Intervenciones parlamentarias

Hace un par de días me dio por seguir la comparecencia de Sergio Vélez en la Comisión de CANTUR del Parlamento de Cantabria. Conozco a Sergio de cuando era socio de la empresa de comunicación de cabecera del PSOE en los años 90, y me apetecía ver cómo explicaba el éxito de sus negocios en la etapa de Marcano como consejero. Más por morbo que por otra cosa. Algunas de las facturas que se han conocido tienen conceptos y precios de lo más sugerente y llamativo (de todas ellas, me quedo con la de las 3.500 bolitas de chocolate repartidas a los miembros del gobierno, por más de 20.000 euros). Vélez decidió que no declaraba por estar el asunto en investigación judicial, y entonces el espectáculo pasó a las intervenciones del diputado regionalista Pérez Tezanos. Dio tanto en tan poco tiempo que me venció la vergüenza ajena y tuve que cerrar la emisión por la web.

El Parlamento de Cantabria nunca ha sido un referente de erudición dialéctica. Se pueden contar con los dedos de las manos lo buenos oradores que han pasado por su tribuna. El premio ‘Emilio Castelar’ que se concede al mejor orador del Congreso de los Diputados, en Cantabria quedaría desierto. En cambio, uno que reconociera la zafiedad y la falta de respeto tendría muchos candidatos, y costaría concederlo solamente a un diputado/a. Las sesiones de los lunes son un gallinero de voces, replicas de escaño a escaño, e insultos. Las intervenciones en la tribuna resultan de una mediocridad apabullante que admite muy escasas excepciones. Ni siquiera el matonismo más tabernario le ha sido a veces ajeno a sus señorías. Un panorama desolador, nada edificante, muy lejos de la cortesía parlamentaria, pero sobre todo a años luz de lo que se espera de los representantes ciudadanos.

Pérez Tezanos traspasó en el rato que le pude escuchar todos los límites de la educación, trufando sus alegatos con palabras gruesas y amenazas sin medias tintas, elevando la voz, colocando su labor como parlamentario a  la altura de una pelea de polígono. Perdió la razón de sus argumentos por envolverlos en macarrismo. En realidad, hizo del insulto y las malas formas la línea definitoria de su posición, que resultó barriobajera y camorrista. 

Los responsables de instituciones como el Parlamento llevan años preguntándose el por qué del desapego ciudadano a su trabajo, las razones de que nadie siga sus debates, el alejamiento constante a su actividad. Y la respuesta están tan cerca de ellos mismos como las palabras del diputado del PRC lo están de la indecencia y el rechazo. El continente que decidió usar Tezanos echó por tierra la validez de sus reflexiones, que a mi ni me quedaron claras ni llegué a comprender, cubiertas como estuvieron de improperios y malos modos. Ese no puede ser nunca el camino para vencer en el debate, que tiene en la dialéctica correcta y respetuosa la única herramienta para convencer.

No corren los mejores tiempos para la representación ciudadana, que se ha ganado a pulso la contestación social a su alejamiento de la realidad y a su insensibilidad. Y actitudes pendencieras y maleducadas como la de Pérez Tezanos no ayudan a remontar en el camino por la recuperación de la confianza. Desde luego, no podrán tener la de los ciudadanos que esperamos más de quienes se ocupan de nuestros intereses, que con actitudes así no podemos sentirnos representados. 

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