Tres caras

Si la cara es reflejo del estado del alma, la de tres políticos regionales las semanas pasadas me parece a mí que advierte, además, cómo deben de andar en sus partidos, entre fiestas, sollozos y velatorios.

La cara de Revilla durante el discurso de investidura del nuevo presidente era la de estar en un funeral. A Revilla, desde la noche del 22 de mayo, se le ha quedado cara de figura de panteón. Estaba rígido, arrugado, ojeroso, tenso. Desde luego el trago no era para menos, viendo cómo se le ha escurrido el juguete mediático de la presidencia y se ve, con los suyos, volviendo al duro invierno de la oposición después de 16 años de verano de poder. Las reuniones del PRC tienen que ser un fiestón de la pesadumbre al compás del tintineo de las navajas que se abren con cada sucesión. Porque Revilla está tan agotado como su rostro, por muchos asaltos a Madrid que pretenda.

Las lágrimas de un Ángel Duque emocionado dejando la política después de una vida dedicada a su pueblo, son las del PSOE por el palo electoral. Duque ha sido un buen alcalde, un buen diputado, un hombre volcado en lo que siempre ha creído mejor para sus vecinos. Y a pesar de todo, le han pasado la garlopa en las urnas y le han mandado para casa. Vamos, como a tantos candidatos socialistas que han pagado el pato de un discurso nacional mal explicado y de la crisis que lo ha cubierto todo. Al PSOE le toca ahora superar el llanto con mucha autocrítica, generosidad inmensa y cero personalismos. Y después del análisis y la reorientación del rumbo, algunos, incluso de los que no han dicho nada, habrían de tomar el camino que ha tomado Ángel Duque.

La sonrisa sin fin de Ignacio Diego en su toma de posesión, y en la de su gobierno, es al mismo tiempo la de un triunfo que estoy seguro no esperaban, y la de la sensación de que las urnas les han hecho justicia. El PP está como embriagado de sí mismo, exultante y encantado de haberse conocido. Es normal, después de la machada de sacar mayoría absoluta donde todo el mundo creía (yo también) que las mayorías absolutas son imposibles. De todas formas, para gobernar hará falta que cambien la mueca, no sea que se les quede la risa, a ellos y a nosotros, congelada, o convertida en esa que da con los ataques de pánico mientras se sueltan los estómagos. Se juegan el crédito que los votantes les han dado, que suelen ser muy exigentes en el corto plazo y algo olvidadizos en el largo, y el presente más inmediato de Cantabria.

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1 comentario

  • By Libertario, 5 julio 2011 @ 10:40

    D. Víctor Javier , nada más lejos de mi ánimo que pedirle que se meta en un jardín, pero la cara de Dª Lola es digna de mención.

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