El perritero

Hace unas semanas, se instaló en el entorno de las Estaciones de Santander un perritero, un vendedor de perritos calientes, al más puro estilo neoyorquino. Bien es verdad que la comparación aguanta lo justo y en el concepto, porque ni la zona es Central Park o Times Square, ni los que hacen cola para el perrito son ejecutivos de Walk Street o policías secretos de servicio, como en las series. Seguramente la necesidad que ha llevado al dueño del puesto a montarlo sí que sea la misma: sobrevivir y alimentar a los suyos.

El perritero es extranjero, hispanoamericano. Tal vez eso ya sea por si solo un alegato a favor de la idea de montar un carro para vender perritos. No por el hecho de no ser español, sino porque la necesidad, cuando se tiene fuera de casa, siempre es la madre de todas las iniciativas que le ponen a uno a salvo del fondo del pozo. No conozco la intrahistoria del perritero, pero en el contexto económico actual no andará muy lejos de la de muchos de sus compatriotas universales: crisis, paro, dificultad para pagar alquileres o hipotecas, colegios, esa fea costumbre de tener que comer todos los días… Pero también a diferencia de la mayoría de todos ellos, este hombre ha tenido una ocurrencia para evitarse el agua al cuello y está dándole carrete cada día para salir adelante.

Siempre he sentido una sana envidia por la gente emprendedora, esa que tiene un golpe de imaginación y luego la valentía suficiente para hacerla realidad y tratar de convertirla en dinero. Gente con ideas, incluso malas ideas, hay montones por estos mundos de Dios, pero con iniciativa realmente hay poca. El perritero de las Estaciones es una de ellas, y ya sólo por eso se merece una oportunidad para el éxito.

Estoy seguro de que le saltarán encima las envidias de los que también andan con necesidad pero se conformar con esperar que alguna mañana alguien les deje un saco de garbanzos en la puerta de casa, como por arte de magia. Que si es extranjero y está quitando trabajo a los españoles, que si hace mal efecto un puesto de estos en la calle, que si por vender perritos le quita clientela al del bar de la esquina. La verdad es que el perritero no debiera preocuparse. Las colas de la gente que espera para comprarle un perrito, y el hecho de que hablen de él, son su mejor aval para hacer fortuna con su puesto. Ojalá le dejen poner más por toda la ciudad, y los vagos que ni tienen ideas ni se esfuerzan por tenerlas sean todo un coro de rechinar de dientes tan grande como su arrojo montando un negocio, incluso sencillo, con la que está cayendo. El perritero, por todo eso, es mi estrella del momento.

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2 comentarios

  • By Libertario, 13 julio 2009 @ 12:14

    Salió hace poco un reportaje sobre este hombre en el Mundo. Se quedó en paro y en lugar de encadenarse o decir que hay de lo mio y donde está mi subvención , decidió capitalizar su desempleo, instalarse por su cuenta y ganarse la vida con su esfuerzo. Mi admiración y agradecimiento por elegir España para vivir. Le deseo que triunfe en su negocio y gane mucho dinero.

  • By franciscojavier, 13 julio 2009 @ 12:22

    Comparto plenamente los argumentos de tu artículo, Víctor. Me adhiero, asimismo, al deseo de que existan más periteros y a estimular el emprendedurismo entre los conciudadanos de nuestra Comunidad Autónoma.

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