La Ryanair de O’Leary
Reconozco que me entretiene volar con Ryanair. Hace años que se me quitó el miedo a los aviones, así que que los suyos vayan justos de fuel, con las ventanillas de los pilotos selladas con cinta americana, o no esté nada claro que los chalecos salvavidas y las máscaras de oxigeno estén donde dicen que están, es parte de la aventura. El ceremonial de embarque es de las cosas más surrealistas que se pueden ver en un aeropuerto (esa gente aplastando la ropa en la maleta para hacerla del tamaño de los hierros donde las comprueban) y la teletienda de a bordo (la palma es para los cigarrillos electrónicos), lo más hilarante. Y todo por un precio que al final de módico suele tener poco.
Si Ryanair no tuviera a O’Leary tampoco sería lo mismo. La compañías con ejecutivos estirados de corbata y traje gris marengo no son tan divertidas. O’Leary es un payaso con todas las letras, histrionismo, macarra y soberbio, que cada vez que habla escupe un par de tonterías. Y no sé por qué, pero eso hace que crezca el número de compradores de billetes en la web de la aerolínea. Al menos eso sostiene él, y es lo que le da pié a seguir siendo un impertinente. Una foto suya haciendo el imbécil es la mejor publicidad que puede conseguir para su empresa.
Los gobiernos regionales son muy responsables de que la compañía aérea esté donde está en cifras de vuelos y pasajeros, y por supuesto de ingresos. O por decirlo de otro modo, ha sido el dinero público que le han regalado a chorro el que le garantiza el éxito de sus cuentas. Y ha dado igual que hayan dejado pasajeros tirados durante días en aeropuertos del extranjero, que anulen vuelos porque no tienen suficientes aparatos, que tarden días en sustituir los averiados, que vuelen con los requisitos de seguridad aérea bordeando los límites legales. La pasta les ha llegado al tiempo que las fotos de los políticos recibiendo conexiones internacionales en sus aeropuertos de provincias, como si llegaran los americanos. La Comisión Europea está estudiando las ayudas de las administraciones autonómicas por ilegales en el marco comunitario, esas que se han encubierto como contratos de promoción turística a cambio de un banner en la web o un articulito sobre la artesanía local en la revista que reparten a bordo (y que aún no cobran por leer). Pero sea cual sea la decisión de Bruselas sobre el asunto, estoy seguro de que Ryanair se las arreglará para seguir haciendo caja. O´Leary siempre ha sido muy persuasivo cuando ha amenazado con dejar los aeropuertos donde opera como el de Castellón si decae el flujo de euros entre los presupuestos regionales y su compañía, algo que la demagogia política provincial no puede permitirse.
El concepto de low cost aéreo ha permitido a mucha gente salir de casa. Por poco dinero, hoy se puede visitar el extranjero viajando en avión. Ryanair es una compañía líder en este negocio, pero lo es a costa de muchas cosas, entre ellas la controversia y el escándalo, que ya forman parte de sus señas de identidad. Ahora que tiene abierta una investigación por hacer aterrizajes de emergencia con sus aviones por ir cortos de combustible, no estaría de más que las autoridades nacionales les reubicaran en su sitio y les bajaran un poco los humos. Y de paso que las administraciones regionales se replantearan el gasto en subvencionarla de tapadillo sin más requisito que mantener las conexiones. No están las cosas para juegos de apuestas ni con el dinero público ni con la seguridad aérea.