Cruzando cartas (I)
Madrid, 13 de diciembre de 2.013
Mi querido don Alfonso:
En la distancia física que nos separa, que no de la amistad con la que me honra desde hace años, he querido compartir con usted algunas reflexiones que mejoren nuestra personal visión de la realidad política que nos rodea.
Ambos, desde nuestras diversas posiciones ideológicas, que por cierto nunca han sido obstáculo para mantener un fluido y honesto intercambio intelectual de ideas y planteamientos, hacemos de la expresión pública de nuestro pensamiento un acto de fe de libertad y de coherencia, que ayude a quien se quiera ayudar a reforzar el suyo personal con argumentos que son fruto de nuestra experiencia en el muchas veces pantanoso terreno de la vida pública y partidista. Soy un firme convencido, como me consta que lo es usted, de que es del diálogo sosegado y sincero entre diversos de donde surgen siempre las mejores soluciones a los problemas. Me aventuro a que ese sea el objetivo de estar carta, y de las que puedan venir después.
Justo después de ser elegido presidente del CGPJ (por cierto, habremos de discutir sobre esta cosa curiosa de la independencia de poderes cuando el máximo órgano de gobierno de los jueces se pacta entre los partidos), el magistrado Carlos Lesmes ha hecho una distinción entre conservadores y neoliberales, explicando que los primeros apuestan por ‘la necesidad de que exista un Estado protector y fuerte’ frente a lo que sostienen los segundos, ‘que es muy bonito para los triunfadores’. A fuer de ser sincero, hasta ahora siempre había creído que la defensa de un Estado que haga de la protección de sus ciudadanos uno de sus pilares existenciales básicos era cosa la izquierda, aunque no le niego que me alegra que alguien elegido para encabezar una de las principales instituciones constitucionales españolas en nombre del Partido Popular tenga tal planteamiento. Está por ver cómo hace de ello traslación a su trabajo en el entorno de la Justicia, tan devaluada y desprestigiada entre nuestros conciudadanos, precisamente, por hacer de la desigualdad muchas veces el leitmotiv de su actividad. Quedan claras en sus palabras, por otro lado, la difícil convivencia que parece darse en la derecha española entre sus diferentes familias ideológicas (de las del Partido Socialista también podemos hablar en futura ocasión, y me agradará conocer su particular visión al respecto). Supongo que alguien como usted, que ha visto lo suyo en los últimos treinta años, podrá mejorarme esta percepción, quizá demasiado estandarizada entre quienes militamos en la otra orilla política, y aquella diferenciación que ha tenido a bien regalarnos el flamante presidente del Tribunal Supremo.
Por ser mi primera carta, y en el ánimo de no aburrirle antes de que este intercambio nos aporte a ambos nuevos argumentos intelectuales con los que mejorar como observadores de la realidad, y como personas, me permito preguntarle su opinión sobre ese enredo de pregunta que han parido los partidos independentistas catalanes para un referendo que no se va a llevar a cabo. Permítame que deje la mía para responder a la suya, porque este tema me tiene muy aburrido de tantas vueltas que ha dado, y de tantas tonterías que al respecto llevan meses y meses diciéndose. Le apuntaré solamente que me parece que bien poco quehacer deben tener en Cataluña los que gobiernan para andarse con estos enredos.
Quedo a la espera de sus noticias, que sabe recibo siempre con el mayor de los intereses y el mejor de los ánimos. Suyo afectísimo,
Victor Javier Cavia.