Decimosexta historia: La falsa leyenda

Felechosa es uno de los pueblos más señeros del concejo de Aller y a sus habitantes se les aplican mil y una anécdotas simpáticas. La realidad nada tiene que ver con la fama. Las gentes que yo conocí de Felechosa eran personas muy inteligentes, ingeniosas y emprendedoras. Fue un pueblo que dio grandes hombres al concejo. Otros muchos que emigraron a América, hicieron pronto fortuna y siempre volvieron a su pueblo natal a disfrutarla. Continuar leyendo »

La Decimotercera historia: La Foguerona de San Juan

La plaza de San Salvador era el lugar de celebración de la noche de San Juan, donde se prendía fuego a la hoguera, la “foguerona” de San Juan, como así se llamaba en toda la comarca del alto Aller.

En Asturias no es la hoguera exclusiva de este día, aunque sí es ritual generalizado en la noche del 23 de junio. A. del Llano[1] descubre la costumbre de encender la “foguera” la víspera de la fiesta del pueblo, delante de la iglesia o ermita. En Aller el fuego es inherente a las fiestas, hasta el punto de que por extensión, la “foguera” forma parte del conjunto de manifestaciones públicas que tienen lugar el día anterior a la festividad.


[1] Llano Roza de Ampudia, A de, Del folclore asturiano, Oviedo 1977.

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La Duodécima Historia: La Fiesta del Gallo en la Escuela de San Salvador

01La escuela juega un papel importante en estos recuerdos de mi infancia.

La época del segundo grado en la Escuela de San Salvador la veo con más claridad, porque ya tenía entre siete y ocho años. Conservo la fotografía de la clase con la figura de don Juan, el maestro, sobresaliendo por encima de todos nosotros.

Don Juan era como un personaje sacado fuera de su época, muy alto, al menos así lo recuerdo, tenía el bigote poblado de canas, un hombre muy corpulento y bonachón que daba miedo sólo una vez al año, cuando ya acabábamos con su concienzuda paciencia. Continuar leyendo »

La Undécima historia : El substrato Religioso 6. Los veladores alegres

Esta conducta plañidera, ya en desuso, de las mujeres del alto Aller en los entierros, contrastaba con el proceder más alegre y poco edificante de los veladores en las casas de los fallecidos. En este caso los hombres eran los protagonistas de velar a los difuntos desde la media noche hasta la madrugada. Las mujeres y vecinas de la familia eran las que preparaban café  y proveían de anís y coñac en abundancia, para que no faltara de nada a los sacrificados trasnochadores. Esta práctica solía jugar alguna mala pasada a los familiares del muerto cuando se excedían en su generosidad con los licores. Continuar leyendo »

La Décima Historia: El Substrato Religioso 5

Las plañideras parlanchinas

La segunda historia como monaguillo me ocurrió en un entierro en San Salvador, en el que también actúa como celebrante don Marcelino. Cuento este pasaje porque hace referencia a la tradición popular, muy allerana, del comportamiento de los familiares del difunto, en sus manifestaciones de dolor, en el momento de iniciarse la comitiva desde la casa mortuoria. Ese día de nuevo llevaba el incensario, pero nada anómalo me ocurrió por causa de este brasero colgante, fueron las circunstancias que rodearon al entierro las que me causaron sorpresa, sobre todo el proceder  de los familiares y del celebrante.

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La segunda Historia: El Substrato Religioso 1

El monaguillo y los objetos del culto

Me refiero a mis actuaciones ocasionales de acólito en la iglesia de San Salvador, porque en los oficios religiosos importantes de la parroquia se necesitaban más ayudantes, y como yo tenía un buen amigo entre los monaguillos, solía llamarme para que así recibiera el estipendio de don Manuel, el párroco de San Salvador.

Tengo alguna que otra anécdota de estas circunstanciales actuaciones mías como ayudante monaguillo que no quisiera pasar por alto. Fueron en ausencia de don Manuel de la parroquia y teniendo como sustituto a don Marcelino, párroco de Pelúgano, persona de más edad, menos piadoso, de temperamento tosco y poco delicado. Continuar leyendo »

La Primera Historia

Xuanón de Cabañaquinta

La abuela Mercedes es una pieza clave a la hora de transmitir los recuerdos de antaño. Nos reuníamos todos los nietos en torno a ella y contaba con paciencia y con mucha gracia, a modo de cuento, las historias de la familia y de los allegados del pueblo.
        
Para que se produjera esta comunicación entre la abuela y sus nietos, era necesario que se dieran las circunstancias del silencio, del interés, de la falta de ocupaciones del momento y lo que es más importante, la pregunta, por parte de alguno de nosotros, por el relato de nuestros antepasados. Continuar leyendo »

LAS ANÉCDOTAS

Estas comunicaciones quiero transformarlas en un hermoso jardín cargado de flores; las anécdotas que serán el centro y la sustancia de estos relatos. Continuar leyendo »

LA TENTACIÓN DE ESCRIBIR

Miguel de Cervantes, en el prólogo de la segunda parte del Quijote, decía: -Bien sé lo que son las tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro con que gane tanta fama como dineros y tantos dineros cuanta fama -.

Desde hace mucho tiempo tengo el impulso inexplicable y a la vez irresistible de relatar aquellas historias, anécdotas y experiencias más sobresalientes que afloran en mi memoria. Es una necesidad de hablar, de escribir, de volver a sentir aquellos años de mi vida, como si no quisiera que se borraran nunca.

Este impulso que yo siento de escribir, a veces me lleva a pensar que si no será fruto del más de medio siglo, que va haciendo mella en mi, y quiera dar un repaso a la película de mi vida, pero reflexionando veo que nada tiene que ver, porque yo no quiero hablar de episodios concretos, sino de lo anecdótico que rodea algunos momentos que yo he vivido. A este respecto Antonio Gala decía: – ¿ No me estaré recreando acaso en las viejas historias del pasado porque el presente es algo que ya doy por superado?. Quizá esto sea envejecer, no, la vejez no, sino la añoranza de las historias del pasado: no la pérdida de la juventud, sino la actitud de desplomarse del lado del recuerdo y no de la esperanza-.

Yo me desplomo del lado del recuerdo y de la esperanza porque creo en la otra vida, la que realmente da sentido a mi existencia, con palabras de Julián Marías -esta vida es importante si después hay otra-.

No es mi intención escribir un relato a modo de diario, sino de un modo pancrónico, es decir, mezclando el presente y el pasado, subrayando, a mi manera, las personas, los lugares y las vivencias que más han calado en mi, que todavía las tengo vivas en el recuerdo. He tenido vivencias buenas y malas, pero a la hora de volver a vivirlas siento, sin querer, una fuerte e irresistible inclinación positiva hacia todas ellas.

Ahora que se me ha presentado ocasión aprovecho para contarlas, además mi mujer y mis hijos necesitan que los libere de estas historias, que tantas veces me han escuchado, por lo que debo descargarlas en este blog y dejarlos tranquilos.

Con esta narración no busco acallar aficiones literarias inconfesables, ni contar mi vida de manera autobiográfica, sólo guardar estas historietas para los míos. Cuando hablo de los míos incluyo, además de mi familia, a los amigos, compañeros, alumnos, adversarios e incluso enemigos, en definitiva para aquellas gentes que, cuando me escuchen contar alguna de estas historias, sientan algún interés por ellas, del tipo que fuere.

Cederé con gusto el protagonismo al mensaje, porque los verdaderos protagonistas de estos relatos serán las historietas, los cuentos y los personajes que en ellas aparecerán.

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