Esas bolsas de 5 céntimos

Desde primeros de mes, en las cajas de las tiendas te preguntan si vas a querer bolsa para llevarte la compra. Cajeros y cajeras ponen cara de circunstancias y te dicen que es que ahora hay que cobrarlas. Si dices que sí, te meten 5 céntimos en la factura. Es por culpa de un nuevo impuesto para hacernos a los ciudadanos más ecologistas. A la fuerza de la cartera, vamos, como siempre que a la solidaridad y a la concienciación se le pone soniquete de caja registradora. Que no digo yo que no haya que fomentar eso de reducir la cantidad de plástico danzando por el planeta, pero que siempre paguemos el pato los consumidores va siendo ya un poco chusco. El cargo podía haber ido a las empresas que nos venden lo que hay que embolsar, para que se curren un poco las alternativas. Claro que eso pondría de uñas a los tenderos y a los fabricantes de bolsas de plástico. Desde luego, es más fácil meternos el muerto a los compradores, que tenemos pocos en los carritos de la compra. En el fondo quizá sea esto así porque a la vista de como están las cosas, los más imaginativos y resueltos para buscarnos la vida estamos siendo nosotros, que para ganar dinero ya están los empresarios.

Y además no sabemos a dónde van a parar los cinco céntimos de la bolsa que no nos queda otra que pagar el día que salimos con poca inventiva, o con los bolsillos pequeños para acaldar las compras. No estaría nada mal que los recaudadores nos certificaran que ingresan el dinero de nuestras bolsas de plástico en la caja del procomún que es la Hacienda Pública, y que los señores de la Hacienda Pública nos contaran el destino que le dan. Sus sueldos no cuentan. Estamos tan acostumbrados a que nos frían con impuestos, tasas y peajes con genéricas explicaciones del uso al que se aplican (eso del sistema de bienestar, la obra pública, y el sostenimiento del Estado está muy sobado) que nos las meten dobladas entre risas y juegos florales. La transparencia en el gasto de lo que se recauda con impuestos como este, que graban en nombre de una pretensión solidaria y de mejora de la vida en general , debiera ser tan obligada como joderse y acoquinar los cinco céntimos por bolsa. Trasladar el gasto a una actividad ligada a la búsqueda del compromiso solidario impuesto es aún más obligatorio.

 
Así que así estamos los consumidores: pagando bolsas a unos señores que no quieren ni asumir ellos el coste del nuevo sablazo impositivo, ni estrujarse el coco para buscar algo que las sustituya sin que las paguemos. Sin saber si de verdad se ingresa la pasta, ni en qué se utiliza lo recogido, pero solidarios, muy solidarios y ecologistas. Que a la fuerza ahorcan, vamos.
 
(PD. Ya nos podía mandar el ministro Sebastian un recalculó del no-toma-cafés para ver cómo se ajusta el ahorro en bolsas si nos llevamos la compra puesta con la subida de la energía).
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1 comentario

  • By Libertario, 12 enero 2011 @ 16:26

    D. Victor los cinco céntimos siempre los pagaremos nosotros , las empresas no los cargarian sobre resultados , siempre lo repercutiran sobre el consumidor.

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