TREINTA AÑOS DE ESTADO AUTONOMICO

Con independencia de cualquier argumentación constitucional, un Estado moderno se fundamenta en una serie de leyes comunes que articulan una convivencia en igualdad de derechos y deberes:

–justicia común
— régimen fiscal común
–representación exterior común
–defensa común
–enseñanza común
–coberturas sociales comunes

Prácticamente nada de esto se cumple en España. Todo ha sido transferido, está a punto de serlo o se actúa como si ya lo hubiese sido.

Decir que las autonomías han generado riqueza es una patraña que la realidad ha evidenciado después de más de treinta años de Régimen Autonómico. ¿Cuál habría sido la situación económica española sin Estado Autonómico?. Probablemente la misma. La riqueza la generaron los ciudadanos con su trabajo, los empresarios con sus inversiones, y el Estado, mediante una política fiscal moderna, debe compensar las diferencias entre individuos y territorios.

Sin embargo las autonomías actúan a la inversa: han generado mucho más gasto y endeudamiento, han motivado la duplicidad de servicios, han inventado cargos altamente remunerados y compiten por los intereses de sus propios vecinos, desatendiéndose de las necesidades nacionales.

Afirmar que las Autonomías han acercado la administración al administrado, es radicalmente falso. El administrado se ve envuelto en una red de nuevas normativas previamente inexistentes, se dificultan las transacciones comerciales, se ve limitado en sus posibilidades de trabajo fuera de su comunidad, ve reducida sus posibilidades educativas y contempla las diferencias de trato económico. La misma argumentación conduciría a la necesidad de conceder un sistema autonómico similar a toda la administración al nivel más bajo, el local, duplicando servicios, cargos, presupuestos…

Todo ello deriva de una situación política en la Transición que creó el sistema autonómico para garantizar la incorporación de los nacionalistas a las tareas comunes. Pero ha servido justamente para lo contrario. En contadas ocasiones los nacionalistas han apoyado algo sin contrapartida o beneficio directo. Y lo que es peor, han señalado a otros el camino a seguir.

Los presupuestos, uno de los escasos recursos que aun le quedan al Estado, están previamente pactados con el constante beneficio de las comunidades autónomas de nacionalismo más radical. Resulta curioso que extremeños, manchegos, cantabros, castellanos, vean continuamente reducida su parcela a cambio del continuo beneficio, hoy por hoy vasco, catalán o gallego.

Y por ultimo se mira sospechosamente a quienquiera que opine lo contrario. Es la representación de la añoranza del antiguo régimen. Parece como si el centralismo en sí mismo fuese nefasto, cuando es común en numerosos países, por ejemplo Francia sin ir más lejos. Y donde hay competencias derivadas no se acercan ni en sueños al sistema español: Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania…

Así las cosas, ¿tendremos que esperar otros treinta años más?

EL TEA PARTY EN ESPAÑA

Artículo publicado en «El Diario Montañés» el 13 de noviembre de 2010

 

Durante los últimos tiempos está adquiriendo notoriedad un anteriormente desconocido movimiento social, llamado Tea Party. Desde nuestra resignación y holganza al compromiso civil, los medios de comunicación y muchos periodistas  en quienes prima la ideología sobre la información, rápidamente le han identificado como la caverna donde asienta la ultraderecha americana. Los rescoldos de Bush enfrentados a Obama,  siguiendo nuestros habituales enfrentamientos entre derecha e izquierda.

Un supuesto Tea Party español tendría muy claras sus prioridades: convivir en paz, conservar o encontrar  trabajo, el apego a la familia, el respeto a los valores que son el asiento firme de una sociedad – la decencia, el trabajo, el respeto mutuo y la solidaridad —  y pedir al Estado que se limite a administrar los bienes comunes y que no se introduzca en  la intimidad de nuestras vidas y decisiones. Que procure una buena enseñanza, pero que no imponga en qué lengua deben hablar los niños, que fomente el orgullo de sentirse españoles y no desprecie todo  el pasado salvo al que interese al gobierno. Que  limite las extravagancias de comportamientos morales censurables en cualquier sociedad sana: desde el fomento del aborto como procedimiento de control de la natalidad, hasta la condescendencia con la eutanasia, desde la hipersexualidad de cualquier manifestación cultural, hasta el fomento bochornoso de muchos  programas televisivos.

La sociedad española también tiene muy claro las cosas que deben cambiar: por ejemplo la ley electoral, que después de 30 años, sigue primando que minorías nacionalistas se impongan sobre partidos de ámbito nacional. Por ejemplo, las listas electorales que siguen siendo un muestrario de los favoritos de los partidos políticos absolutamente apartados de las preferencias del electorado.  Por ejemplo, el abuso de las subvenciones que se otorgan a sindicatos y organizaciones patronales  domesticados, donde van a parar una parte importante de los impuestos, sin que la inmensa mayoría de los trabajadores o empresarios autónomos, se identifiquen con ellos. Por ejemplo de una reforma de la justicia, para que sea rápida e independiente del poder político.

Un supuesto Tea Party español, exigiría la modificación de una enseñanza que desde hace décadas sigue su pendiente en descenso, pese al clamor de los profesores, el desconcierto de las familias y las estadísticas que reiteradas veces nos colocan a la cola de los países civilizados. O del  sistema autonómico, que ha convertido la nación en  un guirigay de reclamaciones  de derechos para luego ser incapaces de asumir sus obligaciones, jefecillos locales con aires de estadistas, duplicidad de cargos, parlamentos, instituciones, procedimientos y  empresas publicas  que suponen un desperdicio económico y el fraccionamiento de un mercado único y eficaz para hacer frente a los competidores internacionales.

Un Tea Party español,  condenaría el despilfarro y el cobijo de la corrupción, que sigue subvencionando las más esperpénticas manifestaciones supuestamente culturales, mientras se dilatan los pagos a empresas y proveedores de una administración hipertrofiada, llena de empleados públicos, y de conmilitones premiados con  sabrosas encomiendas.

Un Tea Party español que miraría  con irritación, cómo, en vez de ocuparse de los asuntos que preocupan, se dedica el esfuerzo legislativo a reconstruir  memorias históricas, a retirar crucifijos de los colegios, a subvencionar mezquitas, a regular el idioma que los niños deben hablar en los recreos, en vez de forzar la enseñanza de las matemáticas o del inglés,  a  adoctrinar con sectarias «educaciones para la ciudadanía» s – lo ha dicho el Tribunal Superior de Andalucía —  o a promocionar “igualdades de género”  marginando la formación y la capacidad.

El Tea Party americano ha estallado en plena conjunción planetaria del mandato entre los presidentes Obama y Zapatero. Al primero se le ha dado un serio aviso electoral.  El segundo,  ya es un caso perdido en el futuro español. Ni los socialistas más afines, sienten confianza en su liderazgo, aunque se encuentren atrapados en una crisis de la que saben no habrá más salida, que  la sustitución del  actual presidente. Pero ello les exigirá una temporada apartados del poder político.  Mientras tanto, el cadáver de Zapatero seguirá dirigiendo un país, donde se congelan sueldos y pensiones, donde se aumentan los impuestos, donde se eleva el número de funcionarios y la deuda de las administraciones públicas, donde se legisla sobre el órden de los apellidos o se truecan millones por los votos necesarios para mantener su agonía política.

Todo ello en un país donde nadie pretendió  revivir el pasado de nuestros abuelos, pero se elaboran leyes que reabren las antiguas heridas y conducen a nuevos enfrentamientos. En un país  donde se ha cuestionado lo español, y solo la victoria en un campeonato de futbol ha permitido manifestar el orgullo generalizado de pertenecer a una  misma  nación;   donde es necesario que venga un Papa para reconocer que acude más gente a Misa los domingos que a  los campos de fútbol,  lo que no es obstáculo para que se ejerza una política de hostigamiento hacia los sentimientos religiosos mayoritarios y de tolerancia constante hacia confesiones, desde las que frecuentemente se llama a la guerra santa contra Occidente. Un país donde se dialoga con terroristas, y se margina a sus víctimas., sin reconocer que cuatro decenios de asesinatos   no pueden acabar sino con vencedores y vencidos, nunca como hermanos reconciliados.

Un Tea Party español que haga normal, lo que es normal y abandone el mesianismo  de transformar una sociedad cuya misión nadie le encomendó.  Lo está comenzando a hacer Estados Unidos, y como siempre ocurre, dentro de varios años, ocurrirá también en nuestro país.

MAL EDUCADOS

Llegan, a través del anual informe PISA, más noticias sobre el drama de la enseñanza en España. Estamos muy por detrás de los países de la Unión Europea, y ocupamos el puesto 49 del mundo, justo por delante de Kirguizistán, republica centroasiática de reconocido prestigio internacional. Todo ello, tras nueve planes de estudio propuestos a lo largo de los últimos 30 años. Es decir, cada 5 años más o menos, cambiamos el modelo de educación, según el color de quien gane las elecciones o las delirantes decisiones del ministro de turno.
Allá en los años finales del franquismo, estuvo a punto de cuajar un revolucionario cambio educativo, que por haber sido elaborado por el ministro Julio Rodríguez, fue llamado “reforma juliana”. Lo más sobresaliente del plan, que nunca se llego a iniciar, fue el comienzo de los cursos escolares coincidiendo con los años naturales, lo que implicaba , entre otras cosas, tomar vacaciones a mitad de año de estudio, rompiendo el orden académico. Pero al menos, tenía la virtud de no cambiar los contenidos docentes.
Luego Villar Palasí, acabó pro cargarse aquel magnifico bachillerato, tan añorado hoy día, donde había que aprobar dos reválidas para acceder al bachiller superior o a la universidad. Con pocas variantes, era la continuación del magnífico plan educativo que se inició con la Segunda Republica, y acababa con el “examen de grado”.
Hoy, casi medio siglo más tarde, seguimos enlodados entre planes identificados por siglas que nadie sabe interpretar, LOSE; LOGSE,… pero cuyos resultados todo el mundo conoce: fracaso escolar y abandono de estudios en un tercio de los casos, incultura generalizada, incapacidad de abstracción o comprensión lectora, analfabetismo en la expresión escrita, niveles ínfimos de cálculo matemático,… Y todo ello, pese a haber dedicado años a interpretar las matemáticas a base de la teoría de los incomprensibles conjuntos, o estudiar biología saliendo al campo para ver cómo crecían las margaritas, o estudiar la historia , interpretándola con arreglo a lo políticamente correcto del momento. Eso sí, con Educación para la Ciudadanía o conociendo de memoria los ríos de una comarca, las historias de inventados héroes locales y perdiendo el tiempo en aprender gramática vasca, catalana, valenciana o gallega, por estudiantes que, son incapaces de hablar lengua internacional alguna, en el país que más turistas recibe de Europa.
Ahora dicen que las razones del fracaso se deben a la llegada masiva de inmigrantes. Pero nadie reconoce que, una parte importante de los que vienen de Sudamérica o de Europa Oriental, tienen niveles básicos superiores a los propios nacionales. Y lo que todos ocultan, es que la Educación se ha convertido en un instrumento con la pretensión de sustituir la responsabilidad familiar en la educación de niños y adolescentes. Y luego, como invento para proclamar un sistema universitario tan “justo” que permite que todo titirimundi acabe con una titulación bajo el brazo.
Pero no se preocupen: dentro de unos años, tendremos un nuevo Plan. Y en el siguiente informe PISA, habremos descendido otros cuantos puestos.

VIETNAM EN EL RECUERDO

Artículo publicado en el Diario Montañés

el 29 de septiembre de 2009

 

Vamos a dar un salto en el tiempo. Para las gentes de mi generación, allá por los años 60, el mundo se encontraba envuelto en plena Guerra Fría. En Estados Unidos se estrenaba un nuevo Presidente, J.K.Kennedy, iniciándose una época de cambio y esperanza, pero en el sudeste asiático  existía un problema político que nos parecía lejano. Tras el abandono de los franceses, derrotados por las fuerzas vietnamitas en Dien Bien Phu, se anunciaba la  amenaza del avance comunista, que  dirigida por Hanoi enarbolaba la bandera del anticolonialismo.

 

Estados Unidos envió unos asesores militares y una pequeña guarnición. Comprobó  la ineficacia del  gobierno de Saigón y forzó un golpe de estado que acabó con su derrocamiento y el asesinato de sus dirigentes. Pero quedó un vacío de poder que fue reemplazado por gobernantes militares. Así se inició el último enfrentamiento armado que enfrentó al mundo comunista con el mundo occidental: la guerra de Vietnam, que duraría más de una década.

 

Estados Unidos llegó a enviar medio millón de soldados. Pero pese a la potencia de sus bombardeos masivos, a las intervenciones de sus helicópteros derramando napalm o a las acciones de sus marines todo se traducía en constantes muertes con envíos de ataúdes envueltos en la bandera americana. Estados Unidos hubo de abandonar Vietnam, quedando para la historia la  imagen del helicóptero apostado sobre un tejado al que intentaban acceder centenares de vietnamitas huyendo de las represalias que se avecinaban.

 

Hoy, cuarenta años después la historia se repite, con las  áridas tierras de Afganistán como escenario. Tras la retirada de los rusos, como en su día ocurriese con la de los  franceses en Vietnam, se consideró el territorio afgano un peligro para el mundo. En este caso la amenaza del terrorismo ha sustituído a la del avance comunista. Estados Unidos  envía soldados equipados con moderno armamento, y la ayuda de fuerzas de varios países, para erradicar a los talibanes. Pero lo que inicialmente pareció una misión sencilla, se ha convertido en un conflicto, donde las emboscadas se mezclan con bombardeos en los que mueren civiles afganos. Cada vez que contemplamos el mapa, vemos un escenario donde se despliegan las fuerzas internacionales, incapaces de derrotar a los talibanes y sus señores de la guerra.

 

Se pretende imponer una sagrada democracia en un mundo de señores feudales, con tradiciones y costumbres ajenas a nuestra mentalidad, apoyados en unas creencias religiosas hostiles al mundo occidental. Se sostienen políticos escogidos, y se intenta que dirijan un país de gobiernos despóticos de todo signo. El resultado es la violencia desatada, las muertes por centenares y el odio de la imagen occidental,  con alemanes, ingleses o españoles incluídos, como en su día lo fue  la americana. Se ha transformado un país de luchas tribales y traficantes de opio en un enjambre de gentes armadas con kalashnikov, que miran con odio la presencia de ejércitos extranjeros. Es la consecuencia de una intervención en tierras donde se ha pretendido saltar desde la Edad Media a la cultura del siglo XXI. Envueltos en nuestro bienestar y nuestro concepto de respeto de derechos y libertades, creemos que ese mundo nos envidia, cuando realmente nos desprecia y ahora nos acaba odiando.

 

Probablemente se necesiten aún más muertos para que se haga realidad la imposible victoria. Las estepas de Afganistán son las nuevas junglas de Vietnam. El adorado Kennedy de los sesenta es el admirado Obama del siglo XXI, pero los muertos son los mismos jóvenes que se envían a una misión imposible. La implantación de una democracia en  Afganistán es una quimera sin apoyo popular donde los talibanes, que representan la resistencia nacional a la intervención extranjera como en su día los comunistas del Vietcong, aunando ideología, religión y nacionalismo. Y finalmente asistiremos a una retirada, dejando un país desolado, donde los talibanes regresarán a establecer su orden y sus represalias. Para Occidente,  quedará una legión de mutilados, muertos y descrédito.

              

Si preguntamos qué intereses tiene España en aquellas tierras, no obtendremos respuesta, salvo una angélica declaración sobre los compromisos internaciones con nuestros aliados, una lucha contra los focos de terrorismo.

 

Ocurre que estamos gobernados por unos dirigentes ansiosos de lavar sus actitudes en conflictos previos, que creyeron que era lo mismo que vigilar la convivencia en Kosovo. Y así, tras el derribo de dos helicópetros, tras las minas que hacen volar nuestros blindados, tras los heridos en ataques esporádicos, nuestros soldados, encerrados en sus acuartelamientos o realizando misiones de vigilancia, se encuentran acosados por la marea de violencia que inunda Afganistán, como en su día los marines americanos se desangraron inútilmente en Vietnam.

LA SEÑORA OBAMA

Artículo publicado en El Diario Montañes el 13 julio 2010

Ignoro si este año la corte del rey de Arabia hará su escala en Marbella, dejando el acostumbrado reguero de espléndidas propinas. Los tiempos cambian y la crisis puede afectar también a los millonarios.  Pero, a falta de incendios devastadores y sin más noticias políticas que el debate sobre si el señor Rajoy llevaba puesto el cinturón de seguridad en el asiento trasero de un coche, de algo debe alimentarse la parroquia.

Afortunadamente la señora Obama, Michelle para los amigos, ha escogido Marbella como lugar para descansar unos días acompañada de una de sus hijas. La otra prefirió un campamento juvenil en su país y el padre decidió mantener su actividad en el puesto de mando de la Casa Blanca. En otros tiempos, Camp David, Cape Cod o los ranchos de Tejas acogían a los imperiales presidentes americanos durante sus vacaciones, pero gracias a Bill Clinton y a Antonio Banderas, en Estados Unidos se popularizaron la Costa del Sol y la Granada nazarí.

La señora Obama ha sido acogida con entusiasmo. Las gentes salen a la calle y esperan durante horas para aplaudirla y exhibir mensajes de cariño: “Michelle we love you”. Rodeada de un grueso equipo de guardaespaldas, la dama visita la Alhambra de noche, cuando el recinto está cerrado para los demás turistas o pasea por la playa acompañada de una tropa de fornidos jóvenes con gafas oscuras, pinganillo en la oreja y pistolón bajo la camisa veraniega. Es todo un alarde de lo que cualquier personaje famoso desea evitar durante sus vacaciones, que Michelle Obama asume como si de una misión de Estado le obligara a ello.

Leo en la prensa americana más de un comentario crítico sobre el numeroso equipo de seguridad que la acompaña para vigilar su estancia en uno de los hoteles más lujosos del mundo. Ellos se encargan de observar todo lo sospechoso, de apartar a la dama de cualquier situación de riesgo, de acompañarla en sus recorridos. Y a estos se añaden las lógicas medidas que haya tomado el gobierno español. En Estados Unidos se preguntan quién paga los gastos ocasionados: desde el desplazamiento del numeroso grupo de vigilantes hasta la cuenta del majestuoso hotel. De esto último no creo que deban preocuparse. La hospitalidad española asumirá la factura de la ilustre visitante, resignados a que el presidente de Estados Unidos no pise nuestro suelo ni en sueños.

¿Qué ocurriría si nuestro presidente enviara a su familia a pasar unos días en Malibú o en Hawai?. ¿Qué pasaría si fletara un avión cargados de guardias civiles y policía secreta, y escogiese el hotel más lujoso del lugar para solaz de su familia?. Es evidente que la escandalera estaría servida. Lo más cercano a esto fue el viaje a Nueva York del matrimonio Zapatero y la fotografía acompañado de sus estrambóticas hijas con el matrimonio Obama.

No es habitual que los presidentes pasen sus vacaciones fuera de su país durante sus mandatos, entre otras cosas por razones de seguridad y protocolo. Las visitas de estado exigen un despliegue de seguridad a cargo del anfitrión. En este caso, ha habido un despliegue anticipado, informando de su lugar de residencia, de los recorridos previsibles… Y. aunque se insisten en su carácter privado, la estancia de la ilustre primera dama se ha convertido en un acto extraño, que rápidamente ha sido interpretado como muestra del afecto del presidente americano por España. Pudiendo escoger entre mil lugares del mundo, Marbella ha sido el lugar elegido. Y es que Obama es mucho Obama. Acuérdense de la conjunción del fenómeno planetario que nos anunciaron hace años, al coincidir su presidencia nada más y nada menos que con la exitosa gestión presidencial de Zapatero en la Unión Europea.

Pero, ya que el propio Presidente americano se resiste a pisar tierra española de forma privada y no digamos en visita oficial, bienvenida sea la ilustre dama. Su simpatía natural compensa en parte el evidente desprecio que el Presidente de Estados Unidos muestra hacia nuestro gobierno por razones más que sobradas.

CARTA A UN JOVEN LIBERTARIO, con permiso de JOAQUIN GARRIGUES

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Poco antes de morir, Joaquin Garrigues, hace ya 30 años, escribió estas magnificas líneas, de tremenda actualidad,    titulandolas CARTA A UN JOVEN LIBERTARIO:

“No te pases los días mirando expectante a los poderes públicos para que te resuelvan los problemas. Hazte la vida por ti mismo y, si te es posible, vive al margen del Estado, de sus funcionarios y de todo el boato y esplendor que les acompaña. En este país todo es política porque hemos convertido al Estado en un becerro de oro al que adoramos con fervor. Si tú y tus amigos os podéis liberar de ese culto profano iniciaréis un camino hacia no se sabe dónde pues ya sabes que las libertades con minúscula, las libertades para vivir, abren los caminos pero no cierran los destinos. Y debes saber también que esas libertades están siempre amenazadas por el Estado, de derechas o de izquierdas pues, te digan lo que te digan, los hombres y mujeres que lo rigen quieren ordenarnos, organizarnos, reducirnos. No te engañes; si algún día llegan las izquierdas al poder harán lo mismo que las derechas, en el mejor de los casos, ya que los hombres públicos, todos sin excepciones, aspiran a que sirvamos de conejos de india para sus experimentos y proyectos”.

“Esta idolatría del Estado es universal, más entre nosotros ha alcanzado las más altas cotas y ahora con la democracia nos llueve sobre mojado. Los “líderes” pretenden construirnos un nuevo modelo de sociedad para que vivamos contentos, satisfechos y programados. Defiéndete si puedes y mándalos al carajo pues el precio de las libertades es altísimo, pero su gozo impagable”.

“Cuando te hagas mayor rechaza todos los dogmas de la vida pública y ponlos en tela de juicio que, por poco que tengas, te llevará a la conclusión de que ningún revolucionario importante, desde Jesucristo hacia atrás o hacia delante, gastó su tiempo inventando corsés para la gente. Eso lo hicieron otros, los que necesitan mitos para organizarse su vida a costa de la nuestra, los que programan el aburrimiento y organizan los festivales de las canciones del orden”.

“Haz el amor y no la guerra. Desesperadamente haz el amor y no hagas nunca la guerra porque esos machos que la empiezan suelen sobrevivirla a costa de millones de cadáveres. Por estas tierras circulan impunes muchos matones que pegan con cadenas, atacan en grupo y matan con pistolas por la espalda y se comportan en familia como santos varones, unos a la derecha y otros a la izquierda, en defensa de sus dogmas, de sus privilegios o de sus ideales”.

“Este es, sin embargo un país importante capaz de helarte la sangre y construir maravillas, un país de gentes que se pegan al terreno y luchan como leones para resistir el calor de los fuegos y el frío de las nieves sin darle a la cosa mayor importancia y sin perderle la cara al toro de sus mil dificultades”.

“A los más mayores esta nueva aventura nos ha cogido tarde. Pero tú y tus amigos tenéis la vida y el mundo por delante para intentar cambiarla sin pagarle peaje al Estado y a todos los poderes que cobran arbitrios para que respires el porcentaje de aire contaminado que te facilitan. Intenta primero evitar que te administren la vida desde Madrid y luego, cuando te llegue el turno de la autonomía, lucha como un desesperado para que no se inventen los poderes locales otras capitales y burocracias, que ahoguen tu individualidad y la de los tuyos. Ya te digo que, al principio, lucharás contra corriente pero tu verás el alba que hemos intuido otros, modestamente.

NUEVO ESCUDO DE ESPAÑA

De buena fuente: Los asesores de ZP en la Moncloa piensan elevar a la Mesa del Congreso la propuesta de un nuevo escudo nacional con el que todos nos sintamos identificados.

NUEVO ESCUDO DE ESPAÑA

NUEVO ESCUDO DE ESPAÑA

ISRAEL COMO VICTIMA

Articulo publicado en el Diario Montañes 2010

Desde hace algún tiempo estamos acostumbrados a que las noticias solo nos mostrasen la sangre de iraquíes asesinados por el estallido de un camión bomba, barrios de las ciudades pakistaníes devastados en un atentado o unos cuentos muertos de afganos en una aldea perdida. Salvajadas en tierras lejanas, nada especial en suma. En el mundo árabe pueden morir cien personas en un atentado entre sunnies y chiies; no nos conmovemos. Otra cosa, es que Israel mate a alguien.

Israel, tiene unos valores democráticos, políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos, perfectamente homologables a cualquier Estado democrático de Occidente. Sin embargo, siempre se presta mas atención a los gritos de Hamás que a los de un estado, que constituye un bastión de nuestra civilización en el vientre de un mundo donde se agita el radicalismo contra occidente, el odio, los atentados, la corrupción y la política del coche bomba o del secuestro de rehenes para ejecutarlos.

Desde 1948 las Naciones Unidas han reconocido el derecho a que exista como Estado. Sin embargo en cuatro ocasiones se le ha intentado destruir por las agresiones de sus vecinos, sin que en ningún caso hayan sido condenados por ello sus protagonistas. Estos no claman por el reconocimiento de un estado palestino, que ya existe, sino que exigen, sencillamente, la eliminación física de un país cuyas raíces históricas en ese territorio tienen una antigüedad mucho mayor a la de los propios palestinos. Tras los fracasos de guerra abierta, desde hace años se utiliza el terrorismo como elemento de lucha.

Israel tiene pleno derecho a proteger la vida de su población civil de los ataques indiscriminados desde Gaza, desde donde se le lanzan diariamente missiles. Una acción de guerra suele responderse con otra, y por ello Israel fue duramente criticado. Para evitar el rearme de Hamás se impuso un bloqueo marítimo de tipo defensivo. El derecho marítimo internacional señala que cuando rige un bloqueo, no está permitida la entrada de embarcaciones al área en cuestión, pudiéndose abordar las embarcaciones transgresoras y derivarlas a un puerto cercano.

El día 31 de mayo la armada israelí interceptó un convoy de seis embarcaciones que pretendían violar el bloqueo naval impuesto. Israel había advertido a los organizadores con una semana de antelación que toda la ayuda humanitaria podría alcanzar Gaza por vía terrestre, desde un puerto israelita. Incluso Chipre, impidió que los convoyes usaran sus puertos, que partieron de Turquía y Grecia. Al ser interceptados, cinco de los seis buques se detuvieron y acataron las órdenes. El sexto también lo hizo, pero cuando los soldados israelitas, de acuerdo con las normas del derecho internacional, descendieron sobre la cubierta del buque para realizar una labor de inspección, fueron atacados. Ante ello, hubo la respuesta armada que ha provocado la tragedia.

Y entonces estalla Occidente con gestos de irritación. No se lamentan por las víctimas, sino que se teme a la reacción irritada del mundo radical islámico. No se temen las bombas que puedan caer sobre Israel, sino por las que nos hagan explotar en nuestros barrios. Dormidos en nuestra placidez, amodorrados por un pacifismo suicida que creemos garantizará nuestra seguridad, nos sacuden imágenes que nunca quisiéremos ver y hechos que pocos se comprometen a enjuiciar con objetividad. Todos en silencio o aferrados a lo políticamente correcto. Excepto quienes carentes de mensaje político, sin armadura ideológica tras la desaparición de sus mentores marxistas se unen a los nuevos anarquistas y grupos marginales que alimentan los movimientos antiglobalización. Todos se unen a las manifestaciones contra Israel que durante semanas será la gran culpable.

Nuestra cobardía intelectual nos evidencia que, entre nosotros, muchos incluso estarían dispuestos a dejar que sus gentes fuesen echadas al mar, o que desapareciesen en un nuevo holocausto si con ello consiguiéramos que nos sonriera el mundo islámico. Aunque sigamos descubriendo organizaciones destinadas a provocar matanzas en capitales de Europa, deteniendo a suicidas con explosivos para volar aviones comerciales, y escuchando mensajes de odio lanzados desde algunas mezquitas de Europa. Solo nos movilizaremos para autorizar o prohibir el burka o el derecho de una niña a llevar el niyab cuando acude al instituto.

LA CRISIS EXPLICADA A LOS PROFANOS

Un caballero se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales. Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos. Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.

Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada uno que se consiguiera, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos los compraron a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.

El ayudante desapareció, igual que el comprador de burros, y nunca más aparecieron.

Como resultado la aldea quedó:

1.– llena de burros
2.– su gente endeudada

¿Qué pasó después?

1.–Los que habían pedido prestado, al no vender los burros no, pudieron pagar el préstamo.

2.– Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían, no podrían seguir prestando y arrastrarían a todo el pueblo a la ruina.

¿Qué hicieron los políticos del Ayuntamiento?

1.–Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas.

2.– Y acabó con la caja del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado

¿Que hicieron los prestamistas?

1– Una vez cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.

2–No concedieron ningún crédito más para comprar nada

¿Y qué hizo el Alcalde?

1.– Ante su endeudamiento, el Alcalde pidió dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.

RESULTADOS:

1.–Los listos del principio, forrados.

2.–Los prestamistas, con sus ganancias resueltas

3.– Un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros

4.–Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida.

5.–El Ayuntamiento igualmente arruinado.

6.– El Alcalde dice que actuó por pura responsabilidad y dicen que será relegido

6.– Para compensar a los funcionarios del Ayuntamiento les bajan el sueldo

HABLANDO DE RESPONSABILIDADES

La crisis económica no solo está destruyendo la economía española, enviando a millones al paro y creando una situación de pavoroso endeudamiento. Pero a ello, hay que añadir, la crisis institucional con relación al Tribunal Supremo, al Constitucional, a la cohesión autonómica, a la institución monárquica, a las fuerzas de policía,…Y en todo ese maremagno agitado, parece unánime la demanda de que Zapatero y Rajoy se pongan de acuerdo, culpabilizando a ambos de la situación actual. Todo ello, como parte del montaje mediático que pretende confundir como culpables a quienes denuncian la situación.

Y sencillamente no es lo mismo. El señor Zapatero es quien ostenta la responsabilidad de gobernar a un país y no puede escudarse en que la oposición no colabora. Si ésta se niega a colaborar con sus medidas, el Gobierno tiene la obligación y la legitimidad de plasmar su política y sus leyes en el Boletín Oficial del Estado por decreto. Le guste al PP o no. Con su cooperación o sin ella.

Lo que no se puede es pretender que quien radicalmente considera inútiles o dañinas las medidas del Gobierno, las respalde. El Gobierno debe gobernar, con el apoyo necesario, y si no lo consigue, deberá pensar en la dimisión.

Al Partido Popular se le podrían achacar responsabilidades si su oposición fuera cuestión de matices o pretendiera obtener un beneficio propio a cambio del apoyo. Lo que nadie cuenta, es que aún se espera un listado creíble de medidas económicas que resuelvan la situación de crisis económica, monetaria, laboral y social por parte del actual Gobierno. No ha ocurrido así con el Partido Popular, que ha presentado en el parlamento una serie detallada de medidas, simplemente ignoradas por los actuales gobernantes.

El señor Zapatero no suscita ya credibilidad, y con frecuencia se señalan las carencias del señor Rajoy, quien ciertamente no es una estrella mediática. Pero no es Rajoy, ni lo es el PP responsable de la situación económica actual. Que determinadas Comunidades Autónomas regidas por el PP tengan una elevada deuda o que hayan surgido en ellas casos de corrupción, no añade ni quita nada al cataclismo que ha provocado la gestión socialista en los últimos años. Con igual o mayor corrupción, con igual o mayor deuda autonómica, el Gobierno central es el responsable de no aplicar las medidas drásticas que la economía española necesita. Les guste o no a los sindicatos, le gusten o no a la oposición. Y deberá afrontar su responsabilidad o declararse incapaz de resolver la situación.

Insultar permanentemente a la oposición política, revolver en el viejo “ tu más “, rebuscar en la memoria histórica, desestabilizar al Tribunal Supremo , conceder al líder de la oposición menos credibilidad que a los dirigentes de los minúsculos partidos nacionalistas, o que a los líderes sindicales que fueron incapaces de reunir el 1º de mayo en Madrid a sus propios liberados, es sencillamente un despropósito.

Y de eso no tiene la culpa Rajoy. La tiene el señor Zapatero, quien pasará a la historia como el presidente que condujo una España próspera a una España en quiebra. Y con riesgo de ruptura institucional.

Opiniones libres