fui como concejal como para no merecer repetir, o me llame para darme las gracias por la legislatura. La disidencia intelectual está reñida con la democracia que se pregona.
Del último congreso federal del PSOE, la mayoría de la ciudadanía se habrá quedado con la lucha entre Rubalcaba y Chacón, con las puñaladas traperas de la trastienda, o con la pelea delegado a delegado por cada voto. Del proyecto y de la estrategia estoy seguro de que ni los que estuvieron en Sevilla se han enterado. El singular sentido de la democracia interna socialista implica sacarse las tripas en público y ahondar en lo que separa frente a lo que necesariamente debería unir. Los personalismos tienen tanta fuerza, y son tantos y tan poco generosos, que ahogan cualquier posibilidad de parecer y ser diferentes.
Los ciudadanos están más que hartos de que lo de los partidos sea un juego de cuatro que viven de sobrevivir y mantenerse, hoy haciendo trampas en sus organizaciones, y mañana también, acallando la crítica, promocionando a los pelotas, fomentando el servilismo y enmascarando su incapacidad apelando a la democracia, tan manoseada que ni siquiera muchos de los de dentro le dan credibilidad alguna.
Los que para el congreso regional del PSC-PSOE de finales de mes, estando fuera de los márgenes del oficialismo, han dado el paso de proponerse lo tienen crudo. Enfrentarse al aparato es perder el tiempo. Los favores debidos y las promesas a largo plazo pesan más que la necesidad de innovación en programas y en personas. Mantener mediocres mandando está por encima del proyecto, por mucho que ahora casi todos vistan a la mona de seda. El futuro no es el de las ideas, sino el del más de lo mismo, con los mismos.
By Libertario, 4 marzo 2012 @ 22:16
Democracia interna en los Partidos….que cosas D. Víctor Javier.